La necrópolis de El Bovalar (Benicarló, Castellón de la Plana)
Francesc Esteve i Gálvez
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FRANCISCO ESTEVE GALVEZ
(Castellón)
La necrópolis ibérica de El Bovalar
(Benicarló, Castellón de la Plana)
En marzo de 1942 nos informaba nuestro buen amigo don Manuel
Añó que a fines del verano anterior, al mejorar de cultivo una finca pro
piedad de su padre, situada en el llano de Benicarló, se encontraron varias
«ollas» llenas de cenizas con numerosos objetos de bronce y algunas armas de hierro, que Jos obreros desbarataron y, en parte, destruyeron.
Por el escaso material que él mismo habla recogido y puso amable mente a nuestra disposición, nos dimos cuenta de que se trataba de una
interesante necrópolis ibérica. De ahi nuestro propósito de visitar detenidamente aquel lugar, con ánimo de recoger los posibles despojos que
todavla quedaran en el campo y cuantos datos pudieran estar en relación
con el hallazgo; lo que hicimos aprovechando las siguientes vacaciones
de primavera, acompañados por los señores Añó que tuvieron con nosotros toda suerte de atenciones.
La expresada finca se halla situada a unos cuatro km. de Benicarló,
dentro de la partida de <
l1mitan el llano por el oeste. En «La Tossa Alta)), que es la mas elevada
de esas cimas, se ven restos de un antiguo poblado y acaso por esa circunstancia o mejor aún por su posición dominante sobre un ancho sector
del litoral, se llama también «Vilaman> (fig. 1).
Este poblado de «Vilaman> estaba protegido hacia ej S.E. por tosca
muralla en cuyo extremo oriental se amontonan fas piedras, como señalando el emplazamiento de una torre que defendería la entrada al re- 125-
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c•nto fortificado por esa parte, que e~ la más acc.zsib!c d' :o ro\ont<~ña y
aún hoy remonta un sendero hasta alcanzar la cima.
Es lo único que se conserva aparente, pues casi todo el poblado h.,
sido destruido y sus restos, esparcidos ahora por la tierra de labor se re·
ducen a numerosos tiestos de vasos hechos a torno, sin decotar o con
sencilla decoración de bandas, y círculos pintados en rojo oscuro, otros
de barro grosero gris o negruz.co y la cerámica helenística comente, mo·
nócroma, con barniz. negro y palmetas estampadas.
Sin duda fueron los habitantes de esto poblado qu:enes •ncineraron
sus muertos en la necrópolis de «El Bovalar», que se halla situada preci·
samente al p:e de la vertiente meridtonal de la misma loma
LA NECROPOLIS
En septiembre de 1941, roturando aquí una parcela de monte bajo, se
encontraron hasta siete urnas cinerarias (1), cuya disposición y circunstancias del hallaz.go, en parte, todavía pudimos reconstrui r. La primera
sepul tura contenía algunos objetos de bronce, un broche de cinturón,
dos lanz.as de hierro y un cuchillo ólfalcatado, que se ha perdido (fig. 2,
núm. 1) . A unos tres m. de distancia, monte arriba, se encontró el se·
pulcro de otro guerrero (flg. 2, núm. 2), cuyo ajuar conteniól un broche
de cinturón, una fíbula de pie alto, una punta de lanz.a con su corres·
pondtente contera y otra punta larga y mactz.a, ambas dobladas mtencio·
nadamente. A muy corta distancia y siempre en dirección al poblado, se
halló un grupo formado por tres urnas alineadas de E. a O también con
un mobiliario abundantísimo, en el que llamaba poderosamente la aten·
ci6n una esculturilla de bronce que representa la cabeza de un carnero
(fig. 2, núms. 3, 4 y 5). Las dos últimas sepulturas (fíg. 2, núms. 6 y 7)
aparecieron aisladas, algo más lejos, y en una de ellas (la número 7)
se encontró un rico adorno formado por varias cadenillas de btonce, que
los obreros desbarataron. Cadenillas semejantes y brazaletes <
walados y
abiertos, con adornos incisos, se encontraron en casi todas las tumbas,
sobre todo en las dos primeras. Las urnas cinerarias aparecieron casi siem·
pre rotas y algunas aplastadas por efecto de la presión de la tierra, pero
aún así podla reconocerse su forma : eran ovoides, sin cuello ni pie, v
a veces con asas bífidas o nervadas Una de ellas (número 3) por su exi·
guo tamaño sólo pudo contener las cenizas de un niño, y tres, por lo me·
(1) Posic:i6n de los scpulc:rw ibhicos de S BoV'IIar : 40> 26' 15" N. ¡ 4.• 03' 40" E.
del tmridiano de Madrid, o sea 00 48' 32" E. de Gr., según el Mapo Topogrilia> de 1!>po&, del lrutituto ~ y OtlllttrDI, C'ICIIIa l/50.000, lwja 571/571 bit, Modrid, 1947.
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P, llStliV2 GALVI!Z
nos, se cubrían con pequeñas losas. Todavía recogimos muchos fragmentos que son de barro fino, amarillento o grisáceo, hechos a torr'lo, s in
decoraci6n alguna, ni incisa, ni pintada
Cuondo en abril de 1942 visitamos aquel lugar, la roturación seguía
o
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Fig. 2.
avanzando lentamente por la garriga, pero dada la pobreza del suelo, demasiado pedregoso y poco profundo, juzgamos que no podía contener
otras sepulturas. Serfan éstas particularmente abundantes más hacia e l E.,
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liL BOVAL.U
fuera ya de la finca del señor Añó, donde la tierra mejora y por eso ha
sido desmontada y ganada para el cultivo desde hace mucho tiempo, cubriéndose ahora de añosos algarrobos. Fue al reali4ar esas labores profundas cuando debió destruirse lo mejor de la necrópolis y como último ves-
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tigio de los ajuares que pudo contener aún hoy se encuentra, de tarde en
tarde, algún pequeño bronce suelto perdido por el campo. Que sepamo;,
la pie4a más notable es un colgante representando un carnero, hallado
pocos meses después de nuestra visita al Bovalar (Lám. V, 2).
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1'. ESTEVI! GAJ.VEZ
MATERIAL ARQUEOLOGICO
He aqui en conjunto todos los utensilios que, e11 parte recogidos por
los obreros y los Sres. Añó, y en parte recogidos por nosotros, se logra·
ron reunir y gracias a los cuales aún es posible intentar el estudio arqueológico de este interesa,te cementerio.
OBJETOS DE HIERRO
Una larga punta de la11za con fuerte nervio y provista de cubo para
enastada; pudo ser .la contera de la misma lanza un regatón o hierro tubular, tronco-cónico, con agujero y clavo que sirvió para fijarlo al mango
(tig. 3). Dos puntas foliáceas aplanadas, también tubulares. En la mayor
la hoja es relativament~ ancha, en cambio la menor es una pieza sencilla.
de hoja estrecha y delgada (fig. 4, núms. 1 y 2).
Una larga punta de sección cilíndrica, ligeramente aristada hacia el
ápice, que puede estimarse contera de lanza o hierro de arma arrojadiza,
pues al igual que las grandes hojas de lanza se la dobló ritualmente, al
incorporarla al ajuar funerario (fig. 4, núm. 3).
Algunos trozos informes de hierro c. be estimarlos como po$ibles resa
tos de otras armas parecidas.
OBJETOS DE BRONCE
Fragmentos poco aprovechables de láminas delgadas y lisas, que pudieron guarnecer un escudo, cuyo umbo seria un disco cóncavo de hier(o
(Lám. 1); muchas cadenillas que corresponden a diversos adornos difíciles
de identificar; lo corriente es que sean juegos de tres eslabones, el últi·
modelos cuales termina por un apéndice esferoidal (fig. 5; Lám. 11. 4) .
Otras veces las cadenillas se ensartan de tres en tres (fig. 6; Láms. 111
y IV), y en un caso cuelgan de una figurilla e11 forma de ave (fig. 7; Lámina V, núm. 3). Crecido número de fragmentos de brazaletes ovalados
y abiertos, con los extremos terminados en pomos y adornos rectillneos
incisos lfigs. 8 y 9; Lám. VI); restos de cinco arandelas provistas de sendos pares de colgantes esferoidales sujetos por delgadas tiras de metal
con los extremos doblados (fig. 9, 1; Lám. 111, núms. 15, 16, 17); otros
colgant~s sueltos cónico-alargados, en forma de campanilla (fig. 9, 2;
Lám. 111, núms. 2, 3 y 4); una fíbula de arco con botón levantado (figura 10; Lám. 11, 1); dos broches de cinturón sencillos, con un solo garfio
y apéndices laterales rectos, ambos decorados por lineas estampadas que
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dejan en resalte un pequeño granulado o bien por incisiones a buril que
orlan la cara superior, quedando en el centro, en una de ellos el campo
liso y en el otro esas mismas lineas trazan varios circulas concéntricos
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(fig 11, Lám. 11, 2 y 3). y ttnalmente, una esculturílla representando una
cabeza de camero cuidadosamente modelada, que por su bello estilo se
aparta de los restantes ob¡etos y muestra claras influenctas mediterrá·
neas (lám V, 1)
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El. DOVALAJt
CRONOLOGIA
A pesar de la dispersión de los ajuares y la consiguiente confus16n
en los hallazgos, este material arqueológico presenta tal Identidad de ca·
racteres, una amb1entaci6n cultural tan uniforme, que cabe estimarlo
próximamente contemporáneo, lo cual permite suponer que las incine·
raciones descubiertas en el Bovalar se sucedieron en un plazo relativa·
mente corto.
En lo que respecta a Jas armas de hierro esa coincidencia se compren·
de s1 se considera que tan sólo un par de sepulturas eran, efectivamente.
de guerreros. Y además el 1nventario es bastante reducido. gran mona·
rra con nervio central, larga punta maciza, especie de «pilum», y puntas
lolláceas, más cortas, que sirv1eron para armar venablo> o armas arroja ·
dizas. Lo mismo que el cuchillo afalcatado que al decir de los obreros se
halló en la tumba núm. 1, son t ipos ya conoc1dos y muy frecuentes en
los sepulcros ibéricos de estas com¡¡rcas.
Los adornos de bronce, al contrario, dan un hermoso conjunto, claro
exponente de los ricos ajuares que acompañaban a las urnas, pues ya se
ha visto que éstas no eran numerosas y muchos objetos se han perdido
o han llegado hasta nosotros en lamentable estado, especialmente los prl·
meros que se exhumaron que, como suele ocurrir en estos caso., desper·
taron la codicia de los obreros, alucinados por la querencia de hipotéticos
tesoros. Asi, el mejor broche de cinturón que se halló entero, fue roto
intencionadamente y de los numerosos brazaletes sólo contamo~ con trag·
mentos sueltos, que apenas permiten recomponer unas cuatro p1ezas más
o menos completas. Lo cual no obsta para que los conozcamo~ con todo
detalle: son ovalados, de sección redonda y mediano espesor, terminados
por cabezas esferoidales ligeramente aplastadas y suelen estar de·
corados por cortos trazos incisos, transversales o sesgados, como formando zig-zag. Tipol6gicamente deben situarse entre las pieza¡; más pe·
sadas y macizas de los campos de umas de Cataluña («El Molá») (2), o
mejor aún del Bajo Maestrazgo (Salsadella, Tirig) y los finos brazaletes
con los extremos sencillamente recortados de las necrópolis Ibéricas del
llano de Albalat. Su más inmediato paralelo podrían ser los «brazaletes
terminados en pomo» que se exhumaron en la necrópolís de -
(2) S. VU.ASHCA: "El poblado y necr6polu prchlsr6ricos de MolA (Tarn¡ona)" ,
Acta ArqucoiÓIÍC' Hispjnica J. Madrid, 1943.
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EL BOVAl.AR
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let» de Alcosebre, no lejos de Alcalá, descubierta casualmente en 186.3
al explanar la linea férrea de Valencia a Tarragona.
Notables son los adornos de la tumba núm. 2, que hasta el hallazgo
de El Bovalar eran desconocidos en territorio ibérico. Las tiras de metal
con los extremos doblados y sujetos por otra tira enrollada, han apare cido luego en varias necrópolis, unas veces sueltas y otras enlazadas a
modo de eslabones, componiendo en este caso diferentes ;¡dornos. En los
más ricos y complejos, como los de La Solivella, de Alcalá (3). y los de
La Pedrera, de Vallfogona, es lo más probable que se trate de pectorales.
Las pequeñas arandelas sueltas con sólo uno o dos eslabones de los que
penden sendos colgantes esferoidales, aunque de ejecución menos cuida·
da, ya se conocían antes del hallazgo de El Bovalar en la cultura posthallstáttica deJa Meseta (4) .
Ese sabor hallstáttico se acen1úa en las cadenillas que aquí aparecieron con notable profusión. Las tres largas tiras de las que pende un trozo
terminado por dos anillos con apéndices esferoidales, se encontraron extendidas como envolviendo la urna núm. 7. Con ellas apareció la figurilla
en forma de ave que lleva ensartados otros tres colgantes de idéntica
forma, es decir, terminados por un par de anillos con corto vástago y
apéndice esferoidaL En el propio Hallstatt se han exhumado grandes y
hermosas fibulas semilunares con figuras zoomorfas estilizadas, de las
que penden también cadenillas, term inadas por plaquetas repujadas en
lugar de los anillos con apéndices esferoidales (5). Las numerosas series
de tres eslabones con ese mismo apéndice que contenían las tumbas números 2 y 5 ya nos eran conocidas por algunas piezas sueltas encontradas
en poblados ibéricos, pero nunca las hallamos en esta forma masiva; caso
que se ha repetido últimamente en las necrópolis de La Pedrera y Can
Canyis (6). En ese mismo ambiente cultural hay que situar los colgantes
sueltos de forma cónica alargada, que en La Solivella penden de eslabo·
nes hechos con tiras de metal dobladas y sujetas por otras tiras retorcidas en espiral.
(3) D. PLETCHBR VALLS: "Lo necrópolis ibc!rlca de Lo Solivellll (Alcal& dt Chiven, CasteUón de la Plana)". Crónica del VII Congreso Nacional de Atqueologia (BarCt'lona, 1961). Zorngozs, 1962; p:ig. 261.
U. PLETCHBR VALLS: "I.a necrópolis de Lo Solivellll (Alcati de Clúvcrt)''. Trabajos Varios del S. l. P., núm. 32. Valencia, !965.
(4) J, CABRE: "Excavaciones de Las Cogotas, Cardeñosa (Avüa), II. Lo necr6polia".
Mttn<~ria de la Junta Supaior de Excavaciones y Antigüedades núm. 120. Madrid, 1932.
(5) K. KROMER: "Das Griibecfcld von Hallsrat~', Association Intcmationale d'Arcbeologie Classique, monograplúe l . Fir=, 1959. Aparea: esta fíbula en los ajuares dt
las tumbas de incineración núma. 87, 94, 174, 239, 384, 505, 551, 606, 716, 900 y 943.
(6) S. VlLASECA, J. M. SOLE y R. MA¡;jE: "La necrópolis de Can Canyis (Banyeres, prov. de l"IIIIIIgOna)". Trabajos dtl Seminario dt Historia Primitiva del Hombre,
VIU. Madrid, 1963.
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SI. BOVALAQ
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Pero los elementos fundamentales para discutir la probable cronología de esta necrópolis son los broches de cinturón y la fíbula de arco. Al
broche sencillo, provisto de un solo garfio, se le atribuye, con razón, una
fecha bastante temprana. Ya aparece en Agullana, aunque en una de las
tumbas más recientes en la que sus excavadores creen ver probables Influencias greco-romanas (7) y en el túmulo G de El Acebuchal, de Car·
mona, que el Dr. Schüle sitúa en los comienzos de l s. VI a. C. (8) ; pero
con marcadas diferencias en cuanto a su decoración, pues mientras el de
Agu!lana lleva un sencillo burilado en zig-zag, e l de El Acebuchal se decora por incisiones profundas, o mejor aún, con un a ltorrelieve obtenido
directamente del molde al fundir el broche, caso que se repite ecn el Tos·
sal Redó, uno de los poblados ibéricos más antiguos de la Tierra Baja
aragonesa (9). Los broches sencillos exhumados últimamente en las ricas
necrópol is de Can Canyis y La Pedrera, de Vallfogona, nos dan indistintamente ambas técnicas decorativas con un predominio de surcos o inci·
siones profundas. En cambio, en los de El Bovalar los adornos se obtuvieron por el estampado de lfneas que dejan en resalte pequeños circulas
( «grenetis») siguiendo los bordes, o bien trazando un motivo discoidal
en el centro de la pieza. En la base, ia decoración se enriquece ::on
fajas de cortos y finos trazos oblicuos grabados a buril dispuestos en zig ·
zag. Técnica y motivos que serán luego muy característicos de los gran·
des broches de tres garfios y aún de muchas placas de cinturón de la
cultura post-hallstáttica de )a Meseta. La ausencia de estas formas tar·
dlas en El Bovalar es lo más probable que no sea accidental, ya que las
dos tumbas de guerreros que al!! se exhumaron (números 1 y :Z) contenían sendos broches de un solo garfio, idénticos por su forma y decoración. De lo cual inferimos que deben señalar una secuencia mmediata
mente anterior a los de varios garfios; momento de transición en que el
tipo arcaico mejora su técnica y crea un orden decorativo que aquél asi·
mila y lo hace propio. Además, también los hemos de suponer relativamente tardíos porque en ellos el contorno se complica con .los apéndices
laterales que faltan en el tipo anterior.
Al parecer, una cronología más segura podría obtenerse por la fíbula
(7) P. DE PALOL: "Avo.ru:e de los bJII!a2:gos de la nectópolls de Agullana", Ampu-
rins, VI. Borcclon•, 1944; pág. 97.
]. MALUQUER DE MOTES : "Los bronces (de la ncaópolis de Agullana}", Ampunas, VI. Barcelona, 1944; pág. 112.
(8) G . SCHULE: "Las mis anrlgWI$ übulas C:Oil pie alto y b.Uesta", Revista de Accluvos, Bíbliotccas y Museos, LXL'\':, J. Madrid, 1961; pág. 339 y $S.
(9} P. BOSCH GIMPERA: "Q¡mp111ya ai'Cjueológica de l'fnstitut d'Estudis Olta!B.IlS
al limit de Oltalunya i Alllgó (Qlsere!, Ca!accit i MaQllió)". Anuurl de l'lnstitut d'Estudis
Oltalorn, V. lltlredona, 1915 ¡ pág. 8f9.
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SL SOVAL\R
de pie alto, ya que en la tumba núm 9 de la muralla N. E. de Ampurias s~
asocia con cerámica griega clasificada como corintia y situada en la segunda mitad del siglo VI a. C. (10), fecha dada también por ej Dr. Schü·
fe a l ya citado túmulo G de El AcebuchaJ. precisamente basándose .:!n
una hermosa fibula de plata con largo pie y botón levantado.
Ahora bien, aunque la fíbula de El Bovalar es grande, con e l puente
de sección redonda y algo ensanchado, el pie a largado con profunda mor·
taja y el botón levantado, o sea un ejemplar clásico por su tipología y evidentemente antiguo, no creemos pueda retrotraerse hasta los c.omienzo5
del siglo V I a. C. Nos basamos para ello ante todo en la cerámica, que
aquí está siempre hecha a torno mientras que en la tum~ núon. 9 de !a
muralla N.E. de Ampurias los vasos indígenas hechos a mano siguen for·
mas arcaicas y tan sólo lo Importado supone una innovación. Desgracia·
damente, de las urnas de El Bovalar apenas logramos reunir a lgunos fragmentos sueltos que corresponden a porciones medias y sólo sabemos por
referencias que eran ovoides. Pero aún así tienen para nosotros el mérito
de atestiguar el uso de la rueda de alfarero en el E. de la península ya
en una fecha temprana, que, gracias a los ajuares que les acompañaban
podemos remontar hacia mediados del sig lo V a. C. Observación ésta que
hicimos por vez primera en las sepulturas ibéricas de Benicarfó y luego
hemos comprobado plenamente en otras necrópolis, especialmente en fas
inmediaciones de Tirig, donde las urnas, alguna vez hechas a mano y con
más frecuencia a torno, ya dan los perfiles clásicos de esta cerámica e
incluso la decoración de bandas a veces onduladas pintadas en rojo oscu·
ro. Como algunos ajuares son más arcaicos que los de la necrópolis de El
Bovalar, hemos de concluir que la adopción del torno hubo de realizarse
pronto en estas tierras del Este de la Penínslua abiertas al tráfico marl·
timo, y a lo que parece fueron las especies jónicas las que má; influye·
ron en los orígenes de la cerámica Ibérica. A esa misma corriente cul tural
hemos de atribuir también, en e l caso concreto de El Bovalar, la figurilla
de bronce representando una cabeza de carnero que por su bello estilo y
sobrio modelado recuerda poderosamente el arte helénico hacia el
siglo V a. C.
(JO) M. ALMAGRO: ''Las necrópolís de Ampurias''. Vol.
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PARALELOS
Desde luego, el poblado de la uTossa Alta» tiene numerosos para
lelos en este sector de la costa oriental de la Península y sobre ello no
vamos a insistir. Pero tampoco son raros ¡¡quí los hallazgos de necrópolis
ibéricas semejantes a la del Bovalar (fig. 12). En el mismo Mnestrazgo
se conocen la do «Eis Espleters», de Salsadella, la de «Les Sitges», de
Torre En Domenech, y el sepulcro de «Mas d'En Rieres», de Cuevas da
Vinromá, en cuyos lugares también existen restos de poblados.
En la necrópolis de Salsadella se encontraron cuatro urnas alineadas
d'! Este a Oeste y una extraña construcción cuyas paredes de piedra seca
cerraban reducidos y hondos espacios cuadrangulares a modo de cistas,
cubiertos por sendas losas. Una de las cámaras sólo contenía cenizas y
huesos calcinados; en la otra se halló una urna esférica hech.:~ a mano,
de amplia boca acampanada y pie cónico postizo, con un ajuar compuesto de un collar tubular de bronce decorado por incisiones estampadas,
una placa de cinturón con incrustaciones de plata, y numerosos brazaletes
lisos recortados en delgadas láminas de cobre, tres cuchillos curvos y una
gran lanza de hierro idéntica a la de uEI Bovalan; ( 11 ).
Más importante todavía era la inmediata necrópolis del «Mas Nou
de Bernabé», que hubo de pertenecer a otro sector del m•smo poblado.
Aquí, durante cerca de veinte años, al mejorar el suelo para el cultivo
se fueron exhumando urnas cinerarias, alguna vez hechas a mano y con
más frecuencia a torno, ovoides, de «cierre hermético», o bien sin tapadera, con ancha boca de borde moldurado, acompañadas de ricos ajuares,
que comprenden un corto inventarlo de armas de hierro y muchos adornos de bronce: cadenillas; fíbulas de doble resorte o de pie alto; sencillos broches de cinturón de un solo garfio decorados alguna vez con incisiones a buril y con más frecuencia por hondos surcos o adornos en
relieve; algún broche más evolucionado provisto de tres garfios con rica
decoración estampada; anillos; colgantes, y numerosos brazaletes recortados en delgadas láminas o de sección cuadrada o en cinta y decorados
por finas lineas paralelas incisas, en fajas tranversas o en bandas angulares.
Los sepulcros de incineración de Torre En Domenech, encontradol
casualmente al roturar un campo y destruidos a continuación, contenían
(11) J. COLOMINAS: "Els mterratmnls deis Esplc1cn a Salaaddla", Anuari de
rinsrirut d'Enudis C.taiAns, VL &rcdona, 1923; pA¡. 616.
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P. 8STI!VE OAJ.VEZ
do~
puntas de lanza, una talcata, un ((SOiiferreum» y otros objetos que St'
nan perdido.
La uma cineraria nallada en el uMas d'En Rieres» entre ~lsadella y
Cuevas de Vinromá, iba acompañada de armas de nierro parecidas y un
anillo de bronce que llevaba grabado un monstruo, especie de león con
cabeza numana (12.).
El profesor Boscn estima que estos sepulcros pertenecen al primer
periodo de la segunda Edad del Hierro, o sea entre los siglos V y IV a.
J. C., notando en ellos fuertes supervivencias nallstátticas que deben
proceder, no de la cultura postnallstáttica del centro de España, sino de
los campos de urnas de la costa catalana, coincidiendo en ello con las
estaciones contemporáneas del Bajo Aragón (13)
Plg. 10
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La extensión de los «urnenfelder» de Cataluña nasta la Plana de Cas
tellón en época temprana ya lo comprobamos nosotros arqueolog•camente en 1924, siquiera fuese tan sólo por escasos fragmentos de cerámica con la típica decoración de surcos acanalados o bien finas lineas •ndsas
que trazan cruces o meandros. Pero como esta cerámica coincide aqui
con la esgrafiada o exCJsa, propia de la cultura de lo; túmulos, nemos
de admitir también un desplazamiento de gentes del interior de la Península, que llegaron a la costa valenciana a través de los macizos ibéricos (14).
Entrando ya de lleno en la Edad del Hierro, los sepulcros de «El Boverob, cerca de Almazora, nos dan una cerámica lisa con interesantes
tipos de umas, entre los que destaca el perfil bicóníco, derivado de una
(12) j. J. SENENT mAAEZ · ~Esucions ibüiqu" entre cl riu Cenia y el MUan
(CasreU6)", An.._ri de l'Irutirur d'l!srudis Caralona, Vl. Barc:clOilJI, 1923; p~¡. 619.
(13) P. BOSCH GIMPERA: "His problcmes on¡ueolóeics de lo provincia de CasteU6", lloletln de In Sociedad Caarelloncnse de Culturo, V. Ca$ttllón, 1924; pllg. 81.
(14) F. ESTl!VB GALVEZ: "Un poblodo de la Primu• Edad del Hierro en la
Plana de Castdlóo", Ampurias VI. Barc:clona, 1944; ¡x\¡¡. 141.
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EL BOVALAR
19
forma muy corriente en las necrópolis catalanas y claro precedente de fa
urna de Salsadella. Algunos bronces, como navajas de afeitar y fíbulas
de codo, hallados estos últimos años en la Plana de Castell6n, prueban
la incorporación plena de estas comarcas al gran movimiento cultural que
se observa entonces por un ancho espacio del Occidente de Europa ( 15).
Y ello explica la persistencia de e lementos culturales propios de la primera Edad del Hierro en las más antiguas necrópolis ibéricas del Maes·
trazgo.
Ahora bien, dada la posición geográfica de la necrópolis de «El Bovalar», sus mejores paralelos hay q ue buscarlos a lo largo de la costa: en
la Plana de Caste116n, en la Ribera de Cabanes y en el Llano de Alcalá.
F!g,
u
( 1/1)
Desgraciadamente la mayorfa de los hallazgos que se conocen en estos
lugares son de fecha temprana, cuando nuestra arqueología ibérica era
casi desconocida y además suelen Ir acompañados de noticias bastanN
confusas. Tal ocurre con la necrópolís de «El Pujol» o <;Pujoleh>, cerca
del Grao de Castellón, encontrada casualmente al desmontar un al terón
del suelo que se creyó túmulo, bajo e.l cua.l aparecieron «Cuencos de barro cocido, huesos calcinados, cenizas, dos hebillas de bronce, al parecer
(15} Entre ellos, sólo publicados algunos bronces de una nca6polis destruida cen:a
de Nu!cs, V. ) . MARTINEZ SANTA-OLALLA: "EscondJ:ijo de la E
at!Anríco en Huerta de Aniba (Burgosy•. Actas y Mcmoriu de lll Sociedad Espaiiola de
Antropología, ElDOgrafía y Prehistoria, xvn. Madrid, 1942; pá¡:. 127.
-
143-
[page-n-144]
20
F. BSTJM! Ghl:VllZ
de correa o ceñidor estrecho, una tacita de tierra gris, bien labrada¡ un
pedazo del mismo barro en forma de cono y taladrado en su centro «que
debió ser una fusayolal> ( 16). De aqui procede también la tan conocida
lámina de plomo con inscripción ibérica que hoy guarda el Museo Arqueológico Nacional ( 17). Las observaciones que hemos realizado en este
lugar ponen en duda el carácter funerario que se le viene atribuyendo. El
«Pujolet» resalta como una mota del suelo firme entre las tierras bajas y
húmedas del litoral y por esa circunstancia fue motivo de atracción para
las poblaciones primitivas. La más vieja ocupación 'orresponde a un Neo·
lítico muy arcaico, que sólo dejó algún fondo de cabaña mal conservado,
con escasos sílex atipicos, cantos de caliza desbastados, huesos de animales y conchas de moluscos marinos. La pieza más notable es un brazalete sin concluir obtenido desgastándole el dorso a una gran va lva de
pectúnculo. Muy por encima, como a unos dos metros, vienen a situarse
los restos de un denso poblado ibérico, con ruinas poco notables, porqu~
la falta de piedra obligó a construir gruesas paredes de cantos rodados y
arcilla apelmazada, y también los solados de las habitaciones suelen estar hechos con guijarros procedentes de la playa inmediata. En la cerámica domina lo fino con decoración pintada de sencilla geometría : ban·
das, triángulos, ondulaciones a peine o círculos concéntricos a compás.
Estas observaciones nuestras se refieren al sector oriental, que venía a ser
como un tercio del montlculo, lo único que se mantuvo sin desmontar
hasta hace un par de decenios. Es muy posible que hacia el N.O., en la
finca del Sr. Gasset, donde se hicteron los hallazgos de 1851, estuvtera
la necrópolis, lo cual explicaría la presencia de cenizas y huesos ca lcinados, aunque el plomo escrito y enrollado, al estilo de los de Covalta, La
Serreta, La Bastida y Liria, hable más en favor de un poblado que de un
cementerio. Pero desde luego debe desecharse la idea de que el monttculo era realmente un túmulo.
Y lo mismo cabe pensar de los otros «pujols» que existen en la Plana, que a raíz del descubrimiento del Grao se suponían también necrópolis. Hoy se les ve tan destruidos que sólo pueden localizarse por el
topónimo y de lo primitivo quedará muy poco, arrasados como están, por
un cultivo intensivo. En alguno, como el de Burgaleta, cerca del camino
de Raf
torno. Hay con todo noticia de que en el Quadro apareció una urna ci-
(16) F. AL MARCHE: "La antigu• civilización lbúlca en el Reino e&. Valencia".
Valencia, 1918; p5g. 35 y 36.
(17) G-. D. LORICHS: "Rech<=hcs numismAtiques concemant princípalcm
mcdaillcs ""WbcciCllll"""· Poris, 1852; hlm. LXXX.
-
144 -
[page-n-145]
21
EL DOVAJ.Aa
neraria en el interior de un ligero alter6n del suelo, pero extenso, que
pudo ser un pequeño túmulo (18).
En cambio en el Llano de Albala t, sobre todo hacia su parte media,
Necrópolis Ibéricas
del
"'-.'\,
LITORAL
ILERCAVON ''\,
1a Els Etpt•t~TI (Salsodtllo)
2cMo5 Uou d&t 8•rnabi (SotsacftUa)
3.Mo.s d'EnRí•reS{Cutvas t:f• ~inroP'Id)
'~t•s SIIJ•s (Torrt" EnOonler'I•Ctl)
S.a El Pujot•t (Ca.stt"llén)
h El Ouadro (Cc.s·t-~tót\o)
1• Ton~ d•lo ~a (Coton•l.J
el to
~,.,.,,.,o
(Cebo." u)
9. Flflta d# Tdrr&tlJa (CCbul'ts)
10atu TcrreJ (Ccbcnes)
lht'l Putftlo (Cobc.n.es)
12• it roual~t (Aicoló d• .XlverU
1), Finta dr Bos.ch (>\lcofd de lUvtrO
lt.c Lo Sollvttla (Aica.td dt JhvtrU
1~1 Corro/ d•l R()yo {Aicold d• XiverU
IS.Ccrrttl'fo 111 8crcef4naCAieal4 ):•v•rt)
1~•
f/ Bo~alor O!•ntcer )
18tl>los dt Capuó CTroi,utrc)
lh Lo Cf'IOfa (.\r.'lpo$1c}
20... Lo Potrna flortos.o)
:t:Cotrtortu (Tt"rtosa)
&
Fig, 12.
o sea, en la Ribera de Cabanes, es seguro que en diferentes ocasiones se
han encontrado sepulcros atslados o agrupados en verdaderos cemente·
nos. Los hallazgos se hicieron cerca de eLes Torres» y en las fincas de
(18) V. Memoria d: la Sociedad Arqueolócia
pi.¡¡. 8 y SS.
19
145 -
Val~ndam
en 1878. Valt:ncia, 1879;
[page-n-146]
«Tárrega», «Pitaren», «El Pulido», aConfit», e La Se:'lieta» y de formcl
más masiva en las inmediaciones de la «Torre de la Sal», donde se exhu
maron no menos de sesenta sepu lturas ( 19) Las u rnas, siempre hecha~
a tomo y a veces p1ntadas con bandas de lineas paralelas o círculos con·
céntricos, dan formas ibéricas muy típicas, como el vaso ovoide con ta·
padera cónica que se le ajusta por apéndices perforado~ en sentido ver·
tical. El ajuilr consiste también en adornos de bronce: flbulas, anillos en
espora! y brazaletes ovalados sin botones terminales, decorados a vec~s
por finas 1ncisiones.
Mucho más ricas en hal lazgos y mejor conocidas son las necrópolis
obéricas de Alcalá de Ch1vert Las excavaciones que a fines del soglo XVIII
se realizaron por el Príncipe Pio en el «Corral de Royo» pusieron al descubierto cuatro urnas cinerarias acompañadas de a lgunas armas de h ierro,
como cubos de lanza e «ídolos de bronce figurando ciervos paletos» (20)
De una construcción Inmediata procede la lápida estudiada por Masdeu
De la necrópolis del <
Tarragona, tenemos noticias más explicitas. Cada una de las 19 urnas
ocupaba una especie de nicho de toscas piedras, lo que nos hace suponer
que fueron depositadas en pequeñas cistas. Otras dos urnas se encontnl
ron allí cerca con ocasión de abrir un pozo para instalar una noria. Pe; o
sólo cuatro vasos pudieron recogerse enteros, siendo uno estérico, sin
cuel lo y «de tipo primi tivo, mientras los otros tres eran ovoides y con
bordes salientes». El mobiliario comprendía· restos Informes de armas de
hierro, muchos objetos de cobre, entre ellos «una fíbula de arco, anillos
braza letes y cuentas de collar de vidrio con embutidos de past,, y esmal·
IEl» (21 ).
Joulin habla tamb1én de una necrópolis de incineración que se en·
contró cerca de Alcalá en la carretera de Almansa a Tarragona, a unos
SO km. al norte de Castell6n. Las cenizas se habían recogido en vasos
(19) ALMARCHll Op. dt. IIOUI 16, pi¡ 85. Las necrópolis warilln en los c:am·
pn.
detalles en P. BOSCH GIMPERA: "L'esnn octuol dd coneiximeno de 1• dvilitz.lci6 ibéJiet del Recne de Valencia". Anuorl de I'Insrllut d'Esrudis Carabna, VI. Barcelona, 1923;
pi¡¡. 624 y u. Su descubridor, O. JOAQUIN PBRIS, concreta mejor los hallugos m •u
atlfculo: "l!scan:cos arqucol6gicos. CasteU6n 1 !\1$ crreanlu". Boleún de b Sociedad CastUloncme de Cultlltll, 111. Ca$tdl6n, 1922; p:\¡. Z\8.
(ZO) A. VALCARCnt. PIO DE St\BOYA: ''lnsc:ripciones y antigüedadu dd Reino
de Vole~in", Memorias de la Real Ac:ndemin de la Hiatori".L'l;'lll. Madrid, 1852; pag. 10.
(21) j. ZARAGOZA: Conferencia ~brc Alcalá de Ulisvcrt, pronunciada d l de
diciembre de 1876 (Boleún de la Socied>d Geosrifica de Madrid).
1!. CARTAILHAC: "lA ag., pro!bistoriques de I'Espognc ct du Ponupl'', Paris,
1886, pag. 296.
ALMARCitt!: Op. cit. noto 16, pAg. S7.
-
14G-
[page-n-147]
en forma de olla e iban acompañadas de anillos de hierro, fibulas y brd
zaletes de bronce (22)
Durante el siglo XIX se hicieron otros hallazgos en término efe Alcalá
sin que se sepa el lugar exacto de su procedencia, salvo la notoda de ha·
berse encontrado 16 umas cinerarias cerca de una propoedüd de don DI
mas Bosch, donde parece que hubo importantes ruinas romana~ (23)
Hdce unos años, en la partida de «la Solivella», del mosmo término
de Alcalá, se ha descubierto una nueva 2:ona de necrópolis cuyo estudoo
ha sido recoentemente publicado por el Servicoo de Investigación Prehis·
tórica de Valencia, lo que nos exime de más detallada exposición (24)
En el llano de Benicarl6 la necrópolis de c
único, pues •egún cuenta Mundina Milallave, en el «Mas de Caperó»,
cerca de Traoguera, al roturar un campo se hallaron hasta rrece «ánforas
conerarias» y «en todas ellas se encontró lo mismo. los huesos de un esqueleto humano y una lanza rota» (25)
Dejando las lhlnuras costeras del Maestrazgo y pasando al Bajo Ebr:>,
Amposta nos ha librado estos últimos años dos importantes necrópolis.
que acaso estén en relaco6n con la antigua Hibera, cabez;. de la llerc.1 ·
venia.
La de «la Orlola» se halla a poco más de un km al sur de la ciuda-i
y aunque fue destruida al roturar el suelo en 1926, todavía ha propor
clonado restos de unas treinta sepul tu ras, con urnas ovoides provistas de
t<:~padera cónica que se ajusta al vaso por las típicas orejas; otras abierta~ con reborde moldurado y una curoosa forma ovoide-aplastada con ta
padera <:bollada al iguül que el fondo en lugar del clásico botón termo
nal La decoración es sencilla, de lineas paralelas en bandas horizontales
o bien cortas ondulaciones que cuelgan del borde Los ajuares compren·
den las armas de hierro corrientes en las necrópolis del Maestrazgo; bra·
zaletes muy fragmentados, fíbulas de arco que en dos casos se rodean d un aro constituyendo un tipo de transición de la fíbula de pie alto a lil
anular hispánica, y hermosos óroches de conturón decorados por líneas
estampadas a troquel, todo lo cua l creemos que puede situarse cronoló
gicamente poco después del 450 antes de J . e
(22) L. JOlJUN: ''Les Asea protoluttoriques cbns le Sud de la Fraru:c et cbns la
Pcnfntulc Hispanlque", Re\·ue Archeo!ogique, ll, Pacis, 1910; pog. 202.
(23) Noojcia histódcn de la Academia o rc¡umcn de sus ac:tns desde el n•lo 1821 basto
concluir el de 1831, ltído en IUI Juntas del mes de mar:zo de 1832, poi¡¡. 16.
J. CHILLIOA: "Hnllaxgos arqueolósicos en Alctlá de Chisvcn", Correo Ibérico, número 1.279. 1'onou, 2 de mayo de 1908.
(24) FLI!TCHER: Op. cio. """' 3.
(ZS) B. MUNDrNA M lLALLAVE: "Historia seo¡rifico-esudfstic:oo de 14 provineio
de Oalltcllón". CasteUón, 1873: nrt. Trai¡utn~, póg. 587,
Un~ breve nooo •obn: In nrqucologla de esta comnrca, con 14 primero noticia de lo
cccrópolis del Bovalar en F. BSTEVE GALVEZ: "HAllazgos arqueolclaicos en el Uano
d" lknicarl6", La Zucb, z.• ep., L U, nWn. 14. Tono..., 1956; pág. 265.
-
H7 -
[page-n-148]
24
P. I!STIM! GALVI!Z
De la necrópolis de «La Palma», situada también cerca de Amposta
al otro lado del río, proceden umas semejantes con ajuares mejor conser·
vados por hallarse en campos someramente roturados. El hierro escasea,
pero en cambio los adornos de bronce forman un hermoso conjunto: tor·
oues y brazaletes de sección redonda terminados en pomo; fíbulas de
doble resorte; collares y largas cadenillas Material arqueológico que pre·
senta caracteres algo más arcaicos que el de «La Oriola» y suponemos
de un momento inmediatamente anterior hacia mediados del stglo V an·
tes de J. C.
Por último, más al Norte, ju11to a uCamarles» y en el mismo lugar
donde apareció la supuesta «favissa» con abundantes pebeteros, parece
que hubo también una necrópolis, pues de alli procede un vaso algo tardío, especie de «pyxis» sin tapadera, co11 fina decoración geométrica,
que se halló incompleto pero conteniendo todavla buena parte de las ce
ntzas funerarias.
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[page-n-149]
EST EVE.-EI Bo,·alar
LAM. l.
•
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...,
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(T . n.)
[page-n-150]
EST EVE.-EJ BM:úar
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[page-n-151]
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EST EVE - EI Bovalar
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(T . n.}
[page-n-152]
EST EVK- E I Bovnlnr
Li\ M. I V.
(T. n.)
[page-n-153]
LA ~I.
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[page-n-154]
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T EV f!.- EI Bovnlnr
, .. .
•
\
(T . n.)
[page-n-155]
FRANCISCO ESTEVE GALVEZ
(Castellón)
La necrópolis ibérica de El Bovalar
(Benicarló, Castellón de la Plana)
En marzo de 1942 nos informaba nuestro buen amigo don Manuel
Añó que a fines del verano anterior, al mejorar de cultivo una finca pro
piedad de su padre, situada en el llano de Benicarló, se encontraron varias
«ollas» llenas de cenizas con numerosos objetos de bronce y algunas armas de hierro, que Jos obreros desbarataron y, en parte, destruyeron.
Por el escaso material que él mismo habla recogido y puso amable mente a nuestra disposición, nos dimos cuenta de que se trataba de una
interesante necrópolis ibérica. De ahi nuestro propósito de visitar detenidamente aquel lugar, con ánimo de recoger los posibles despojos que
todavla quedaran en el campo y cuantos datos pudieran estar en relación
con el hallazgo; lo que hicimos aprovechando las siguientes vacaciones
de primavera, acompañados por los señores Añó que tuvieron con nosotros toda suerte de atenciones.
La expresada finca se halla situada a unos cuatro km. de Benicarló,
dentro de la partida de <
de esas cimas, se ven restos de un antiguo poblado y acaso por esa circunstancia o mejor aún por su posición dominante sobre un ancho sector
del litoral, se llama también «Vilaman> (fig. 1).
Este poblado de «Vilaman> estaba protegido hacia ej S.E. por tosca
muralla en cuyo extremo oriental se amontonan fas piedras, como señalando el emplazamiento de una torre que defendería la entrada al re- 125-
[page-n-126]
2
-126 -
[page-n-127]
3
c•nto fortificado por esa parte, que e~ la más acc.zsib!c d' :o ro\ont<~ña y
aún hoy remonta un sendero hasta alcanzar la cima.
Es lo único que se conserva aparente, pues casi todo el poblado h.,
sido destruido y sus restos, esparcidos ahora por la tierra de labor se re·
ducen a numerosos tiestos de vasos hechos a torno, sin decotar o con
sencilla decoración de bandas, y círculos pintados en rojo oscuro, otros
de barro grosero gris o negruz.co y la cerámica helenística comente, mo·
nócroma, con barniz. negro y palmetas estampadas.
Sin duda fueron los habitantes de esto poblado qu:enes •ncineraron
sus muertos en la necrópolis de «El Bovalar», que se halla situada preci·
samente al p:e de la vertiente meridtonal de la misma loma
LA NECROPOLIS
En septiembre de 1941, roturando aquí una parcela de monte bajo, se
encontraron hasta siete urnas cinerarias (1), cuya disposición y circunstancias del hallaz.go, en parte, todavía pudimos reconstrui r. La primera
sepul tura contenía algunos objetos de bronce, un broche de cinturón,
dos lanz.as de hierro y un cuchillo ólfalcatado, que se ha perdido (fig. 2,
núm. 1) . A unos tres m. de distancia, monte arriba, se encontró el se·
pulcro de otro guerrero (flg. 2, núm. 2), cuyo ajuar conteniól un broche
de cinturón, una fíbula de pie alto, una punta de lanz.a con su corres·
pondtente contera y otra punta larga y mactz.a, ambas dobladas mtencio·
nadamente. A muy corta distancia y siempre en dirección al poblado, se
halló un grupo formado por tres urnas alineadas de E. a O también con
un mobiliario abundantísimo, en el que llamaba poderosamente la aten·
ci6n una esculturilla de bronce que representa la cabeza de un carnero
(fig. 2, núms. 3, 4 y 5). Las dos últimas sepulturas (fíg. 2, núms. 6 y 7)
aparecieron aisladas, algo más lejos, y en una de ellas (la número 7)
se encontró un rico adorno formado por varias cadenillas de btonce, que
los obreros desbarataron. Cadenillas semejantes y brazaletes <
walados y
abiertos, con adornos incisos, se encontraron en casi todas las tumbas,
sobre todo en las dos primeras. Las urnas cinerarias aparecieron casi siem·
pre rotas y algunas aplastadas por efecto de la presión de la tierra, pero
aún así podla reconocerse su forma : eran ovoides, sin cuello ni pie, v
a veces con asas bífidas o nervadas Una de ellas (número 3) por su exi·
guo tamaño sólo pudo contener las cenizas de un niño, y tres, por lo me·
(1) Posic:i6n de los scpulc:rw ibhicos de S BoV'IIar : 40> 26' 15" N. ¡ 4.• 03' 40" E.
del tmridiano de Madrid, o sea 00 48' 32" E. de Gr., según el Mapo Topogrilia> de 1!>po&, del lrutituto ~ y OtlllttrDI, C'ICIIIa l/50.000, lwja 571/571 bit, Modrid, 1947.
-
127-
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P, llStliV2 GALVI!Z
nos, se cubrían con pequeñas losas. Todavía recogimos muchos fragmentos que son de barro fino, amarillento o grisáceo, hechos a torr'lo, s in
decoraci6n alguna, ni incisa, ni pintada
Cuondo en abril de 1942 visitamos aquel lugar, la roturación seguía
o
"
r
Fig. 2.
avanzando lentamente por la garriga, pero dada la pobreza del suelo, demasiado pedregoso y poco profundo, juzgamos que no podía contener
otras sepulturas. Serfan éstas particularmente abundantes más hacia e l E.,
-128 -
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S
liL BOVAL.U
fuera ya de la finca del señor Añó, donde la tierra mejora y por eso ha
sido desmontada y ganada para el cultivo desde hace mucho tiempo, cubriéndose ahora de añosos algarrobos. Fue al reali4ar esas labores profundas cuando debió destruirse lo mejor de la necrópolis y como último ves-
F!g. 3
(1/2)
tigio de los ajuares que pudo contener aún hoy se encuentra, de tarde en
tarde, algún pequeño bronce suelto perdido por el campo. Que sepamo;,
la pie4a más notable es un colgante representando un carnero, hallado
pocos meses después de nuestra visita al Bovalar (Lám. V, 2).
l7
129 -
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6
1'. ESTEVI! GAJ.VEZ
MATERIAL ARQUEOLOGICO
He aqui en conjunto todos los utensilios que, e11 parte recogidos por
los obreros y los Sres. Añó, y en parte recogidos por nosotros, se logra·
ron reunir y gracias a los cuales aún es posible intentar el estudio arqueológico de este interesa,te cementerio.
OBJETOS DE HIERRO
Una larga punta de la11za con fuerte nervio y provista de cubo para
enastada; pudo ser .la contera de la misma lanza un regatón o hierro tubular, tronco-cónico, con agujero y clavo que sirvió para fijarlo al mango
(tig. 3). Dos puntas foliáceas aplanadas, también tubulares. En la mayor
la hoja es relativament~ ancha, en cambio la menor es una pieza sencilla.
de hoja estrecha y delgada (fig. 4, núms. 1 y 2).
Una larga punta de sección cilíndrica, ligeramente aristada hacia el
ápice, que puede estimarse contera de lanza o hierro de arma arrojadiza,
pues al igual que las grandes hojas de lanza se la dobló ritualmente, al
incorporarla al ajuar funerario (fig. 4, núm. 3).
Algunos trozos informes de hierro c. be estimarlos como po$ibles resa
tos de otras armas parecidas.
OBJETOS DE BRONCE
Fragmentos poco aprovechables de láminas delgadas y lisas, que pudieron guarnecer un escudo, cuyo umbo seria un disco cóncavo de hier(o
(Lám. 1); muchas cadenillas que corresponden a diversos adornos difíciles
de identificar; lo corriente es que sean juegos de tres eslabones, el últi·
modelos cuales termina por un apéndice esferoidal (fig. 5; Lám. 11. 4) .
Otras veces las cadenillas se ensartan de tres en tres (fig. 6; Láms. 111
y IV), y en un caso cuelgan de una figurilla e11 forma de ave (fig. 7; Lámina V, núm. 3). Crecido número de fragmentos de brazaletes ovalados
y abiertos, con los extremos terminados en pomos y adornos rectillneos
incisos lfigs. 8 y 9; Lám. VI); restos de cinco arandelas provistas de sendos pares de colgantes esferoidales sujetos por delgadas tiras de metal
con los extremos doblados (fig. 9, 1; Lám. 111, núms. 15, 16, 17); otros
colgant~s sueltos cónico-alargados, en forma de campanilla (fig. 9, 2;
Lám. 111, núms. 2, 3 y 4); una fíbula de arco con botón levantado (figura 10; Lám. 11, 1); dos broches de cinturón sencillos, con un solo garfio
y apéndices laterales rectos, ambos decorados por lineas estampadas que
-130-
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7
1L .BOVALAR
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11/Zl
dejan en resalte un pequeño granulado o bien por incisiones a buril que
orlan la cara superior, quedando en el centro, en una de ellos el campo
liso y en el otro esas mismas lineas trazan varios circulas concéntricos
-131 -
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l'lg, 5
(1/1)
(fig 11, Lám. 11, 2 y 3). y ttnalmente, una esculturílla representando una
cabeza de camero cuidadosamente modelada, que por su bello estilo se
aparta de los restantes ob¡etos y muestra claras influenctas mediterrá·
neas (lám V, 1)
-
1!12-
[page-n-133]
El. DOVALAJt
CRONOLOGIA
A pesar de la dispersión de los ajuares y la consiguiente confus16n
en los hallazgos, este material arqueológico presenta tal Identidad de ca·
racteres, una amb1entaci6n cultural tan uniforme, que cabe estimarlo
próximamente contemporáneo, lo cual permite suponer que las incine·
raciones descubiertas en el Bovalar se sucedieron en un plazo relativa·
mente corto.
En lo que respecta a Jas armas de hierro esa coincidencia se compren·
de s1 se considera que tan sólo un par de sepulturas eran, efectivamente.
de guerreros. Y además el 1nventario es bastante reducido. gran mona·
rra con nervio central, larga punta maciza, especie de «pilum», y puntas
lolláceas, más cortas, que sirv1eron para armar venablo> o armas arroja ·
dizas. Lo mismo que el cuchillo afalcatado que al decir de los obreros se
halló en la tumba núm. 1, son t ipos ya conoc1dos y muy frecuentes en
los sepulcros ibéricos de estas com¡¡rcas.
Los adornos de bronce, al contrario, dan un hermoso conjunto, claro
exponente de los ricos ajuares que acompañaban a las urnas, pues ya se
ha visto que éstas no eran numerosas y muchos objetos se han perdido
o han llegado hasta nosotros en lamentable estado, especialmente los prl·
meros que se exhumaron que, como suele ocurrir en estos caso., desper·
taron la codicia de los obreros, alucinados por la querencia de hipotéticos
tesoros. Asi, el mejor broche de cinturón que se halló entero, fue roto
intencionadamente y de los numerosos brazaletes sólo contamo~ con trag·
mentos sueltos, que apenas permiten recomponer unas cuatro p1ezas más
o menos completas. Lo cual no obsta para que los conozcamo~ con todo
detalle: son ovalados, de sección redonda y mediano espesor, terminados
por cabezas esferoidales ligeramente aplastadas y suelen estar de·
corados por cortos trazos incisos, transversales o sesgados, como formando zig-zag. Tipol6gicamente deben situarse entre las pieza¡; más pe·
sadas y macizas de los campos de umas de Cataluña («El Molá») (2), o
mejor aún del Bajo Maestrazgo (Salsadella, Tirig) y los finos brazaletes
con los extremos sencillamente recortados de las necrópolis Ibéricas del
llano de Albalat. Su más inmediato paralelo podrían ser los «brazaletes
terminados en pomo» que se exhumaron en la necrópolís de -
(2) S. VU.ASHCA: "El poblado y necr6polu prchlsr6ricos de MolA (Tarn¡ona)" ,
Acta ArqucoiÓIÍC' Hispjnica J. Madrid, 1943.
-
133-
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10
Flg, 6
-134 -
(1/1 )
[page-n-135]
EL BOVAl.AR
11
let» de Alcosebre, no lejos de Alcalá, descubierta casualmente en 186.3
al explanar la linea férrea de Valencia a Tarragona.
Notables son los adornos de la tumba núm. 2, que hasta el hallazgo
de El Bovalar eran desconocidos en territorio ibérico. Las tiras de metal
con los extremos doblados y sujetos por otra tira enrollada, han apare cido luego en varias necrópolis, unas veces sueltas y otras enlazadas a
modo de eslabones, componiendo en este caso diferentes ;¡dornos. En los
más ricos y complejos, como los de La Solivella, de Alcalá (3). y los de
La Pedrera, de Vallfogona, es lo más probable que se trate de pectorales.
Las pequeñas arandelas sueltas con sólo uno o dos eslabones de los que
penden sendos colgantes esferoidales, aunque de ejecución menos cuida·
da, ya se conocían antes del hallazgo de El Bovalar en la cultura posthallstáttica deJa Meseta (4) .
Ese sabor hallstáttico se acen1úa en las cadenillas que aquí aparecieron con notable profusión. Las tres largas tiras de las que pende un trozo
terminado por dos anillos con apéndices esferoidales, se encontraron extendidas como envolviendo la urna núm. 7. Con ellas apareció la figurilla
en forma de ave que lleva ensartados otros tres colgantes de idéntica
forma, es decir, terminados por un par de anillos con corto vástago y
apéndice esferoidaL En el propio Hallstatt se han exhumado grandes y
hermosas fibulas semilunares con figuras zoomorfas estilizadas, de las
que penden también cadenillas, term inadas por plaquetas repujadas en
lugar de los anillos con apéndices esferoidales (5). Las numerosas series
de tres eslabones con ese mismo apéndice que contenían las tumbas números 2 y 5 ya nos eran conocidas por algunas piezas sueltas encontradas
en poblados ibéricos, pero nunca las hallamos en esta forma masiva; caso
que se ha repetido últimamente en las necrópolis de La Pedrera y Can
Canyis (6). En ese mismo ambiente cultural hay que situar los colgantes
sueltos de forma cónica alargada, que en La Solivella penden de eslabo·
nes hechos con tiras de metal dobladas y sujetas por otras tiras retorcidas en espiral.
(3) D. PLETCHBR VALLS: "Lo necrópolis ibc!rlca de Lo Solivellll (Alcal& dt Chiven, CasteUón de la Plana)". Crónica del VII Congreso Nacional de Atqueologia (BarCt'lona, 1961). Zorngozs, 1962; p:ig. 261.
U. PLETCHBR VALLS: "I.a necrópolis de Lo Solivellll (Alcati de Clúvcrt)''. Trabajos Varios del S. l. P., núm. 32. Valencia, !965.
(4) J, CABRE: "Excavaciones de Las Cogotas, Cardeñosa (Avüa), II. Lo necr6polia".
Mttn<~ria de la Junta Supaior de Excavaciones y Antigüedades núm. 120. Madrid, 1932.
(5) K. KROMER: "Das Griibecfcld von Hallsrat~', Association Intcmationale d'Arcbeologie Classique, monograplúe l . Fir=, 1959. Aparea: esta fíbula en los ajuares dt
las tumbas de incineración núma. 87, 94, 174, 239, 384, 505, 551, 606, 716, 900 y 943.
(6) S. VlLASECA, J. M. SOLE y R. MA¡;jE: "La necrópolis de Can Canyis (Banyeres, prov. de l"IIIIIIgOna)". Trabajos dtl Seminario dt Historia Primitiva del Hombre,
VIU. Madrid, 1963.
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11
P. IIST1IVa GALV1!Z
(1/ll
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SI. BOVALAQ
13
Pero los elementos fundamentales para discutir la probable cronología de esta necrópolis son los broches de cinturón y la fíbula de arco. Al
broche sencillo, provisto de un solo garfio, se le atribuye, con razón, una
fecha bastante temprana. Ya aparece en Agullana, aunque en una de las
tumbas más recientes en la que sus excavadores creen ver probables Influencias greco-romanas (7) y en el túmulo G de El Acebuchal, de Car·
mona, que el Dr. Schüle sitúa en los comienzos de l s. VI a. C. (8) ; pero
con marcadas diferencias en cuanto a su decoración, pues mientras el de
Agu!lana lleva un sencillo burilado en zig-zag, e l de El Acebuchal se decora por incisiones profundas, o mejor aún, con un a ltorrelieve obtenido
directamente del molde al fundir el broche, caso que se repite ecn el Tos·
sal Redó, uno de los poblados ibéricos más antiguos de la Tierra Baja
aragonesa (9). Los broches sencillos exhumados últimamente en las ricas
necrópol is de Can Canyis y La Pedrera, de Vallfogona, nos dan indistintamente ambas técnicas decorativas con un predominio de surcos o inci·
siones profundas. En cambio, en los de El Bovalar los adornos se obtuvieron por el estampado de lfneas que dejan en resalte pequeños circulas
( «grenetis») siguiendo los bordes, o bien trazando un motivo discoidal
en el centro de la pieza. En la base, ia decoración se enriquece ::on
fajas de cortos y finos trazos oblicuos grabados a buril dispuestos en zig ·
zag. Técnica y motivos que serán luego muy característicos de los gran·
des broches de tres garfios y aún de muchas placas de cinturón de la
cultura post-hallstáttica de )a Meseta. La ausencia de estas formas tar·
dlas en El Bovalar es lo más probable que no sea accidental, ya que las
dos tumbas de guerreros que al!! se exhumaron (números 1 y :Z) contenían sendos broches de un solo garfio, idénticos por su forma y decoración. De lo cual inferimos que deben señalar una secuencia mmediata
mente anterior a los de varios garfios; momento de transición en que el
tipo arcaico mejora su técnica y crea un orden decorativo que aquél asi·
mila y lo hace propio. Además, también los hemos de suponer relativamente tardíos porque en ellos el contorno se complica con .los apéndices
laterales que faltan en el tipo anterior.
Al parecer, una cronología más segura podría obtenerse por la fíbula
(7) P. DE PALOL: "Avo.ru:e de los bJII!a2:gos de la nectópolls de Agullana", Ampu-
rins, VI. Borcclon•, 1944; pág. 97.
]. MALUQUER DE MOTES : "Los bronces (de la ncaópolis de Agullana}", Ampunas, VI. Barcelona, 1944; pág. 112.
(8) G . SCHULE: "Las mis anrlgWI$ übulas C:Oil pie alto y b.Uesta", Revista de Accluvos, Bíbliotccas y Museos, LXL'\':, J. Madrid, 1961; pág. 339 y $S.
(9} P. BOSCH GIMPERA: "Q¡mp111ya ai'Cjueológica de l'fnstitut d'Estudis Olta!B.IlS
al limit de Oltalunya i Alllgó (Qlsere!, Ca!accit i MaQllió)". Anuurl de l'lnstitut d'Estudis
Oltalorn, V. lltlredona, 1915 ¡ pág. 8f9.
18
137 -
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14
P. ~GAL'I'ZZ
PI¡. 8
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lS
SL SOVAL\R
de pie alto, ya que en la tumba núm 9 de la muralla N. E. de Ampurias s~
asocia con cerámica griega clasificada como corintia y situada en la segunda mitad del siglo VI a. C. (10), fecha dada también por ej Dr. Schü·
fe a l ya citado túmulo G de El AcebuchaJ. precisamente basándose .:!n
una hermosa fibula de plata con largo pie y botón levantado.
Ahora bien, aunque la fíbula de El Bovalar es grande, con e l puente
de sección redonda y algo ensanchado, el pie a largado con profunda mor·
taja y el botón levantado, o sea un ejemplar clásico por su tipología y evidentemente antiguo, no creemos pueda retrotraerse hasta los c.omienzo5
del siglo V I a. C. Nos basamos para ello ante todo en la cerámica, que
aquí está siempre hecha a torno mientras que en la tum~ núon. 9 de !a
muralla N.E. de Ampurias los vasos indígenas hechos a mano siguen for·
mas arcaicas y tan sólo lo Importado supone una innovación. Desgracia·
damente, de las urnas de El Bovalar apenas logramos reunir a lgunos fragmentos sueltos que corresponden a porciones medias y sólo sabemos por
referencias que eran ovoides. Pero aún así tienen para nosotros el mérito
de atestiguar el uso de la rueda de alfarero en el E. de la península ya
en una fecha temprana, que, gracias a los ajuares que les acompañaban
podemos remontar hacia mediados del sig lo V a. C. Observación ésta que
hicimos por vez primera en las sepulturas ibéricas de Benicarfó y luego
hemos comprobado plenamente en otras necrópolis, especialmente en fas
inmediaciones de Tirig, donde las urnas, alguna vez hechas a mano y con
más frecuencia a torno, ya dan los perfiles clásicos de esta cerámica e
incluso la decoración de bandas a veces onduladas pintadas en rojo oscu·
ro. Como algunos ajuares son más arcaicos que los de la necrópolis de El
Bovalar, hemos de concluir que la adopción del torno hubo de realizarse
pronto en estas tierras del Este de la Penínslua abiertas al tráfico marl·
timo, y a lo que parece fueron las especies jónicas las que má; influye·
ron en los orígenes de la cerámica Ibérica. A esa misma corriente cul tural
hemos de atribuir también, en e l caso concreto de El Bovalar, la figurilla
de bronce representando una cabeza de carnero que por su bello estilo y
sobrio modelado recuerda poderosamente el arte helénico hacia el
siglo V a. C.
(JO) M. ALMAGRO: ''Las necrópolís de Ampurias''. Vol.
386.
cina
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n.
Barcelona, 19SS; p:l-
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Flg, g
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llL IIOYALAll
17
PARALELOS
Desde luego, el poblado de la uTossa Alta» tiene numerosos para
lelos en este sector de la costa oriental de la Península y sobre ello no
vamos a insistir. Pero tampoco son raros ¡¡quí los hallazgos de necrópolis
ibéricas semejantes a la del Bovalar (fig. 12). En el mismo Mnestrazgo
se conocen la do «Eis Espleters», de Salsadella, la de «Les Sitges», de
Torre En Domenech, y el sepulcro de «Mas d'En Rieres», de Cuevas da
Vinromá, en cuyos lugares también existen restos de poblados.
En la necrópolis de Salsadella se encontraron cuatro urnas alineadas
d'! Este a Oeste y una extraña construcción cuyas paredes de piedra seca
cerraban reducidos y hondos espacios cuadrangulares a modo de cistas,
cubiertos por sendas losas. Una de las cámaras sólo contenía cenizas y
huesos calcinados; en la otra se halló una urna esférica hech.:~ a mano,
de amplia boca acampanada y pie cónico postizo, con un ajuar compuesto de un collar tubular de bronce decorado por incisiones estampadas,
una placa de cinturón con incrustaciones de plata, y numerosos brazaletes
lisos recortados en delgadas láminas de cobre, tres cuchillos curvos y una
gran lanza de hierro idéntica a la de uEI Bovalan; ( 11 ).
Más importante todavía era la inmediata necrópolis del «Mas Nou
de Bernabé», que hubo de pertenecer a otro sector del m•smo poblado.
Aquí, durante cerca de veinte años, al mejorar el suelo para el cultivo
se fueron exhumando urnas cinerarias, alguna vez hechas a mano y con
más frecuencia a torno, ovoides, de «cierre hermético», o bien sin tapadera, con ancha boca de borde moldurado, acompañadas de ricos ajuares,
que comprenden un corto inventarlo de armas de hierro y muchos adornos de bronce: cadenillas; fíbulas de doble resorte o de pie alto; sencillos broches de cinturón de un solo garfio decorados alguna vez con incisiones a buril y con más frecuencia por hondos surcos o adornos en
relieve; algún broche más evolucionado provisto de tres garfios con rica
decoración estampada; anillos; colgantes, y numerosos brazaletes recortados en delgadas láminas o de sección cuadrada o en cinta y decorados
por finas lineas paralelas incisas, en fajas tranversas o en bandas angulares.
Los sepulcros de incineración de Torre En Domenech, encontradol
casualmente al roturar un campo y destruidos a continuación, contenían
(11) J. COLOMINAS: "Els mterratmnls deis Esplc1cn a Salaaddla", Anuari de
rinsrirut d'Enudis C.taiAns, VL &rcdona, 1923; pA¡. 616.
- 141 -
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11
P. 8STI!VE OAJ.VEZ
do~
puntas de lanza, una talcata, un ((SOiiferreum» y otros objetos que St'
nan perdido.
La uma cineraria nallada en el uMas d'En Rieres» entre ~lsadella y
Cuevas de Vinromá, iba acompañada de armas de nierro parecidas y un
anillo de bronce que llevaba grabado un monstruo, especie de león con
cabeza numana (12.).
El profesor Boscn estima que estos sepulcros pertenecen al primer
periodo de la segunda Edad del Hierro, o sea entre los siglos V y IV a.
J. C., notando en ellos fuertes supervivencias nallstátticas que deben
proceder, no de la cultura postnallstáttica del centro de España, sino de
los campos de urnas de la costa catalana, coincidiendo en ello con las
estaciones contemporáneas del Bajo Aragón (13)
Plg. 10
(1/1)
La extensión de los «urnenfelder» de Cataluña nasta la Plana de Cas
tellón en época temprana ya lo comprobamos nosotros arqueolog•camente en 1924, siquiera fuese tan sólo por escasos fragmentos de cerámica con la típica decoración de surcos acanalados o bien finas lineas •ndsas
que trazan cruces o meandros. Pero como esta cerámica coincide aqui
con la esgrafiada o exCJsa, propia de la cultura de lo; túmulos, nemos
de admitir también un desplazamiento de gentes del interior de la Península, que llegaron a la costa valenciana a través de los macizos ibéricos (14).
Entrando ya de lleno en la Edad del Hierro, los sepulcros de «El Boverob, cerca de Almazora, nos dan una cerámica lisa con interesantes
tipos de umas, entre los que destaca el perfil bicóníco, derivado de una
(12) j. J. SENENT mAAEZ · ~Esucions ibüiqu" entre cl riu Cenia y el MUan
(CasreU6)", An.._ri de l'Irutirur d'l!srudis Caralona, Vl. Barc:clOilJI, 1923; p~¡. 619.
(13) P. BOSCH GIMPERA: "His problcmes on¡ueolóeics de lo provincia de CasteU6", lloletln de In Sociedad Caarelloncnse de Culturo, V. Ca$ttllón, 1924; pllg. 81.
(14) F. ESTl!VB GALVEZ: "Un poblodo de la Primu• Edad del Hierro en la
Plana de Castdlóo", Ampurias VI. Barc:clona, 1944; ¡x\¡¡. 141.
-142-
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EL BOVALAR
19
forma muy corriente en las necrópolis catalanas y claro precedente de fa
urna de Salsadella. Algunos bronces, como navajas de afeitar y fíbulas
de codo, hallados estos últimos años en la Plana de Castell6n, prueban
la incorporación plena de estas comarcas al gran movimiento cultural que
se observa entonces por un ancho espacio del Occidente de Europa ( 15).
Y ello explica la persistencia de e lementos culturales propios de la primera Edad del Hierro en las más antiguas necrópolis ibéricas del Maes·
trazgo.
Ahora bien, dada la posición geográfica de la necrópolis de «El Bovalar», sus mejores paralelos hay q ue buscarlos a lo largo de la costa: en
la Plana de Caste116n, en la Ribera de Cabanes y en el Llano de Alcalá.
F!g,
u
( 1/1)
Desgraciadamente la mayorfa de los hallazgos que se conocen en estos
lugares son de fecha temprana, cuando nuestra arqueología ibérica era
casi desconocida y además suelen Ir acompañados de noticias bastanN
confusas. Tal ocurre con la necrópolís de «El Pujol» o <;Pujoleh>, cerca
del Grao de Castellón, encontrada casualmente al desmontar un al terón
del suelo que se creyó túmulo, bajo e.l cua.l aparecieron «Cuencos de barro cocido, huesos calcinados, cenizas, dos hebillas de bronce, al parecer
(15} Entre ellos, sólo publicados algunos bronces de una nca6polis destruida cen:a
de Nu!cs, V. ) . MARTINEZ SANTA-OLALLA: "EscondJ:ijo de la E
Antropología, ElDOgrafía y Prehistoria, xvn. Madrid, 1942; pá¡:. 127.
-
143-
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20
F. BSTJM! Ghl:VllZ
de correa o ceñidor estrecho, una tacita de tierra gris, bien labrada¡ un
pedazo del mismo barro en forma de cono y taladrado en su centro «que
debió ser una fusayolal> ( 16). De aqui procede también la tan conocida
lámina de plomo con inscripción ibérica que hoy guarda el Museo Arqueológico Nacional ( 17). Las observaciones que hemos realizado en este
lugar ponen en duda el carácter funerario que se le viene atribuyendo. El
«Pujolet» resalta como una mota del suelo firme entre las tierras bajas y
húmedas del litoral y por esa circunstancia fue motivo de atracción para
las poblaciones primitivas. La más vieja ocupación 'orresponde a un Neo·
lítico muy arcaico, que sólo dejó algún fondo de cabaña mal conservado,
con escasos sílex atipicos, cantos de caliza desbastados, huesos de animales y conchas de moluscos marinos. La pieza más notable es un brazalete sin concluir obtenido desgastándole el dorso a una gran va lva de
pectúnculo. Muy por encima, como a unos dos metros, vienen a situarse
los restos de un denso poblado ibérico, con ruinas poco notables, porqu~
la falta de piedra obligó a construir gruesas paredes de cantos rodados y
arcilla apelmazada, y también los solados de las habitaciones suelen estar hechos con guijarros procedentes de la playa inmediata. En la cerámica domina lo fino con decoración pintada de sencilla geometría : ban·
das, triángulos, ondulaciones a peine o círculos concéntricos a compás.
Estas observaciones nuestras se refieren al sector oriental, que venía a ser
como un tercio del montlculo, lo único que se mantuvo sin desmontar
hasta hace un par de decenios. Es muy posible que hacia el N.O., en la
finca del Sr. Gasset, donde se hicteron los hallazgos de 1851, estuvtera
la necrópolis, lo cual explicaría la presencia de cenizas y huesos ca lcinados, aunque el plomo escrito y enrollado, al estilo de los de Covalta, La
Serreta, La Bastida y Liria, hable más en favor de un poblado que de un
cementerio. Pero desde luego debe desecharse la idea de que el monttculo era realmente un túmulo.
Y lo mismo cabe pensar de los otros «pujols» que existen en la Plana, que a raíz del descubrimiento del Grao se suponían también necrópolis. Hoy se les ve tan destruidos que sólo pueden localizarse por el
topónimo y de lo primitivo quedará muy poco, arrasados como están, por
un cultivo intensivo. En alguno, como el de Burgaleta, cerca del camino
de Raf
(16) F. AL MARCHE: "La antigu• civilización lbúlca en el Reino e&. Valencia".
Valencia, 1918; p5g. 35 y 36.
(17) G-. D. LORICHS: "Rech<=hcs numismAtiques concemant princípalcm
-
144 -
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21
EL DOVAJ.Aa
neraria en el interior de un ligero alter6n del suelo, pero extenso, que
pudo ser un pequeño túmulo (18).
En cambio en el Llano de Albala t, sobre todo hacia su parte media,
Necrópolis Ibéricas
del
"'-.'\,
LITORAL
ILERCAVON ''\,
1a Els Etpt•t~TI (Salsodtllo)
2cMo5 Uou d&t 8•rnabi (SotsacftUa)
3.Mo.s d'EnRí•reS{Cutvas t:f• ~inroP'Id)
'~t•s SIIJ•s (Torrt" EnOonler'I•Ctl)
S.a El Pujot•t (Ca.stt"llén)
h El Ouadro (Cc.s·t-~tót\o)
1• Ton~ d•lo ~a (Coton•l.J
el to
~,.,.,,.,o
(Cebo." u)
9. Flflta d# Tdrr&tlJa (CCbul'ts)
10atu TcrreJ (Ccbcnes)
lht'l Putftlo (Cobc.n.es)
12• it roual~t (Aicoló d• .XlverU
1), Finta dr Bos.ch (>\lcofd de lUvtrO
lt.c Lo Sollvttla (Aica.td dt JhvtrU
1~1 Corro/ d•l R()yo {Aicold d• XiverU
IS.Ccrrttl'fo 111 8crcef4naCAieal4 ):•v•rt)
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f/ Bo~alor O!•ntcer )
18tl>los dt Capuó CTroi,utrc)
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20... Lo Potrna flortos.o)
:t:Cotrtortu (Tt"rtosa)
&
Fig, 12.
o sea, en la Ribera de Cabanes, es seguro que en diferentes ocasiones se
han encontrado sepulcros atslados o agrupados en verdaderos cemente·
nos. Los hallazgos se hicieron cerca de eLes Torres» y en las fincas de
(18) V. Memoria d: la Sociedad Arqueolócia
pi.¡¡. 8 y SS.
19
145 -
Val~ndam
en 1878. Valt:ncia, 1879;
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«Tárrega», «Pitaren», «El Pulido», aConfit», e La Se:'lieta» y de formcl
más masiva en las inmediaciones de la «Torre de la Sal», donde se exhu
maron no menos de sesenta sepu lturas ( 19) Las u rnas, siempre hecha~
a tomo y a veces p1ntadas con bandas de lineas paralelas o círculos con·
céntricos, dan formas ibéricas muy típicas, como el vaso ovoide con ta·
padera cónica que se le ajusta por apéndices perforado~ en sentido ver·
tical. El ajuilr consiste también en adornos de bronce: flbulas, anillos en
espora! y brazaletes ovalados sin botones terminales, decorados a vec~s
por finas 1ncisiones.
Mucho más ricas en hal lazgos y mejor conocidas son las necrópolis
obéricas de Alcalá de Ch1vert Las excavaciones que a fines del soglo XVIII
se realizaron por el Príncipe Pio en el «Corral de Royo» pusieron al descubierto cuatro urnas cinerarias acompañadas de a lgunas armas de h ierro,
como cubos de lanza e «ídolos de bronce figurando ciervos paletos» (20)
De una construcción Inmediata procede la lápida estudiada por Masdeu
De la necrópolis del <
ocupaba una especie de nicho de toscas piedras, lo que nos hace suponer
que fueron depositadas en pequeñas cistas. Otras dos urnas se encontnl
ron allí cerca con ocasión de abrir un pozo para instalar una noria. Pe; o
sólo cuatro vasos pudieron recogerse enteros, siendo uno estérico, sin
cuel lo y «de tipo primi tivo, mientras los otros tres eran ovoides y con
bordes salientes». El mobiliario comprendía· restos Informes de armas de
hierro, muchos objetos de cobre, entre ellos «una fíbula de arco, anillos
braza letes y cuentas de collar de vidrio con embutidos de past,, y esmal·
IEl» (21 ).
Joulin habla tamb1én de una necrópolis de incineración que se en·
contró cerca de Alcalá en la carretera de Almansa a Tarragona, a unos
SO km. al norte de Castell6n. Las cenizas se habían recogido en vasos
(19) ALMARCHll Op. dt. IIOUI 16, pi¡ 85. Las necrópolis warilln en los c:am·
pn.
pi¡¡. 624 y u. Su descubridor, O. JOAQUIN PBRIS, concreta mejor los hallugos m •u
atlfculo: "l!scan:cos arqucol6gicos. CasteU6n 1 !\1$ crreanlu". Boleún de b Sociedad CastUloncme de Cultlltll, 111. Ca$tdl6n, 1922; p:\¡. Z\8.
(ZO) A. VALCARCnt. PIO DE St\BOYA: ''lnsc:ripciones y antigüedadu dd Reino
de Vole~in", Memorias de la Real Ac:ndemin de la Hiatori".L'l;'lll. Madrid, 1852; pag. 10.
(21) j. ZARAGOZA: Conferencia ~brc Alcalá de Ulisvcrt, pronunciada d l de
diciembre de 1876 (Boleún de la Socied>d Geosrifica de Madrid).
1!. CARTAILHAC: "lA ag., pro!bistoriques de I'Espognc ct du Ponupl'', Paris,
1886, pag. 296.
ALMARCitt!: Op. cit. noto 16, pAg. S7.
-
14G-
[page-n-147]
en forma de olla e iban acompañadas de anillos de hierro, fibulas y brd
zaletes de bronce (22)
Durante el siglo XIX se hicieron otros hallazgos en término efe Alcalá
sin que se sepa el lugar exacto de su procedencia, salvo la notoda de ha·
berse encontrado 16 umas cinerarias cerca de una propoedüd de don DI
mas Bosch, donde parece que hubo importantes ruinas romana~ (23)
Hdce unos años, en la partida de «la Solivella», del mosmo término
de Alcalá, se ha descubierto una nueva 2:ona de necrópolis cuyo estudoo
ha sido recoentemente publicado por el Servicoo de Investigación Prehis·
tórica de Valencia, lo que nos exime de más detallada exposición (24)
En el llano de Benicarl6 la necrópolis de c
cerca de Traoguera, al roturar un campo se hallaron hasta rrece «ánforas
conerarias» y «en todas ellas se encontró lo mismo. los huesos de un esqueleto humano y una lanza rota» (25)
Dejando las lhlnuras costeras del Maestrazgo y pasando al Bajo Ebr:>,
Amposta nos ha librado estos últimos años dos importantes necrópolis.
que acaso estén en relaco6n con la antigua Hibera, cabez;. de la llerc.1 ·
venia.
La de «la Orlola» se halla a poco más de un km al sur de la ciuda-i
y aunque fue destruida al roturar el suelo en 1926, todavía ha propor
clonado restos de unas treinta sepul tu ras, con urnas ovoides provistas de
t<:~padera cónica que se ajusta al vaso por las típicas orejas; otras abierta~ con reborde moldurado y una curoosa forma ovoide-aplastada con ta
padera <:bollada al iguül que el fondo en lugar del clásico botón termo
nal La decoración es sencilla, de lineas paralelas en bandas horizontales
o bien cortas ondulaciones que cuelgan del borde Los ajuares compren·
den las armas de hierro corrientes en las necrópolis del Maestrazgo; bra·
zaletes muy fragmentados, fíbulas de arco que en dos casos se rodean d un aro constituyendo un tipo de transición de la fíbula de pie alto a lil
anular hispánica, y hermosos óroches de conturón decorados por líneas
estampadas a troquel, todo lo cua l creemos que puede situarse cronoló
gicamente poco después del 450 antes de J . e
(22) L. JOlJUN: ''Les Asea protoluttoriques cbns le Sud de la Fraru:c et cbns la
Pcnfntulc Hispanlque", Re\·ue Archeo!ogique, ll, Pacis, 1910; pog. 202.
(23) Noojcia histódcn de la Academia o rc¡umcn de sus ac:tns desde el n•lo 1821 basto
concluir el de 1831, ltído en IUI Juntas del mes de mar:zo de 1832, poi¡¡. 16.
J. CHILLIOA: "Hnllaxgos arqueolósicos en Alctlá de Chisvcn", Correo Ibérico, número 1.279. 1'onou, 2 de mayo de 1908.
(24) FLI!TCHER: Op. cio. """' 3.
(ZS) B. MUNDrNA M lLALLAVE: "Historia seo¡rifico-esudfstic:oo de 14 provineio
de Oalltcllón". CasteUón, 1873: nrt. Trai¡utn~, póg. 587,
Un~ breve nooo •obn: In nrqucologla de esta comnrca, con 14 primero noticia de lo
cccrópolis del Bovalar en F. BSTEVE GALVEZ: "HAllazgos arqueolclaicos en el Uano
d" lknicarl6", La Zucb, z.• ep., L U, nWn. 14. Tono..., 1956; pág. 265.
-
H7 -
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24
P. I!STIM! GALVI!Z
De la necrópolis de «La Palma», situada también cerca de Amposta
al otro lado del río, proceden umas semejantes con ajuares mejor conser·
vados por hallarse en campos someramente roturados. El hierro escasea,
pero en cambio los adornos de bronce forman un hermoso conjunto: tor·
oues y brazaletes de sección redonda terminados en pomo; fíbulas de
doble resorte; collares y largas cadenillas Material arqueológico que pre·
senta caracteres algo más arcaicos que el de «La Oriola» y suponemos
de un momento inmediatamente anterior hacia mediados del stglo V an·
tes de J. C.
Por último, más al Norte, ju11to a uCamarles» y en el mismo lugar
donde apareció la supuesta «favissa» con abundantes pebeteros, parece
que hubo también una necrópolis, pues de alli procede un vaso algo tardío, especie de «pyxis» sin tapadera, co11 fina decoración geométrica,
que se halló incompleto pero conteniendo todavla buena parte de las ce
ntzas funerarias.
-148-
[page-n-149]
EST EVE.-EI Bo,·alar
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