La Bastida de les Alcuses (Moixent): resultados de los trabajos de excavación y restauración. Años 1990-1995
Enrique Díes Cusí
Helena Bonet Rosado
Nuria Álvarez García
Guillem Pérez Jordà
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ARCHIVO DE PREHISTORIA LEVANTINA
Vol. XXII (Valencia, 1997)
Enrique DíES, Helena BoNET*, Nuria ÁLvAREZ y Guillem PÉREZ
JORDA
LA BASTIDA DE LES ALCUSES (MOIXENT): RESULTADOS DE LOS
TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN. AÑOS 1990-1995
El yacimiento de La Bastida de les Alcuses está situado en la confluencia de dos vías naturales que permiten el acceso a la Meseta desde el litoral mediterráneo: el corredor de Montesa
(lám. U, B), que corresponde a la comarca de la Costera y el curso del río Vinalopó. Se levanta
en el extremo occidental de la Serra Grossa (741 m.s.n.m.) y con sus casi ocho hectáreas de
superficie (láms. I y JI, A) es uno de los grandes yacimientos valencianos perteneciente al área
ibérica contestana (figs. 1 y 2).
En 1909, D. Luis Tortosa comunicó a D. Isidro Ballester Tormo la presencia en la loma de
La Bastida, en el Pla de les Alcuses, de restos antiguos de un gran poblado. Su elección, en
1928, como primera intervención oficial del Servicio de Investigación Prehistórica (S.I.P.) y los
hallazgos que se produjeron a lo largo de cuatro campañas sucesivas, desde 1928 a 1931
(BALLESTER y PERICOT, 1929), convirtieron a este yacimiento en un hito básico de la investigación arqueológica valenciana, no sólo por sus características intrínsecas sino porque fue clave,
junto a los hallazgos en el Tossal de Sant Miquel de Llíria, para iniciar una dinámica de investigación que ha durado hasta nuestros días.
Salvo un pequeño sondeo realizado en 1952 por Lamboglia (1954), no se han hecho nuevas
excavaciones en el yacimiento hasta 1993 siendo, por tanto, la publicación de los cien primeros
departamentos (FLETCHER et alii, 1965 y 1969) prácticamente la única documentación que ha
permitido que la bibliografía especializada no olvidase su existencia. A excepción de los trabajos
de Llobregat (1972) y Santos Velasco (1986) sobre hipótesis de organización social y espacial
de las estructuras, apenas ha habido aportaciones nuevas a los datos obtenidos por Ballester y
Pericot en el momento de la excavación.
* Servicio de Investigación Prehistórica. Diputación de Valencia.
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Fig. 1.- Mapa de situación de La Bastida de les Alcuses (Moixent).
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Fotografías conservadas en el archivo del S.I.P., tomadas en el curso de una visita en 1962,
muestran el estado en que se encontraba el yacimiento treinta años después de su excavación y
cómo la vegetación enmascaraba completamente los restos. En 1975, el S.I.P. tomó la decisión
de construir un camino de acceso de gran envergadura que permitiese la visita al poblado, así
como su vallado, para impedir los reiterados saqueos que venía sufriendo. Dos años después, se
iniciaron los trabajos de limpieza, desbrozando gran parte de la zona excavada y poniendo al
descubierto todo el perímetro de la muraHa. También se levantaron de nuevo los muros,
mediante piedras del derrumbe colocadas en seco, más como medida preventiva que como
intento de consolidación o restamación.
Sin embargo, La Bastida de les Alcuses es un asentamiento de grandes dimensiones, cuya
interpretación de las estructuras es aún problemática, con una muralla en precario estado de conservación (lám. ]V) de más de un kilómetro de recorrido, jalonada por tres torres conservadas y
cuatro puertas, sin contar el amplio recinto en el extremo oeste, denominado tradicionalmente
como albacara. Todo ello obligaba a que cualquier intervención fuera precedida por la determinación de unos criterios coherentes con los objetivos, caracteósticas y límites de los trabajos de
consolidación y restauración, cuestiones que desarrollarnos en la última parte de este trabajo.
l.
1.1.
TRABAJOS DE CONSOLIDACIÓN Y PUESTA EN VALOR
SITUACIÓN DEL YACIMIENTO E INTERVENCIONES ANTERIORES AL PROYECTO
La zona no excavada se encuentra cubierta por una densa capa de vegetación, tanto arbórea
(pinos, fundamentalmente) como arbustiva, apreciándose la existencia de gran cantidad de
estructuras por excavar, especialmente en las partes más altas del recinto.
En el sector excavado, durante los más de sesenta años transcurridos desde su excavación
ha crecido mucha vegetación que afecta a la conservación de los muros. Por ello, en la zona
objeto de las intervenciones se talaron los pinos y las grandes raíces de algunas plantas arbustivas que afectaban a las estructuras.
Como mencionábamos, entre 1975 y 1986, se llevaron a cabo una serie de trabajos en el
yacimiento que tuvieron como finalidad el vallado, la construcción del camino de acceso, el descubrimiento de todo el peómetro amurallado y la limpieza del área excavada (APARICIO, 1984).
Para la realización del vallado fue necesario delimitar previamente el yacimiento, algo que se
consiguió poniendo al descubierto el paramento exterior de la muralla, por considerarse que no
había evidencias de estructuras fuera de él. Esta excavación no se realízó mediante catas perpendiculares sino mediante una zanja corrida paralela al paramento exterior, lo que imposibilitó
la observación de cualquier resto de trinchera de fundación. Una vez delimitada toda la muralla,
el estrato de derrumbe fue retirado mediante una pala excavadora (lám. V, B) y empleado para
realizar la nivelación sobre la que se construyó la valla.
Al retirarse el nivel original del suelo, unos 30-50 cm más alto del existente actualmente,
dejaron sin protección exterior los cimientos de la muralla, que quedan ahora a la vista, y también desaparecieron las rampas de tierra que permitirían el acceso a las puertas del poblado.
Finalmente, se aprecian en el paramento de la muralla una serie de elementos verticales
(lám. V, A) que sobresalen ligeramente de ella, agrupados de dos en dos a distancias más o
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Fig. 2.- Localización de La Bastida de les Alcuses con indicación de los caminos de acceso y cantera.
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menos regulares (entre 12 y 15 m) y con una distancia entre ellos de 5'2/5'8 m. Dado que esta
última distancia es similar a la de las torres conservadas, creemos que la única interpretación
posible es que se trata de los restos de una serie de torres -siete en total- que jalonaban el
frente oeste, la parte más accesible del poblado que estudiaremos más adelante (fig. 4).
Fuera del área vallada quedan el camino ibérico de acceso y un muro vinculado a su defensa.
No es descartable que una prospección más cuidadosa ofrezca nuevos elementos exteriores.
La limpieza de la zona excavada afectó a los 174 departamentos, en los cuales se cortó la
vegetación y se talaron algunos pinos y arbustos. Sobre los muros originales se levantó un paramento de unos 50170 cm de altura realizado en piedra seca, empleando para ello piedra del
derrumbe. No se realizó señalización alguna que indicase el alzado del nuevo muro por lo que
ha resultado en algún caso bastante difícil diferenciar la parte nueva de la vieja, que sólo
mediante las señales de la meteorización de la roca o por la inexistencia de tierra entre los bloques podía determinarse. Como parte de los elementos constructivos empleados en esta actuación hallamos tanto fragmentos de molino como restos de adobes, molduras y revestimientos
que han sido de gran interés para la interpretación del alzado y cubierta de las casas.
1.2.
LA INTERVENCIÓN EN EL YACIMIENTO ENTRE 1990 Y 1995 (1)
Desde el inicio del proyecto de consolidación y restauración se puso en evidencia que había
una gran cantidad de información sin analizar de las primeras excavaciones, especialmente en
lo referente a arquitectura, urbanismo y localización in situ de materiales. Asímismo, todavía
estaba pendiente un estudio de explotación del entorno para situar el yacimiento, en una zona
que presenta desde antiguo un poblamiento muy denso. El proyecto de restauración y consolidación de La Bastida ha sido realizado por los arquitectos Julián Esteban y Ricardo Sicluna,
junto a los arqueólogos Helena Bonet y Enrique Díes.
Hasta el momento se han ejecutado tres fases del proyecto. En la primera (1990-1991 ), se
realizó un informe sobre el estado de las estructuras y una propuesta de consolidación y restauración, así como el diseño de un itinerario de visita. A partir de todos estos datos se llevó a cabo
la limpieza del mencionado recorrido así como la consolidación y restauración de las casas 1, 2
y 3. Finalmente, se colocaron ocho carteles (lám. XI, B) en los que se enmarcaba el yacimiento
dentro de la cultura ibérica, en su entorno geográfico, y se hacía especial hincapié en el sistema
defensivo, en las técnicas constructivas y en el urbanismo. En la segunda fase (1991-1992) se
acometió la consolidación y restauración de las casas 4, 6, 7, 8 y 9, diseñándose nuevos carteles
explicativos referentes a la funcionalídad de las viviendas. Finalmente, se llevó a cabo la tercera
fase (1993-1995) en el frente oeste de la muralla, para lo cual se realizaron dos sondeos en el
interior de la Muralla Oeste y uno en el exterior de la Torre Este, ya que era el único lugar donde
se conservaba el derrumbe exterior (fig. 4 y lám. I).
(1) Las intervenciones arqueológicas que aquí se resumen forman parte de un amplio proyecto de investigación del yacimiento
ibérico y de su entorno que se viene desarrollando desde 1992. A la espera de la publicación definitiva de los resultados, queremos mencionar y agradecer el esfuerzo de todos aquellos que han colaborado en su desarrollo: Francisca Rubio, Josep Castelló, Luis Gimeno,
Pascual Costa, arqueólogos, y M• José López y Amparo Garnir, estudiantes; así como de aquellos que participaron en la excavación de
1995: Ángeles Badía, Elsa Pacheco, Aurora López, José Medart. Finalmente, aquellos que han colaborado en la realización de prospecciones, e.ntre los que queremos agradecer especialmente la ayuda de Ricardo González Villaescusa y Pilar Fumanal, así como a Pérez
Ballester, director del proyecto de Prospección que se viene realizando sobre el poblamiento ibérico en el Valle de Montesa.
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Fig. 3.- Planimetría de La Bastida de les Alcuses y detalles de las torres 11 y m del lienzo oeste (A),
de la Puerta Norte (8) y de la Torre Este (C) (según E. CorteU y J.M" Segura).
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Fig. 4.- Planta de La Bastida de les Alcuses con indicación d~ l~ manzan~ restauradas
y de los sondeos de excavación. Años 1990-1995.
En 1995 se realizó una campaña de excavación ordinaria, en los departamentos 248, 249
y 250, que ha confirmado las hipótesis constructivas planteadas durante los trabajos de consolidación y restauración, y ha permitido precisar la datación de las estructuras. Al mismo tiempo
que la localización de los materiales in situ ha servido para conocer nuevos datos sobre la funcionalidad interna de las viviendas y sobre la economía de los moradores de La Bastida de les
Alcuses.
2. DATOS URBANÍSTICOS Y ARQUITECTÓNICOS
2.1.
LA INFLUENCIA DEL ENTORNO: PROCEDENCIA DE LOS MATERIALES Y ACCESOS
AL POBLADO
La mayor parte de la piedra utilizada en los muros proviene de la misma montaña, especialmente de las vetas que afloran en la parte superior donde se asienta el poblado. Es una piedra
caliza de muy mala calidad, con abundantes vetas interiores que dificultan su trabajo ya que
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tienden a la fragmentación. Hay, sin embargo, un escaso porcentaje de piedra caliza de mejor
calidad, de tono gris azulado, empleada mayoritariamente en escalones, jambas y cantoneras que
proviene de unas vetas que afloran en la vecina loma situada al sur de la de La Bastida (fig. 2)
y en las cuales hay evidencias de haberse realizado extracción de piedra. Se encuentra apenas a
500 m en línea recta, aunque el tamaño de algunos bloques obligó a los habitantes del poblado
a seguir caminos que pudieran utilizar los carros, lo que suponen casi 3 Km reales.
La tierra arenosa con la que se realizaron lo_s adobes es la que se halla en el lado norte y
que aparece ya desde media ladera. Hay también algunas vetas de arcilla rojiza que fue utilizada para algunos revestimientos.
De un área mayor provendría gran parte de la madera utilizada tanto en la construcción
como en la diferentes labores, suministrada por los cercanos montes que rodean la loma, especialmente por sus lados sur y este.
Ya un poco más alejadas, posiblemente en la zona de Montesa, se encuentran las vetas de
piedra arenisca con la que fueron construidos los molinos hallados en el yacimiento.
Todos estos materiales se llevarían mediante carros, los más pesados, por animales y personas. El yacimiento es accesible sobre todo por el este y el oeste, es decir, las prolongaciones
de la cresta del monte que son las que presentan una pendiente relativamente más suave (fig. 2).
El lado oeste era la subida utilizada tradicionalmente antes de la construcción del nuevo
camino y ya en las primeras campañas se observaron señales de carriladas (FLETCHER et alii,
1965, p. 13) (lám. ID, 3). Éste era el acceso más sencillo y también el más transitado ya que fue
acondicionado para el paso de vehículos, carros con apenas 135/140 cm de eje, como se ha comprobado en las mencionadas carriladas. La erosión ha convertido este antiguo camino en una
torrentera, desapareciendo la tierra original y las nivelaciones que debieron realizarse, aflorando
la roca del terreno en la mayor parte de su trazado. Con todo, los escasos restos de huellas de
carriladas y los recortes en las paredes de piedra evidencian sus antiguas características.
Así, apenas abandonada la llanura, el camino debía de cruzar una serie de afloramientos
rocosos bastante importantes, por lo que fue necesario recortar la roca en una profundidad que
varía entre 0'5 y 2m, con una anchura en tomo a los 2m y a lo largo de unos 120m. A partir
de aquí el camino continúa en una marcada pendiente de 9 grados durante otros 250 m hasta
alcanzar un amplio espacio nivelado a partir del cual el trazado se hace mucho más suave,
siempre por la cresta de la montaña hasta llegar, 75 m más adelante, a un muro de 32m de longitud y 1'5 m de anchura que bloquea el paso. Se abre en él un vano de 2 m por el que podrían
pasar los carros, cuyo pasb parece controlar ya que se limita a cerrar la zona llana por donde
éstos podrían circular. El camino continua idéntico al tramo anterior a lo largo de 350 m basta
llegar al pie del muro del recinto oeste donde se abre la puerta que da acceso al interior de este
recinto y, 150 m más adelante, a la Puerta Oeste en la muralla del poblado (figs. 3 y 4 ).
Hay también algunas evidencias de caminos en sus lados norte, sur y este, aunque todo
parece indicar que se trataría de caminos de herradura, por tanto no accesibles a los carros (fig. 2).
2.2. EL SISTEMA DEFENSIVO
Subiendo desde el oeste se llega hasta un primer muro del recinto, una pared de piedra realizada con un doble paramento de grandes bloques, provenientes del terreno, relleno de tierra y
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Fig. 5.- A: Levantamiento ortofotográfico de los muros del departamento 204 (según R. González). B: Aparejo del frente oeste
de la muralla donde se aprecia el tapiado de la puerta y la Torre 11. Levantamiento ortofotográfico (según R. González).
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cascajo, y de una anchura variable, pero siempre en tomo a los 1'5-2 m. No hay señales de
derrumbe ni evidencias de que haya tenido un alzado de adobe. A todo ello hay que añadir que
este muro, que rodea un espacio de 1'5 Ha., no tiene ningún elemento defensivo como torres o
foso, ni siquiera junto a la puerta. El muro sólo está completo en la parte frontal y se interrumpe
unos metros antes de llegar a la Puerta Sur y varias decenas de metros antes de la Puerta Norte.
En estos tramos sólo se conserva, en ocasiones, el paramento exterior (fig. 3).
Aunque en el interior de este recinto apenas ha aparecido material cerámico ni restos de
viviendas, una prospección cuidadosa ha puesto de relieve la existencia de dos estructuras hasta
ahora inéditas: un departamento de 5 x 4 m, aproximadamente, junto a la puerta del recinto y,
a 60 m de la muralla, un muro de más de 1 m de anchura que cruza transversalmente el espacio
del recinto oeste, formando dos retranqueos en su parte central y con lo que parecen ser restos
de dos contrafuertes en su tramo sur. Este último está construido con bloques de tamaño
mediano y grande, muy semejante en su construcción y características al muro identificado en
el camino de acceso del lado oeste, si bien la densidad de la vegetación no permite su interpretación con claridad.
Por paralelos con el mundo islámico este recinto se ha interpretado como una posible albacara, y así es denominada en la bibliografía, para el refugio del ganado. Sin embargo, el estudio
de sus características constructivas parecen evidenciar dos hechos: que esta estructura no debjó
de terminarse y que, además, protegía las tres puertas más accesibles obligando a quien entrase
a cruzar esta zona, algo que no se sucede nunca en el caso de las verdaderas albacaras.
El área habitada propiamente dicha, de 6'3 Ha. de superficie, estaba defendida por una
muralla de trazado lineal, sin retranqueo alguno y cuyos cambios de dirección son progresivos
y suaves. Sólo presenta elementos de defensa activa en sus extremos este y oeste, coincidiendo
con los caminos de acceso, con mayor importancia en el segundo, donde no sólo se ha concentrado la mayor cantidad de estructuras sino también donde los elementos constructivos alcanzan
una mayor vistosidad y cuidado.
Tres han sido los sondeos realizados en la muralla, dos en el interior de la muralla oeste
(Sondeos MOS 1 y MOS2) y uno en el exterior de la Torre Este (Sondeo TE), en el único punto
donde quedaban restos del derrumbe (fig. 4).
El sector oeste de la muralla es una construcción que varía entre 3' 5 y 4 m de anchura, con
la adición de un elemento de 1'2 m en algunos puntos y que podría tratarse de un sistema de
escaleras de mampostería para acceder al adarve, aunque es una hipótesis pendiente de comprobación. Esta gran amplitud responde no tanto a una necesidad defensiva como a un imperativo técnico que precisa de una base muy ancha para obtener cierta altura (fig. 6).
Tan sólo fue enterrada la hilada inferior, con una profundidad que nunca superó los 50 cm,
sin alcanzar la roca más que en aquellos lugares en los que afloraba, como se ha podido comprobar en los sondeos realizados. Al sur de la Torre m (fig. 6), por ejemplo, la hilada que hace
las veces de cimiento quedó a menos de 20 cm de la roca, que de haberse alcanzado hubiese
garantizado un asentamiento mucho más sólido de la estructura. Por el contrario, las torres sí
profundizan hasta alcanzar terreno estable, lo que estaría justificado por su mayor altura.
Como se ha podido comprobar en el Sondeo MOSl (figs. 4 y 6), el zócalo de piedra es un
paramento exterior de contención de los estratos de tierra apisonada que colmatan el espacio
interior de recinto hasta crear una superficie plana a nivel de los afloramientos interiores de roca.
Este desnivel varía entre 1 y 1'5 m. A partir de esta superficie (Sondeos MOSl y MOS2) se
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Fig. 6.- Secciones de los Sondeos 1 y 11 realizados en el frente oeste de la muralla. Año 1993.
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levantaba el paramento interior de la muralla propiamente dicha hasta alcanzar el zócalo una
altura de unos 3' 5 m.
En el relleno interior de la muralla, según se ha podido apreciar aJ desbrozar su coronarrúento, a distancias regulares de unos 11 m se han hallado hiladas de piedra perpendiculares a
la muralla formadas por un paramento de mampuestos de tamaño mediano/grande. No parece
tratarse de tirantes, sino de límites de «cajas» en la construcción de la muralla para ir subiendo
en altura tramos completos. No es descartable que fuera la obra realizable en un día, lo que daría
para todo el perímetro una duración de las obras, como mínimo, de 3 meses y medio para la
construcción del zócalo.
Sobre él, como puede desprenderse de los estratos de derrumbe localizados en los sondeos
MOS 1 y 2, sobre todo, en el TE (figs. 4 y 7), se elevaba un paramento de adobe hasta alcanzar
una altura total igual a dos veces la del zócalo. Esta técnica rrúxta de pared de adobes sobre
zócalo de piedra en los sistemas defensivos se documenta desde el s. VI a.C. desde Andalucía
a Cataluña, entre otros en los yacimientos de Puente Tablas (Jaén) (RUlZ y MOLINOS, 1993, p.
202), El Oral (San Fulgencio) (ABAD y SALA, 1993, p. 198), o Els Vilars (Arbeca, Lleida)
(JUNYENT et alii, 1994, p. 86). El derrumbe en el sondeo TE ha perrrútido comprobar que sobre
este alzado habría una estructura de piedra, probablemente un solado para el adarve, que era la
misma muralla, dada su anchura, y un parapeto, coronado por almenas realizadas esta vez en
adobe, posiblemente con el extremo superior redondeado (fig. 14) como se viene documentado
para las fortificaciones fenicio-púnicas del Mediterráneo occidental (ACQUARO, 1974, p. 182).
Toda la estructura estaría revestida interna y externamente por una capa de arcilla que homogeneizaba el aspecto exterior de la muralla y justificaba el empleo de bloques tan toscamente
tallados (fig, V, B). No es descartable tampoco, aunque no hay evidencias de ello por el momento,
que toda la muralla y especialmente el extremo oeste, estuviese encalada exteriormente. Es un
sistema decorativo de numerosos paralelos en el mundo mediterráneo cuando se emplea este tipo
de material constructivo, como se ha podido documentar, entre otros, en el Próximo Oriente en
los yacirrúentos de Tell'Arqa (THALMANN, 1979) y Tel Dor (STERN, 1991); en el Mediterráneo
central en Cartago (RAKOB, 1985, 1987a y 1987b), Mozia (ClASCA, 1986) y Kerkouane
(FANTAR, 1984); y ya en la península Ibérica, en los yacimientos de Tejada la Vieja (Huelva)
(FERNÁNDEZ nJRADO, 1987), o Puente Tablas (Jaén) (RUIZ y MOLINOS 1985; 1988), Puig de la
Nau (Benicarló) (OLIVER y GUSI, 1995, pp. 222-223) por citar los casos más antiguos. La altura
total, incluido el parapeto, sería de unos 10m para la muralla y 12 m para las torres (fig. 14).
El resto de Ia muralla parece presentar una técnica constructiva sirrúJar a la del sector oeste,
aunque su anchura es de sólo 2 m. Esto se explica porque defiende las laderas norte y sur, mucho
más pronunciadas y de difícil acceso. La altura total aquí no superaría los cinco metros, a los
que habría que añadir un parapeto similar al anteriormente descrito.
Si la hipótesis de la rutina de trabajo es correcta, el tiempo de realización del total de la
obra no excedería los 14 meses y supondría la dedicación diaria de unas cincuenta personas, de
las cuales sólo la tercera parte deberían tener ciertos conocirrúentos constructivos, dedicándose
el resto al acarreo de piedras y tierra para el relleno.
Como se dijo más arriba, el lado oeste debió de estar protegido por una sucesión de torres
que garantizaban tanto la defensa como la solidez de la muralla y su función como elemento de
prestigio. Se ha podido determinar la situación y dimensiones de las posibles torres desaparecidas, mostrando algunas de ellas evidencias de la retirada mecánica de su derrumbe (ftg. 4).
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Fig. 7.- 1 y 2. Secciones del sondeo de la Torre Este. 3. Planta del sondeo de la Torre Este. Año 1995.
La distancia entre las torres varía entre 11'7 y 16'3 m, dejando aparte el tramo entre las
torres m y IV, que corresponde a la Puerta Oeste y tiene, por tanto, características especiales.
Es una distancia habitual en la fortificación antigua, ya que permite ser batida con facilidad
mediante armas árrojadizas. Las torres tienen u11as dimensiones entre 5'2 y 5'8 m de longitud
(siendo de mayor tamaño la Torre m por tratarse de una construcción posterior y de menor
tamaño la Torre VIII, que cubre un espacio entre torres mucho menor, posiblemente residual en
el trazado) y una anchura, documentada sólo en las Torres I1 y m, de unos 3'5 m.
Esta torres enmarcarían la Puerta Oeste extendiéndose a ambos lados hasta las dos Puertas
Norte y Sur (figs, 3 y 4) y protegerían este punto más accesible, coincidiendo con el camino de
acceso principal. Esta demostración de esfuerzo constructivo concentrado, a la vez que economizado, limitándolo a la zona observable por los visitantes es una combinación de ornato y
defensa, típica de toda muralla de ciudad.
El lado este, como queda dicho, tan sólo era defendido por un bastión (fig. 3; lám. XII, B),
aunque de grandes dimensiones, 10 x 7 m frente a los 5'2 x 3'5 m habituales, sin tener en cuenta
las respectivas anchuras de la muralla. En el resto de la muralla tan sólo se aprecia la existencia,
en la parte central del lado norte, de una estructura de 6 x 1'5 m que parece que puede interpretarse como una posible rampa de acceso a una poterna que daba sobre el camino de ronda y
en las cercanías de una de las mayores plazas junto a él abiertas.
La puerta principal muestra señales de al menos tres fases constructivas, si bien hasta que
se realice una excavación no es posible precisar más sobre ello. En cualquier caso, parece claro
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que fue tapiada con materiales variados entre los que predominan los de tamaño pequeño o
medio, formando un muro de 2 m de anchura (fig. 4). Todo parece indicar que este tapiado
corresponde al momento inmediatamente anterior al ataque y destrucción del poblado, ya que
este sistema es bastante corriente en la poliorcética del mundo antiguo y del que hay ya bastantes ejemplos en el mundo ibérico (GUÉRIN y BONET, 1993; ALFARO, 1991; LILLO, 1993, p.
74). En la actualidad ha sido tapiada, de forma provisional, con piedras de tamaño mediano para
impedir el acceso aJ interior del recinto por esta zona (lám. Vl, B).
De este ataque quedan bastantes evidencias en el sistema defensivo, así como en las señales
de incendio y de saqueo de algunas casas. Junto al tapiado de la puerta hay que mencionar la
reconstrucción de la Torre 111, que fue desplazada algunos metros hacia la Puerta Oeste para
mejorar su defensa. En el sondeo MOS 1, además, el derrumbe presentaba un aspecto distinto al
del MOS2. En éste se podía apreciar una destrucción lenta por erosión, mientras que en el primero los elementos se entremezclaban como evidencia de una caída violenta. En el exterior,
varias piedras desplazadas podrían ser consecuencia de la actividad tradicional de los zapadores
que provocaban la ruina de las murallas asediadas mediante palancas con las que iban sacando
bloques del zócalo. Un poco más allá, la puerta sur también muestra señales de incendio.
De todo ello cabe concluir que el poblado sufrió un primer ataque al cual sobrevivió pero
que supuso la realización de obras de refuerzo para las defensas. Entre ellas, creemos que debe
incluirse el perímetro amurallado denominado albacara y que, quizá por fuerza mayor, nunca
llegó a terminarse. Es probable, incluso, que los materiales que estaban acumulando para la
construcción fueran usados por los atacantes para establecer defensas desde las cuales asediar
la ciudad, posible explicación de las líneas de muros irregulares ante la muralla antes descritas,
2.3. EL SISTEMA VIAL Y EL ACONDICIONAMIENTO HÍDRICO
El sistema vial interno del poblado está condicionado por la necesidad de facilitar la circulación de carros hasta determinadas áreas (fig. 4). Los ejes fundamentales son la Calle Central (2), que parte desde la Puerta Oeste atravesando la ciudad en casi toda su longitud, y los dos
caminos de ronda, al norte y al sur, que se unen en la Calle Central un poco más al este de la
zona excavada. A partir de este punto la montaña se estrecha quedando reducido el espacio a
dos ejes que enmarcan un solo grupo de casas. Pueden ser calles o plazas, pero ambas tienen en
común qt1e no sufren ningún tipo de variación apreciable a lo largo de su historia.
Por el contrario, las calles y plazas que no están vinculadas al tráfico rodado sino al de peatones y ganado, ven reducidas progresivamente sus dimensiones por sucesivas ampliaciones de
viviendas, que se hacen siempre a expensas de estas áreas, o por la construcción de nuevos edificios. Esto podría indicar que la principal funcionalidad de las calles era la de permitir el paso
y el acceso a las casas, por lo que lo único que hay que garantizar es el mantenimiento de la
anchura mínima necesaria, el de un carro en unos casos y el de una persona en otros.
Los datos obtenidos sobre el Conjunto 3 confirman particularmente estas hipótesis. En esta
manzana, tres de las cuatro casas -6, 7 y 8-, presentan entradas que permitirían el paso de
(2) Esta calle aparece citada en la bibliografía como Calle Principal o incluso Calle Mayor. Hemos decidido prescindir de
denominaciones subjetivas en favor del único hecho cierto, que cruza longitudinalmente el poblado por el centro.
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LA BASTIDA DE LES ALCUSES: TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
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carros (fig. 9). La limpieza del espacio 230 ha permitido comprobar que el camino de ronda
mantenía siempre un ancho mínimo de 2 m para permitir el paso de vehículos, siendo recortada
la roca allí donde fue necesario. Al lado del camino de ronda se ha encontrado una plataforma,
junto al departamento 247, que parece ser un muelle de descarga; pero, además, el desnivel existente entre el camino de ronda y el nivel de las casas del Conjunto 3, situadas en la cresta del
cerro, se solucionó mediante la construcción de una rampa que permite llegar basta un espacio
abierto donde la roca fue recortada para permitir el paso hasta las casas 7 y 8. Desde aquí el
carro podía continuar su camino para buscar la entrada de la casa 6; para ello fue necesario construir un muro de contención que determinó así el espacio 231 y que tiene un ancho mínimo de
3'25 m, ensanchándose luego ante la puerta de la casa 6 donde llega a tener 4'25 m para permitir el giro de 90 grados del vehiculo para poder enfilar la puerta.
Como sucedía con el conjunto 1, también la calle denominada espacio 207 sólo permite el
paso de vehículos hasta el departamento habilitado para su entrada, el 197, en cuya esquina hay
un guardacantón. Tampoco es posible el paso a través del espacio 240, que delimita la manzana
3 por el este, ya que todo parece indicar que desde aquí los carros podían descender por una
nueva rampa para volver al camino de ronda.
Otro dato interesante lo ha aportado un sondeo realizado en la Calle Central, frente a la Casa
9, con el cual se intentaba comprobar la estratigrafía de la calle. El suelo, de tierra fuertemente
apisonada de color blanquecino, presenta una ligera pendiente hacia el norte donde, en contacto
con las fachadas de las casas 2 y 9, hay sendos elementos de protección. En el primer caso es
un pequeño zócalo de piedra -apenas dos hiladas- sobre el que hay una capa de tierra amasada o adobe descompuesto; el segundo es un afloramiento rocoso que ha sido recortado y sobre
el que se ha dispuesto igualmente una capa del mismo material que el anterior, a fin de regularizar la superficie. Su anchura varía entre 65 y 80 cm y la altura máxima conservada es de 35
cm. Estos elementos suelen tener como función la protección de las fachadas, tanto de la escorrentía como de los vehículos, sin que podamos considerarlos como aceras propiamente dichas.
También algunas de las pequeñas callejas muestran algún tipo de escalón de contención para
facilitar el paso, así como de elementos de piedra para proteger los edificios de la escorrentía y
canalizar las aguas hacia el centro de la calle.
En este sentido, es necesario hacer una pequeña referencia al acondicionamiento hídrico del
poblado, tanto en lo que se refiere a su obtención como a su distribución y evacuación. La
Bastida de les Alcuses dispone de una gran cisterna (lám. Ill, B) en su parte central, construida
aprovechando una grieta natural que ha sido acondicionada con esta finalidad (fig. 4 ). Tiene unas
dimensiones de 12 x 2 m y una profundidad mínima de 2'5 m, ya que sólo ha sido excavada
parcialmente. Esto da una capacidad total mínima de 60 m3 • No hemos encontrado evidencias
del sistema de cubierta, aunque parece que hay que descartar la bóveda, que no se documenta
en el poblado. Dada la anchura de la boca, no es descartable que tuviese una sistema similar al
de las casas, aunque quizá con un solado. La cisterna, a su vez, determina la organización de
una amplia plaza en Uno de cuyos lados se encuentra un gran edificio que hemos denominado
provisionalmente como Casa 1O.
Esta cisterna está colmatada de piedras y tierra, siendo destacable la aparición de un gran
bloque en su extremo oeste proveniente de uno de los muros. Debemos indicar, además, que
ciertos elementos nos hacen pensar que la cisterna podría estar parcialmente integrada en la Casa
lO, de cuyo techo podría recoger el agua de lluvia, ya que está situada en el punto más elevado
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16
E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDÁ
de la plaza. Además, contaban con las cercanas fuentes, a lo que hay que añadir que el Pla de
les Alcuses es una de las áreas más húmedas de la zona.
No hay elementos de conducción de aguas ni al interior ni al exterior, ni desagües, ni tuberías de piedra, metal o cerámica. Tan sólo se ha comprobado la existencia de acondicionamientos
para evitar la entrada en las casas del agua de lluvia que baja por las fuertes pendientes; para
ello se colocan elementos en bisel, bien artificiales, bien tallando afloramientos rocosos. Los
caminos de ronda y posibles desagües de la muralla servirían para facilitar la definitiva salida
de las aguas sobrantes fuera del poblado. Precisamente, en el sondeo realizado en la TE (fig. 7,
3; lám. XII, A) hemos encontrado un acondicionamiento parecido, mediante la colocación de un
gran bloque cuya función podría haber sido la de desviar las aguas para evitar la erosión de la
base de la muralla. Ello viene a confirmarnos que los que construyen no hacen sino aplicar los
conocimientos que tienen para la construcción de las casas aunque aumentando proporcionalmente las dimensiones de los bloques y la anchura de la estructura. No puede decirse que tengan
una técnica específica para las casas y otra para la muralla. Esto, por supuesto, supone un
esfuerzo mayor de trabajo ya que con mejores cimientos y una mejor disposición y uso de los
materiales constructivos, hubiera sido posible levantar una muralla igual de sólida pero menos
masiva y, por tanto, menos costosa en cuanto a tiempo y esfuerzos se refiere.
2.4.
ADAPTACIÓN AL TERRENO Y URBANISMO
En lo que a la adaptación al terreno se refiere hay que hacer una diferenciación. Por debajo
de las estructuras ahora observables se han evidenciado restos de un urbanismo anterior -Fase
I- distinto en su concepción y realización (lám. Vll, A) y cuya línea de fachadas sigue rigurosamente los afloramientos rocosos, que son tallados y completados con piedra trabajada sacada
del terreno. Los accesos se producen así desde el lado más bajo, mediante escaleras recortadas
en la roca, algo totalmente distinto a lo que sucederá más adelante. El tamaño y forma de las
viviendas parece mucho más pequeño y si bien en algunas zonas es más regular, en otras las
viviendas están aisladas, sin integrarse en manzanas. Sin embargo, las reducidas dimensiones y
extensión de las estructuras identificadas como pertenecientes a esta Fase 1 no permiten adelantar muchas hipótesis hasta que no se obtengan nuevos datos.
En la Fase U, que en algunas casas podemos dividir hasta en tres subfases, se replantea todo
el urbanismo, con la construcción de casas que se alzan sobre pequeñas nivelaciones que sirven
de base a las distintas habitaciones (figs. 8 y 9). El zócalo de los muros es así a la vez cimiento
y muro de contención (fig. 5, A), realizándose rellenos de hasta 60 cm de profundidad que es,
en su mayor parte, la única superficie conservada de las viviendas. Las casas se estructuran hasta
en tres niveles distintos que son salvados mediante escaleras de dos o tres peldaños. Cuando se
realizan ampliaciones nunca se perforan las paredes para comunicar las nuevas estructuras, algo
que debilitaría los muros, sino que sus puertas se abren al exterior, como sucede en la Casa 2,
convirtiéndose así la calle no sólo en un acceso a las casas sino en un elemento de circulación
entre sus diferentes partes. Por el contrario, sí se conoce al menos un caso de una puerta tapiada
resultado de la primera transformación de la Casa 2.
En el Conjunto 3 (fig. 9; lám. 1), su situación en la cresta de la montaña ocasiona que al
menos tres de las casas se dispongan hacia ambas vertientes. Los desniveles son salvados, como
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LA BASTIDA DE LES ALCUSES: TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
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en todos los casos, con pequeñas nivelaciones, pero también deben solucionar el problema de
los afloramientos rocosos que coinciden con la parte más alta de la montaña. Esta roca raras
veces es recortada y cuando lo hacen se aprovecha como base de poste, parte de un eoJosado o
un escalón, Sin embargo, es frecuente que esta zona sea aprovechada como patio central al cual
abren todas las habitaciones, como es el caso de los departamentos 202, 232 y 238.
La Casa l1 (fig. 4) está atravesada por la cresta de 1a montaña, lo que hace que los departamentos 248 y 249 se encuentren en la ladera sur y el 250 en la ladera norte. Creemos que esto
se debe a que la línea divisoria de aguas sigue un trazado irregular lo que provoca que, para
mantener la secuencia de viviendas, algunas coincidan con ella mientras que otras, como la que
nos ocupa, estén dispuestas a horcajadas, por así decirlo.
El urbanismo de La Bastida de les Alcuses está marcado por los ejes principales que hemos
visto y por las comunicaciones secundarias entre ellos. Se delimitan así manzanas de viviendas
que, según el tamaño, pueden estar compuestas hasta por cuatro casas.
En general, podemos decir que en La Bastida se aprecia no sólo una distinción de actividades
en las viviendas, sino una posible distribución socio-funcional de sus habitantes. Con todo, no
hay diferenciación constructiva evidente ya que en todas las casas encontramos las mismas técnicas constructivas, las mismas soluciones prácticas como el predominio de casas de planta baja,
la ausencia de escaleras exteriores, la preferencia en situar las entradas en calles perpendiculares
a las curvas de nivel, salvo necesidad (entrar el carro en la Casa 2) o condición especial (pequeña
nivelación con acceso en rampa ante la puerta norte del departamento 37). Las puertas siempre
están colocadas en una de las esquinas, liberando así una de las jambas de su función, que recoge
la esquina del edificio. Es esta idea la que parece haberse recogido en la Puerta Oeste, con lo que
podría considerarse no sólo una solución sino un verdadero modelo constructivo que se aplica en
las obras comunes. Ya hemos dicho que la muralla parece un reflejo de las técnicas constructivas
de las viviendas, sin que se aprecie una verdadera arquitectura especializada en la poliorcética.
2.5. ANÁLISIS DE LAS VIVIENDAS
2.5.1.
Descripción de las estructuras
La investigación realizada en estos años se ha concentrado en los tres conjuntos de casas
que han sido objeto de consolidación y restauración y en la vivienda hallada en el curso de la
excavación ordinaria de 1995 (Casa 11). Para el estudio de los conjuntos 2 y 3, cuyos equipamientos domésticos y ajuares están inéditos, se han consultado los diarios de excavación y los
inventarios depositados en el S.I.P.
2.5.1.1.
El Conjunto 1 (fig. 8; lám. IX, A)
Es una sola vivienda (Casa 1) de 150 rn2 formada por tres cuerpos. Se entra al central por
un vestíbulo (D. 21) con vanos al norte y al sur; la puerta de la primera apareció quemada en el
suelo del departamento, junto con abundantes herramientas agrícolas. De aquí se pasaba a la sala
principal (D. 20), donde la recuperación de restos de fundición de plomo evidencia actividades
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18
E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDÁ
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Fig. 8.- Planta de los Conjuntos 1 y 2 restauradQS en donde se indican las f¡¡ses constructivas
y áreas funcionales.
-232-
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LA BASTIDA DE LES ALCUSES: TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
19
metalúrgicas. Tuvo originalmente una puerta en el extremo este de la pared sur, que luego fue
tapiada para construir el departamento antes descrito. Desde aquí se accedía a los departamentos
20a y 22, en los cuales se hallaron, respectivamente, un molino y un hogar. Al norte se abría un
gran patio (3) (D. 23) al que se entraba por una puerta enfrentada a la del vestíbulo y por una
gran entrada de carro. Una habitación alargada (D. 23b), con funciones de almacén, cerraba la
vivienda por este lado. Posteriormente, y dado que el carro llegaba sólo hasta el departamento
23, se invadió la calle dejando el espacio justo para el paso de una persona construyendo un
departamento (D. 19) que sólo dio unos pocos objetos de uso personal.
2.5.1.2.
El Conjunto 2 (fig. 8; lám. VIII)
Está formado por las viviendas 2, 3 y 4. La Casa 2, de 120 m2 de superficie, presenta un
primer cuerpo formado por una entrada de carro (D. 186) y el establo (D. 188) (4 ), tras las que
se abre, bajando unos escalones, la sala de trabajo (D. 175) y el hogar (D. 174). Originalmente,
la habitación 186 comunicaba con la 187, pero posteriormente se tapió y la casa se amplió hacia
el oeste, invadiendo la plaza al sur de la calle central. Se construyeron tres departamentos, dos
de ellos dedicados al almacenamiento (D. 185) y la molienda (D. 176) y el tercero con un telar
(D. 169). Como en el caso anterior, no se abrió puerta de comunicación con la casa sino que se
entraba desde la calle. Finalmente, la casa se amplió con la construcción de un taller destinado
al trabajo de la plata (D. 159).
La Casa 3, de 84 m\ abre directamente a la sala (D. 181) donde hay evidencias de todo tipo
de actividades productivas y, tras ella, encontramos, una vez más, una pequeña habitación destinada a la molienda (D. 180). La habitación 179 parece que tenía el hogar y en ella se halló un
antiguo muro de la fase anterior transformado en un banco corrido. Los dos departamentos restantes (D. 178 y 177) son poco claros ya que los materiales se mezclaron durante el proceso de
excavación.
La Casa 4 tiene una superficie de 72 m2 y está dividida en dos áreas. La zona norte tiene
un área serniabierta (D. 154), en la cual se hallaron restos de un hogar, y luego la gran sala propiamente dicha (D. 163/168) que durante la excavación se dividió en dos al descubrirse un muro
que corresponde, en realidad, a la primera fase. En esta sala se encuentran restos de todo tipo
de actividades, tanto domésticas como de producción. Al sur de esta zona encontramos, en
primer lugar un departamento sin resto alguno de materiales (D. 170) y que cabe asociar posiblemente con un establo, y otra habitación destinada a la molienda de cereales, como indica la
presencia de un molino (D. 171), que mereció la construcción de un pasillo (D. 172) para llegar
hasta ella sin tener que cruzar por el departamento 170.
(3) La experiencia ha demostrado que en La Bastida de les Al.cuses la crujía entre paredes no supera los 3'75 m, distancia
a partir de la cual necesitan colocar postes. Por ello, creemos que no es descabellado considerar que los espacios que superan esta
medida y en los que no hay huellas de postes y en los que, además, suelen aparecer escasos materiales, son patios. La presencia de
casas con patio, se documenta a lo largo de toda la época ibérica desde Andalucía hasta el Languedoc (RUIZ y MOLINOS, 1993,
pp. 152-154; BONET y GUÉRIN, 1995, p. 99; ABAD y SALA, 1993, p. 193; DEDET, 1994, pp. 140-142).
(4) Se han interpretado como posibles establos aquellos departamentos de planta alargada que suelen aparecer en casas con
entrada de carrO, junto a una habitación de grandes dimensiones o un patio, y en las cuales no se ha hallado resto alguno de material.
La excepción que confirmaría la regla sería el departamento 170, que no se asocia a una entrada de carro, pero hay otros factores,
que se describen en su momento, que podrían apuntar a esta funcionalidad.
-233-
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Fig. 9.- Planta del Conjunto 3 con evolución de las fases constructivas y áreas fwicionales.
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LA BASTIDA DE LES ALCUSES: TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
21
La Casa 5, de sólo 58 mZ, es en origen un espacio abierto al cual se abren dos habitaciones
(D. 183 y 187) que corresponde, respectivamente, a las casas 3 y 2. Posteriormente el espacio
es cerrado por un muro y se construye otro recinto, tapiándose el acceso a la Casa 3. Luego el
espacio es subdividido por un muro este-oeste delimitándose en el lado sur dos departamentos
(D. 183 y 182) llegándose a éste último mediante un vestíbulo (D. 184); también es demolido
el recinto noreste que es sustituido por una estructura cuadrangular semiexcavada. Finalmente
se tapió la puerta entre el departamento 187 y la Casa 2. En el lado sur, se cerró la entrada del
184 y se cegó el paso al departamento 182, abriéndose una puerta entre éste y el183. El espacio
noreste quedó ahora amortizado y sin ninguna estructura ya que la que había se rellenó de piedras y se niveló. Ignoramos las razones de todas estas transformaciones, pero parece claro que,
pese a la denominación inicial, no puede hablarse de una casa, sino de espacios secundarios,
posiblemente dependientes de las casas cercanas.
2.5.1.3.
El Conjunto 3 (fig. 9; lám. IX, B)
Está compuesto por las casas 6, 7, 8 y 9. La Casa 6 tiene una superficie de 110 m 2 y se abre
al exterior mediante una entrada de carro que da a un amplio espacio (D. 238) en el cual apareció un amasijo de hierros con remaches. A esta sala se abren tres habitaciones, una (D. 239)
de pequeñas dimensiones pero que concentró gran cantidad de hallazgos, especialmente metálicos, otra (D. 237) con material metálico también abundantísimo, entre el que cabe destacar el
exvoto de bronce de un pequeño buey uncido al yugo y, finalmente, el departamento 236 en el
cual apareció un verdadero cúmulo de herramientas y objetos de hierro. En el 237 aparecieron
señales de la existencia de un posible horno (5) en la pared noroeste. El departamento 244 , que
no aportó apenas materiales, presenta un empedrado en su mitad norte.
La Casa 7, de 120 mZ, está formada, en un primer momento, por una serie de habitaciones que
dan a un espacio abierto, que luego será delimitado por muros y transformado en un patio (D. 232).
A éste se entraba por dos puertas que daban a la Calle Central y al espacio 231, y una tercera
puerta, de carro, que daba al departamento 203. Hay dos habitaciones con funcionalidad de trabajo: el departamento 246, con restos de un horno y de un banco de trabajo, y el 233 con restos
metálicos y otro posible horno. Al primero puede que correspondan las pellas de plata que, durante
la excavación, se incluyeron dentro del espacio 232. El departamento 234 tiene una estrecha
entrada a la caBe y un amplia abertura al patio, aunque cabe destacar la existencia un hogar ritual
en el centro, con improntas de cuerdas en su borde, similar a los aparecidos en otros yacimientos,
como en el Castellet de Bernabé (Llíria) (GUÉRIN, 1995, p.16). A ella se abre una pequeña habitación (D. 235) con abundante material entre el que cabe destacar una pieza de bronce, formada
por dos cuerpos paralelepipédicos de diferente ancho y altura, apreciándose en su parte superior
una oquedad de sección cuadrada y que los excavadores interpretaron como «una peana».
(5) Distinguimos los hornos de los hogares porque éstos últimos sólo presentan una mancha de planta más o menos circular
con la superficie rubefacta, sin señales de haber tenido cubierta ni estructura alguna asociada. Dadas las circunstancias en que fueron
excavados, es difícil determinar si los hornos tienen carácter doméstico o metahírgico; de algunos, incluso, sólo quedan algunas
huellas o únicamente se infiere su existencia por la aparición de escoria de metal.
-235-
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E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDA
La Casa 8, tiene una superficie original de 80 m2 que luego amplía con la construcción de
un establo (D. 204) y un almacén (D. 247) al que se une un muelle de descarga, hasta alcanzar
una superficie total de 100 m2 • La casa propiamente dicha tenía una entrada de carro que, posiblemente, se dejaría en la primera habitación (D. 199) a la que se abría un pequeño departamento (D. 200) destinado al almacén, aunque es semejante a aquéllos que servían como zona
de molienda en las casas vistas anteriormente. Más allá tenemos una gran sala enlosada en su
cuadrante noroeste y cuya cubierta estaría sostenida por un poste central. Los materiales son
poco significativos. Finalmente, la habitación 196 dio escaso material.
La Casa 9 tiene una evolución bastante compleja y llegó a tener una superficie de 128 m2 •
Parte de una construcción homogénea, los departamentos 205 y 206, cuya actividad, al menos
en la última fase, es el trabajo del metal. Da a un espacio abierto en el cual se construyeron posteriormente los departamentos 201, 192 y 193. Finalmente, el espacio se cerró mediante un muro
que terminaba en un pequeño horno (D. 202).
2.5.1.4.
La Casa 11 (figs. 10 y 11; lám. XIII)
La finalidad de la excavación realizada en 1995 en la zona este era tratar de obtener la estratigrafía de una vivienda, tanto para analizar las posibles fases constructivas como para obtener
información actualizada del alzado de las paredes y de los techos, con el fin de comprobar la
validez de las hipótesis planteadas para llevar a cabo la restauración de las viviendas. Por ello,
se buscó una zona no afectada por excavaciones clandestinas y que, además, pudiera conservar
una cierta potencia estratigráfica.
Así pues, en la zona este se determinó abrir una cata junto a un muro de buena fábrica que
parecía asociarse a restos de estructuras que determinarían una habitación de unos 5 x 5 m. Tras
retirar el primer estrato superficial (Nivel O) se pudo comprobar que, en realidad, se trataba de
dos departamentos de dimensiones similares y orientados norte-sur que pasaron a denominarse
248 y 249 (6). Al aparecer una puerta en la pared norte del departamento 248 y delimitarse otro
departamento, que cerraba ambos por este lado, se decidió ampliar la zona excavada con esta
nueva habitación, que pasó a denominarse 250.
En los tres departamentos se excavó hasta el suelo de tierra batida y en dos de ellos -249
y 250- se realizaron pequeños sondeos para comprobar la potencia y características del relleno
mediante el cual se realizaron estos suelos.
Finalmente, terminada la excavación y ante la imposibilidad material de llevar a cabo trabajos de consolidación, se decidió volver a tapar las estructuras halladas a fin de protegerlas de
la erosión, tanto natural como antrópica.
(6) Durante los trabajos de restauración y consolidación llevados .a cabo el año 1992 se denominaron departamentos 246 y
247 -el último número dado en 1931 fue el 245- a dos pequeños espacios que habían quedado sin numerar durante los trabajos
de excavación.
-236-
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LA BASTIDA DE LES ALCUSES: TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
23
Muro 1 Tramo B - - - - - - - - 1
DEPTO. 250
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DEPTO.
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Fig. 10.- Planta de la Casa 11. Año 1995.
-237-
*
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24
E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDA
A
A'
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8
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Depto. 248
Depto. 249
•
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Fig. 11.- Secciones y secuencia estratigráfica de la Casa 11. Año 1995.
Departamento 248
Es de planta rectangul&r y sus muros delimitan un espacio interno de 3' 82 x 2' 1 m. Del
alzado original de las paredes, tan sólo se conservan los zócalos hasta una altura máxima de 48
cm en su punto más alto. Presenta dos puertas: una en el centro de la pared sur y otra en el
extremo este de la pared norte, de 1'2 y 1 m, respectivamente. No se halló elemento alguno asociable con el sistema de cierre.
Junto a la puerta norte, adosado al muro lA, se halló un poyo de 1'2 x 0'36 x 0'35 m, construido mediante un paramento de piedras de tamaño medio trabadas con tierra y piedras
pequeñas a modo de cuñas.
La estratigrafía documentada es la siguiente (fig. 11):
- Capa 0: Estrato superficial, que cubre los tres departamentos, resultado de la alteración producida por las raíces y por la acumulación de materia orgánica. Compuesto
por una tierra oscura y muy suelta, en la que ya aparece abundante material cerámico,
con un espesor que varía entre 5 y 20 cm. Apareciendo algunas piedras junto a los
muros.
- Capa 1: Estrato de tierra oscura similar al anterior pero mucho más compactado, con
nódulos de adobe descompuesto y abundante material arqueológico (cerámica, metal,
pondera, semillas y escasos fragmentos de huesos). El espesor varía también entre 10 y
20 cm. Corresponde al derrumbe de las paredes y del techo.
-238-
[page-n-239]
LA BASTIDA DE LES ALCUSES: TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
25
-
Capa 2: Estrato de tierra clara con nódulos de adobe rubefactos y restos de cenizas y
algunos carbones, consecuencia del incendio. El material arqueológico fue muy abundante, con piezas conservadas in situ, así como restos de clavos y remaches de hierro
entre cenizas que podrían haber pertenecido a una pieza de madera.
-Capa 3: Suelo del departamento formado por la roca natural acondicionada mediante la
tierra gris clara empleada habitualmente y piedras pequeñas.
Departamento 249
También es de de planta rectangular y sus muros delimitan un espacio interno de 3' 82 JI. 2
m. Del alzado original de las paredes, tan sólo se conservan los zócalos hasta una altura máxima
de 75 cm en su punto más alto. Están construidos mediante un doble paramento de bloques de
tamaño medio trabados con tierra y piedras pequeñas, con ruladas regulares de l)nos 20 cm de
media. Presenta una puerta en el centro del muro N, de 1 m de anchura.
La estratigrafía documentada es la siguiente (fig. 11 ):
- Capa 1: Estrato de tierra oscura, con nódulos de adobe descompuesto y abundante material arqueológico (cerámica, metal, pondera, semillas y escasos fragmentos de huesos).
El espesor varía entre 20 y 40 cm. Corresponde al derrumbe de las paredes y del techo.
-Capa 2: Estrato que se asimila a la capa 1 y que está rellenando un agujero realizado en
el suelo del departamento, junto al hogar. En él se hallaron fragmentos de un ánfora PE14 -que ya aparecía en la capa 1-, junto con restos de otros vasos.
-Capa 3: Capa de tierra blanquecina compactada, localizada únicamente recubriendo las
paredes del agujero, sin material arqueológico y que podría ser el resultado de la descomposición de la roca.
- Capa 4: Suelo del departamento, formado por un relleno de tierra gris compacto que iguala
las hendiduras del terreno natural en la mitad sur del departamento ya que en la mitad norte
ya aparece la roca. En el centro se halló un hogar de tierra rubefacta y planta irregular.
-Capa 5: Terreno natural formado por una tierra arcillosa roja y abundante cascajo, resultado de la descomposición de la roca.
Departamento 250
Transversal a los anteriores, es un departamento de planta rectangular cuyos muros delimitan un espacio interno de 4'36 x 2' 16m. Del alzado original de las paredes sólo se conservan
los zócalos hasta una altura máxima de 42 cm en su punto más alto. Están construidos mediante
un doble paramento de bloques de tamaño medio trabados con tierra y piedras pequeñas, con
hiladas regulares de unos 20 cm de media. La puerta (ver D. 248) salva un desnivel de 26 cm;
no se conservan escalones, aunque la roca presenta huellas de haber sido ligeramente recortada.
La estratigrafía documentada es la siguiente (fig. 11 ):
- Capa 1: Estrato de tierra oscura bien compactada con nódulos de adobe y con abundante
material cerámico que corresponde al derrumbe de las paredes y del techo. Espesor
variable también entre 5 y 20 cm.
-239-
[page-n-240]
26
E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDA
-Capa 2: Estrato de tierra clara resultado de la descomposición de los adobes en los que
aparecen abundantes restos constructivos (adobes con restos de revestimiento y enlucido,
improntas de techo, etc.) en la base del cual se observa una capa de cenizas que cubre
el suelo del departamento. En este nivel aparecieron 22 piezas prácticamente enteras
entre las que cabe destacar unas trébedes de hierro, varias ollas toscas, dos ánforas PE14, un plato, tinajas, tinajillas, etc.
-Capa 3: Suelo del departamento formado por un relleno de tierra gris clara compactada
que se apoya en gran parte sobre el terreno natural y, en algunos puntos, en la roca. Espesor
variable entre 4 y 6 cm. Pasa por debajo del muro norte y se adosa a los otros tres.
- Capa 4: Estrato de tierra gris compactada que aparece sólo en el lado este del departamento y en cual se halló un hogar de planta ligeramente rectangular y que corresponde
a un suelo de un nivel de ocupación anterior. Sólo llega hasta el muro norte, que lo cubre.
-Capa 5: Terreno natural formado por una tierra rojiza y cascajo resultado de la descomposición de la roca.
Características de los muros (7)
En lo que a las estructuras se refiere, pueden resumirse de la siguiente manera:
N"
Tramo
Dls.
Long.
Ancho
Alto
Función
Descripción
Cimientos
Doble par~mento de bloques de tamaño medio, toscamente
trabajados exteriormente, trabados con tierra y piedras
pequeñas. Hiladas poco regulares con una media de altura
de unos 20 cm. Conserva revestimiento en el D. 250
Se as.ienra directamente sobre
la roca, sin zanja alg·una ni
preparación
Doble paramento de bloques de tamaño medio. toscamente
trabajados exteriormente, trabados con tierra y piedras
pequeñas. Hiladas poco regulares cpn una media d~ altura
de unos 20 cm. Conserva revestimiento
En su paramento interno.
descasa sobre el nivel 3 del D.
5. sin zanja alguna ni
preparación
A
248-250
7"1
0"531
0"46
0"72/
0"28
Pared
maestra
B
250
5'4
0"56/
0"42
0"4/
0"42
Pared
maestl'
249-250
8
0"44/
0"58
0'75/
0"6
Pared
maestra
Doble paramento de bloques de tamaño medio. toscamente
trabajados exterionnente, trabados con tierra y piedras
pequeilas. Hiladas poco regulares con una media de altura
de unos 20 cm. Afeetado en su extremo norte por un pino
:En el D. 250 se asienta sobre
e
248-249250
3'46
0'52/
0'54
0'42
Pared
maestra
Doble paramento de bloques de tamaño medio, toscamerlte
trabajados exteriormente, trabados con tierra y piedras
pequeñas. Hiladas poco regulares con una media de altura
de unos 20 cm. Consen'a revestimiento en el D. 250
En los D. 248 y 249 descansa
sobre la roca. mientras que el
250 lo hace sobre el nivel 3.
No hay zanja ni préparaeión.
A
248-249
1"12
0"401
0'31
0'52
Tabique
Doble paramento de bloques pequeños. toscamente
trabajados exteriormente, trabados con tierra. Termina en
un posible poste semicncastrado
Se asienta sobre la roca sin
zanja ni preparación.
B
248-249
1"42
0"26
0"52
Tabique
Paramento de bloques de tamaño medio toscamente
trabajados exteriormente, trabados con üerra. Se inicia en
un posible poste semiencastrado
Se asienta sobre la roca en el
D 248 y sobre el Nivel 2 en el
D. 249
e
248-249
1"22
0"21
0"26
¿Puerta?
¿Tabique?
Paramento de bloques trabajados sólo en su cara este,
trabados con tierra. Restos de adobe en el extremo sur del
D. 249
Se asienta directamente sobre
la roca sin zanja ni
preparación
4
248
0'52
0'68
0"32
Jamba
Doble paramento de bloques, de tamaño mediano y grande,
toscamente trabajados exteriormente, trabados con tierra y
piedras peq~eñas.
5
248-249
0'54
0"581
0'55
0'35
JaJ)lba
Doble paramento de bloques de tamaño medio, toscamente
trabajados exteripnnente
Se asienta sobre la roca sin
zanja ni preparación alguna.
6
249
0'4
0"5
0"40
Jamba
Doble paramenro de bloques de tamaño mediano y grande.
toscamente trabajados exteriormente
Se asienta sobre la roca sin
zanja ni preparaeión alguna
1
2
3
(7)
Dimensiones de los muros en metros.
-240-
la roca. pero en el 249 lo hace
sobre el nivel 3. No hay zanja
ni preparación
Se asienta sobre la roca sin
zanja ni preparación alguna.
[page-n-241]
LA BASTIDA DE LES ALCUSES: TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
2.5.2.
2.5.2.1.
27
Análisis de los datos arquitectónicos
La arquitectura de las viviendas
El estudio de los zócalos y de los elementos constructivos hallados en el curso de los trabajos han aportado gran cantidad de datos sobre las técnicas arquitectónicas de las casas (figs.
12 y 13). Las paredes se elevan sobre un zócalo de piedra que, como hemos dicho, sirve a la
vez de muro de contención para la realización de los suelos. La anchura de los muros es variable,
predominando los de 50 y 60 cm, aunque parece claro que el ancho variaba en función de si el
muro tenía que sostener los rollizos del techo o no, puesto que las vigas maestras descansaban
sobre postes en la mayor parte de los casos. Las anchuras inferiores a estas dimensiones suelen
corresponder a medianeras -hay curiosas excepciones- e incluso a simples tabiques que no
ejercen función alguna de soporte. La altura de los zócalos varían entre los 60 y 120 cm, siendo
más altos aquéllos que son paralelos a la pendiente, por cuanto al tener que servir de muro de
contención de la habitación anterior, o de la calle, deben tener mayor altura.
Como en la muralla, no hay una preocupación excesiva por los cimientos, de forma que tan
sólo se entierra la primera hilada, aunque aprovechan los afloramientos rocosos para, en los
muros perpendiculares a las curvas de nivel, hacer cambios de nivel en la cota superior del
zócalo. No es raro que este quiebro coincida con la aparición de grandes bloques que alternan
con la piedra de tamaño medio/pequeño.
Los muros son un doble paramento de piedra trabada con tierra, con un relleno de tierra y
cascajo cuando excede los 40 cm de anchura ya que los paramentos vienen a tener un tamaño
de unos 20 cm cada uno. Con todo, junto a paredes bien construidas, con bloques bastante regulares y de trazado más o menos rectilíneo, encontramos muros construidos con piedras de gran
tamaño pero muy irregulares y de recorrido tortuoso (fig. 5, A). Todo parece indicar la intervención de varias personas en la edificación de una misma vivienda, cada una con su técnica y
disponiendo de la materia prima según su saber y conocimientos.
Sobre este zócalo, y nivelado mediante una capa de tierra amasada para preparar una cama
rectangular, se alzaba una pared de adobes cuyas dimensiones habituales eran 35 x 25 x 1O cm
(frente a los 40 x 31 x 1O de la muralla). Esto permitía combinar su disposición según la anchura
de los muros: un muro de 60 cm se realizaba con los adobes colocados a soga en uno de los
paramentos y a tizón en el otro, los de 50 presentaban ambos a soga y los escasos de 70 --que
suelen corresponder a reparaciones- tendrían los adobes colocados a tizón en los dos paramentos. Esta pared, que alcanzaría una altura mínima superior a los 2'2 m, estaba totalmente
revestida de arcilla o barro y, en algunos casos, enlucida de cal. En el curso de los trabajos apareció un fragmento de enlucido de color verde-azulado que confirma la existencia de enlucidos
pintados en algunas habitaciones, como también se ha constatado en el Puig de la Nau, con
paredes decoradas con motivos geométricos de color ocre (OLIVER y GUSI, 1995, p. 213), o los
revocos pintados de rojo y azul del poblado de La Quéjola (San Pedro, Albacete) (BLÁNQUEZ,
1995, p. 197). No se ha podido documentar pero, por paralelos constructivos, no es descartable
que la última o últimas hiladas de las paredes fuesen de piedra. Este sistema protege de la erosión y, además, refuerza los mechinales de vigas y rollizos. En ocasiones, se convierten en
pequeños parapetos para la terraza. Los datos obtenidos de la muralla así lo parecen indicar y
ya hemos hablado de la semejanza de modelos constructivos entre la muralla y las casas.
-241-
[page-n-242]
28
E . .DÍES. H . BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDÁ
Fig. 12.- Hipótesis de restitución de la sección longitudinal del Conjunto 2 y de la calle principal donde se
aprecia el escalonamiento de los departamentos al adaptarse al terreno (según E. Dies y F. Chiner).
Los suelos son mayoritariamente de tierra batida. Los dos enlosados localizados en el
ángulo noroeste del departamento 191 y en la mitad sur del 244, son de tipos similares: losas
de piedra caliza, de un grosor en torno a los 9 cm y asentadas sobre tierra. Las juntas entre estas
losas son muy amplias, incluso de varios centímetros, por lo que hay que descartar su empleo
como superficie estanca.
Los restos interpretados como pertenecientes a los techos muestran una disposición semejante a la hallada en otros poblados ibéricos. Las cubiertas, planas (fig. 12), están realizadas con
tierra amasada mezclada con cerámica y ~avas, alcanzando un grosor entre 9 y 12 cm; este
material descansaba sobre un entramado vegetal muy variado (gramíneas sobre todo), cañas o
ramas, sostenido por rollizos que descansaban sobre vigas maestras. De la zona del techo que
correspondería a la parte superior de los muros se han recuperado restos de la moldura que recorrería el borde de la terraza. En el caso que nos ocupa (Casa 11) parece que ésta sería de sección semicircular y con un altura no superior a los lO cm, sin llegar hasta el borde exterior del
muro. Este reborde tendría como misión conducir el agua de lluvia hacia un punto determinado
para, mediante una gárgola de madera -puesto que no se han hallado restos en piedra o terracota-, verterla hacia la calle o patio o hacia un contenedor cerámico, como se ha sugerido en
las reconstrucciones de yacimientos protohistóricos del Languedoc (ARCELIN, 1987, p. 73, fig
41; CHAUSSERIE-LAPRÉE y NIN, 1990, p. 81 ). Por paralelos de la arquitectura bereber, parece
probable que este reborde se combinara con un voladizo como las restituciones propuestas en
el Camp de Túria (GUÉRIN y BONET, 1995, figs. 7, 11 y 12) que evitara la erosión de los muros.
Con todo, no creemos que hubiera un sólo modelo de techo, sino que éste variaría según las
características y necesidades de la vivienda. Aunque parece predominar la terraza plana, también pudo haber tejados a un agua realizados con elementos vegetales, sobre todo el porche o
estructuras sencillas; del mismo modo, el acabado de la terraza puede haber sido con o sin
reborde, con alero o sin él, o incluso con algún tipo de pared o parapeto hasta media altura para
protegerse del viento o de las miradas.
Como decíamos en el apartado anterior, en el Conjunto 3 los afloramientos de roca son
mayores por lo que no es raro que fueran aprovechados como bases de poste. Estos elementos, a
diferencia de otras bases de poste realizadas mediante la colocación de losas planas en el suelo, no
pudieron ser desplazados o removidos durante la excavación y todavía pueden ser objeto de estudio.
-242-
[page-n-243]
LA BASTIDA DE LES ALCUSES: TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
29
Se han documentado cinco posibles bases de poste en el Conjunto 3. La que está situada
en el centro del departamento 191 se explica por la necesidad de cubrir un amplio espacio de
5'25 x 4'5 m, en el cual se realizaba alguna actividad de tipo industrial, posiblemente relacionada con el solado que apareció en el cuadrante noroeste; se trataba de una pilastra de cierto
grosor -posiblemente en totno a los 20 cm- que sostenía todo el entramado de vigas. Es,
junto con el posible poste del departamento 23, el único caso que hemos documentado de
soporte central en una habitación.
Los postes adosados a las paredes son un sistema habitual de soporte de cubierta en el
Castellet de Bemabé, por lo cual partíamos de la hipótesis de que sucediese lo mismo en La
Bastida. Efectivamente, se ha podido comprobar la existencia de recortes planos en los afloramientos rocosos junto a algunos muros, generalmente en la parte central de su trazado, y con
una superficie de 20 x 20 cm.
Los vanos son escasos. Las puertas, enmarcadas la mayoría de las veces por jambas monolíticas, aprovechan siempre una de las esquinas de la casa. En el caso de tratarse de adosamientas no perforan el muro más antiguo para colocar el dintel, sino que construyen un pequeña
jamba manteniendo la disposición descentrada de la puerta. La anchura media de las puertas
ronda los 70/80 cm, aunque en algunos casos puede alcanzar los 100 cm. Y la de aquéllas que
han de atravesar carros varían entre 170 y 180 cm, Jo que parece confirmar que el ancho máximo
de los carros, de cubo a cubo, no superaría los 155/160 cm, puesto que a los vanos de las puertas
hay que restar la anchura de las hojas, entre 5 y 7 cm., medidas que se corresponden con el
estudio de los carros realizados en el Castellar de Meca (Ayora) (BRONCANO y ALFARO 1990,
pp. 194-195).
Todo lo que podernos concluir sobre las ventanas es, por el momento, tan sólo hipótesis a
partir de los pocos datos de que disponernos. Pensarnos que las ventanas debieron de ser escasas
ya que todos los talleres metalúrgicos han aparecido frente a las puertas, convertidas así en fuente
de luz para actividades que debían realizarse dentro de las casas y necesitaban de iluminación.
Por los hallazgos de hojas de hierro remachadas, generalmente cerca de las entradas,
parece que las puertas -y las pocas ventanas- estarían cerradas por postigos de madera reforzados con estos elementos metálicos. No se han hallado sistemas de cierre como pestillos o
chumaceras, aunque existen soluciones que no dejan resto alguno de estos elementos. También
parece que la única puerta cerrada con este sistema sería la de la calle y que las subdivisiones
internas se harían con telas o esteras, salvo en el caso de almacenes o corrales (JODIN, 1987,
pp. 158 y SS.).
2.5.2.2.
Estudio de la funcionalidad de las estructuras consolidadas
Corno hemos dicho en el apartado anterior, si algo se aprecia claramente en La Bastida de les
Alcuses es la distinta funcionalidad de las construcciones. Hay edificios de carácter privado o
doméstico, corno los Conjuntos 1 (Casa 1) y 2 (Casas 2, 3, 4, y 5) y otros con una actividad claramente productiva, al menos en la fase final, como el Conjunto 3 (Casas 6, 7, 8 y 9). Otros parecen
tener una categoría diferente, sea de tipo civil o religioso, corno el Conjunto 5 (D. 61-65) que se
halla en la parte más alta del yacimiento (DÍES y ÁLVAREZ, e.p.), o el Conjunto 4, al sur de la cisterna, del que ya hemos hablado, donde se halló la figurilla del Guerrer de Moixent (fig. 4).
-243-
[page-n-244]
30
E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDA
Pero también dentro de las viviendas se aprecian diferenciaciones de tipo social, con casas
de más de 150m2 de superficie construida, o parcelas subdivididas en áreas semejantes en tomo
a los 80m2 • Incluso dentro de éstas se aprecian diferencias atribuibles a la funcionalidad o a las
actividades de la familia o grupo que las habitaba (fig. 8). La Casa 2 tiene una entrada de carro,
como la Casa 1, algo que no sucede en las Casas 3, 4 y 5. Cada casa muestra, además, una dinámica propia en su evolución y así, si la Casa 1 parece tener al menos dos fases con reestructuraciones internas, las Casas 2 y 5 tienen dos sucesivas ampliaciones sobre la planta inicial. Por
el contrario, las Casas 3 y 4 no parecen tener variaciones a lo largo del tiempo, pero se superponen sobre estructuras más antiguas de las cuales hemos hablado. En suma, no parece que
exista un modelo de casa, ni siquiera entre habitantes de un nivel social semejante, al menos en
lo que se refiere a la superficie ocupada por cada vivienda.
El estudio de la manzana que forma el Conjunto 3 (fig. 9) parece confirmar también esta
hipótesis. Ya antes de comenzar los trabajos de restauración este grupo de casas llamaba la atención por no haber aparecido allí ni un solo molino y por la enorme cantidad de metal hallado,
así como escoria de plomo y hierro. Estos hallazgos, junto a abundantes cenizas y un banco de
trabajo llevaron durante la excavación a identificar el departamento 206 como una posible
fragua. Durante los trabajos de consolidación se ha podido comprobar que en tres de las Casas
6, 7 y 9, hay restos de hornos de planta circular y zócalo de piedra, mientras que la Casa 8 parece
tener también una función de almacenaje. Su cercanía a lo que parece ser la casa de mayor
tamaño del poblado (Casa 10) y a la única cisterna localizada nos hace pensar en una fuerte relación entre el propietario de esta vivienda y la producción metalúrgica.
Estos talleres son sensiblemente distintos de los integrados por pequeñas habitaciones individuales, como el 159, perteneciente a la Casa 2. Parece que ello puede explicarse porque este
conjunto fue, en origen, zona de viviendas, lo que explica la distribución interna de las Casas 6
y 8, muy semejante al esquema general de casa. En cambio, las Casas 7 y 9, con continuas
ampliaciones, sí parecen responder a un modelo de taller de grandes dimensiones.
Desgraciadamente, los materiales hallados corresponden sólo a este momento final de producción metalúrgica, por lo que resulta problemático adscribir funcionalidades a las diferentes habitaciones de las Casas 6 y 8.
En esencia, la vivienda se compone de una habitación central de mayores dimensiones, iluminada directa o indirectamente desde el exterior, donde se realizan la mayor parte de las actividades, excepto algunas como la cocina o molienda que quedan relegadas a pequeñas habitaciones interiores, muchas de ellas de reducidísimas dimensiones. Pese a lo dicho, no se puede
hablar de una pauta general habiendo casos particulares que sólo pueden explicarse dentro de la
evolución propia de cada casa. Establos y almacenes, aunque integrados en las casas, están claramente separados de la zona habitada, llegando a tener en algún caso una entrada propia.
2.5.2.3.
Evolución constructiva de las viviendas consolidadas
Durante los trabajos se han puesto de manifiesto, como hemos visto, distintas fases constructivas (fig. 8):
De la Fase 1 apenas han aparecido algunos escasos muros que delimitan una línea de
fachada con acceso desde el lado norte por debajo de los niveles de suelo de los departamentos
-244-
[page-n-245]
LA BASTIDA DE LES ALCUSES: TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
31
::..r-~1.-Lt.;:"?"-,7------ Enlucido
::,.r-;;~-9--___é_~é..------ Adobe
Fig. 13.- Hipótesis de restitución del Conjunto 1 (según E. Díes y F. Cbiner).
159, 177, 179 y 163/168 (lám. VII, A). En el Espacio 190 también han aparecido restos de pavimentos y muros muy arrasados adaptados también a los dos niveles en que la zona es dividida
por un escalonamiento natural del terreno. También se han hallado restos de un muro y de una
estructura circular bajo el departamento 169 y en el espacio 161, así como evidencias de actividad metalúrgica en este departamento y en el 181.
La Fase 11 corresponde, como hemos dicho, al urbanismo que se conserva actualmente y
significa un cambio total en los sistemas constructivos, con una menor adaptación al terreno y
la realización de pequeñas nivelaciones en los departamentos empleando los muros perimetrales
como muros de contención, a la vez que como zócalos. La orientación de los muros de esta fase
es sensiblemente distinta, unos 9 grados, con respecto a los de la fase anterior.
Ha sido en la Casa 2 (fig. 8) donde se ha hallado la mayor cantidad de remodelaciones que
nos han pennitido definir tres subfases para la vivienda, sin que por el momento podamos extrapolarlas al resto del poblado. En la Fase Ila la casa está formada por los departamentos 174,
175, 186, 188 y, presumiblemente, 187, La Fase lib supone, por una parte, el tapiado de la puerta
que comunicaba 188 y 187, pasando éste último a formar parte de la Casa 5, sin restaurar. Por
-245-
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E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDA
32
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Fig. 14.- Hipótesis de restitución del lienzo de muralla con torres (según E. Dies).
otra, la casa es ampliada por el oeste mediante la construcción de un anexo de 11 '5 x 2' 5 m que
es subdividido en los departamentos 169, 176 y 185, todos ellos con función de almacenaje y
trabajo doméstico, y al que se accede desde Ja calle oeste. Finalmente, en la Fase llc la Casa 2
es nuevamente ampliada con la construcción de otro anexo, el departamento 159, dedicado a la
producción metalúrgica, también abierto a la calle oeste y ante el cual han de realizar un ligero
acondicionamiento para impedir la entrada de agua de lluvia en el interior.
En el Conjunto 3 sólo la Casa 6 mantiene su planta sin cambios a lo largo de toda su existencia. Las restantes son objeto de sucesivas ampliaciones. No hay evidencias de la Fase 1 del
poblado.
A la Fase Ila corresponden la totalidad de la Casa 6, los departamentos 190, 191 , 199 y 200
de la Casa 8 y los departamentos 205 y 206 de la Casa 9. Son estructuras de planta muy regular
y construidas al parecer con una funcionalidad de vivienda. Posteriormente -Fase Ilb-- se
construyen los primeros departamentos de la Casa 7 (D. 233, 234, 235 y 246), así como una
pequeña estructura en el ángulo sureste. La Casa 8 es ampliada mediante la construcción del
departamento 204, posiblemente un establo, así como Ja Casa 9 mediante la construcción de los
departamentos 192, 193 y 201, quedando el espacio central como un patio abierto a la cisterna.
-246-
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LA BASTIDA DE LES ALCUSES: TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
33
Finalmente, durante la Fase Ilc la Casa 7 cierra totalmente su perímetro regularizando la
fachada sur, para lo cual se desmonta la estructura suroeste y se cierra el acceso a la Calle
Central. Algo parecido sucede en la Casa 9, donde el patio se cierra y se construye un horno.
En la Casa 8 se construye un pequeño almacén (D. 247) con un empedrado ante él que podría
tratarse de un muelle de descarga que da al camino de ronda.
Resulta interesante comprobar que esta subdivisión en tres fases coincide con la de la Casa
2, sin que por el momento podamos establecer hipótesis alguna vinculada con este hecho.
3.
ESTUDIO DE LOS MATERIALES PROCEDENTES DE LA EXCAVACIÓN. AÑOS
1993-95
El realizar nuevas excavaciones en La Bastida de les AJcuses después de 70 años, aunque éstas
se hayan reducido a tres sondeos en la muralla y a una vivienda en el inteiior del poblado, permite obtener una información de primera mano así como documentación inédita sobre temas referentes a técnicas constructivas y a materiales, debido, sin duda, a los nuevos métodos de excavación y al avance que ha tenido durante todos estos años la investigación sobre la Cultura Ibérica.
Los materiales arqueológicos recuperados en las excavaciones realizadas entre 1990 y 1995
completan y corroboran las tipologías y cronologías ya ampliamente publicadas y conocidas. Sin
embargo, hay aspectos novedosos como la identificación de nuevas cerámicas de importación,
los análisis carpológicos o el estudio funcional de la Casa 11 que merecen un estudio más detallado de los mismos.
Durante la limpieza de las terreras acumuladas al sur del Conjunto 2 se halló un plomo
enrollado que resultó estar escrito por las dos caras. Dado su interés y por tratarse de un
hallazgo fuera de contexto, se publicó de inmediato como el plomo BASTIDA VI (FLETCHER
y BONET, 1994).
3.1.
MATERIALES CERÁMICOS
3.1.1.
3.1.1.1.
Cerámica de importación
Cerámicas áticas
Por lo que se refiere a las cerámicas áticas hemos seguido los estudios tipológicos que, tradicionalmente, se vienen utilizando para su clasificación. Así, aceptamos la propuesta terminológica de Lamboglia (1952) por ser el pionero en la catalogación de estos vasos, junto a la numeración propia de Morel (1981) y la monografía del Ágora de Atenas de Sparkes y Talcott (1970) .
Cerámica ática de figuras rojas
Entre los restos de cerámicas áticas, aquéllas que fueron decoradas con el estilo de figuras
rojas se han registrado de forma minoritaria en comparación al barniz negro, identificando entre
las mismas las siguientes formas:
-247-
[page-n-248]
34
E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDÁ
-
Crátera de campana. En el nivel IV del MOS 1 efectuado en la muralla (1993) se halló un
fragmento de crátera de campana -«Bell-Krater»- (SPARKES y TALCOTI, 1970: Vol. I,
pp. 54-55; Vol. Il, fig. 2, no 59-62 y pl. 3, no 59-61) que llegaron a ser más comunes y tardías que las cráteras de columnas -«Colum-Krater>>-. Fue en la primera mitad del s. IV
a.C. (TRÍAS, 1967-1968) y, más concretamente, entre el 375-350 a.C. (ROUll...LARD, 1991,
pp. 163-165) cuando estos vasos se importaron de forma generalizada, especialmente, en
el sur y sureste peninsular, decorados con una única hilada de personajes lo que los hacía
idóneos para la representación figurada de escenas de cortejo o symposium (sin dibujar).
- Kylix-skyphos. En el departamento 249 se halló un fragmento de borde de kylix-skyphos
(fig. 19, 1). Estos vasos suelen presentar una dualidad en cuanto a la técnica decorativa,
alternando la decoración incisa y estampada en el interior del vaso con el estilo de
figuras rojas en el e~terior del mismo (URE, 1944, pp. 67-77) y, a la vez, presentan dos
variantes atendiendo al grosor de sus paredes, siendo nuestro ejemplar el perteneciente
a la variante de paredes gruesas -«heavy-walled»- (SPARKES y TALCOTI, 1970: Vol.
I, pp. 109 y 111-112; Vol. U, fig, 6, n. 0 621 y pl. 27, no 617-623), fechado entre el420
y el 380 a.C., que pasó a ser muy popular entre algunos pintores del s. IV a.C., tales
como el Pintor de Jena y el Pintor Q (BEAZLEY, 1968).
- Kylix. Del mismo modo, se ha hallado en el MOS1, en su nivel superficial, un fondo de
kylix de figuras rojas (fig. 15, 4) en cuyo interior parece divisarse una decoración de
grecas. Presentes en casi todos los yacimientos ibéricos de la primera mitad del s. IV
a.C. (420/375-340 a.C.), Rouillard los individualizó en algunas variantes atendiendo a
sus motivos estilísticos (ROUlLLARD, 1975) a partir de los hallazgos de Andalucía.
Cerámica ática de barniz negro
El grueso del material de importación hallado en el transcurso de los recientes trabajos está
compuesto, esencialmente, de vasos áticos de barniz negro; cerámicas que venían denominándose,
hasta hace algunos años, como «precampaniense» a partir de la clasificación preliminar realizada
por Lamboglia ( 1952), para lo cual utilizó, sobre todo, materiales de este poblado. Defmiendo, bajo
aquel término, a formas propias de la cerámica ática de figuras rojas producidas en la Campania
antes del 300 a.C. (LAMBOGLIA, 1954) cuando, en realidad, se trataba de formas verdaderamente
áticas que venían apareciendo en poblados del Mediterráneo occidental durante el s. IV a.C.
Yacimientos del sur de Francia, norte de África, así como del Levante peninsular tienen como
denominador común estas cerámicas, que pudieron llegar a través de dos posibles vías: la más
normal, partiendo de las colonias griegas de la Magna Grecia o de Sicilia, o bien, debido a la
escasa incidencia que debió tener Atenas en estas colonias tras la guerra del Peloponeso, de forma
directa desde Atenas a Aleria y costas levantinas (PÉREZ BALLESTER, 1986, p. 27).
Las formas de barniz negro ático aparecidas son las siguientes:
- Kylix de pie bajo. A esta forma atribuimos un fragmento de fondo con decoración estampillada de ovas y el inicio de una roseta (fig.15, 5), en concreto, a la variante denominada Clase Delicada (SPARKES y TALCOTI, 1970: Vol. I, pp. 102-105; Vol. II, fig. 5,
n° 483-517, pl. 22-23), con una datación que se inicia en el tercer cuarto del s. V hasta
el segundo cuarto del s. IV a. C.
-248-
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LA BASTIDA DE LES ALCUSES : TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
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Fig. 15.- Materia1es procedentes de los sondeos de las Casa 5 ( nq 1 y 2), Sondeo 11,
capa IV ( nq 3, 5 y 6) y del Sondeo 1, superficial (nQ 4). Año 1993.
-249-
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36
E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDA
-Copa de borde reentrante o F. 21 Lamb. 1 F.2771. Una de las formas más típicas del s.
IV a.C. (375-330 a.C.) (SPARKES y TALCOTI, 1970: Vol. I, pp. 131-132; Vol. 11, fig. 8,
n. 0 830-837, pl. 33, n. 0 834) (fig. 17, 3; fig. 19, 3).
- Copa de borde exvasado o F. 22 Lamb. 1 F. 2681. Sobre la misma, aun siendo una forma
propia del s. IV a.C. (400-350 a.C.), también se ha documentado a finales del s. V a.C.
(SPARKES y TALCOTI, 1970: Vol. I, pp. 128-132; Vol. 11, fig. 8, n.o 806-808, pl. 32, n. 0
806-807) (fig. 15, 3).
- Plato de pescado o F. 23 Lamb. 1 F. 1121. Esta forma tomó su nombre de la decoración
que aparecía en un primer momento en la cara interna de estos platos representando
peces u otros animales marinos y, que posteriormente siguió produciéndose, ya sin estos
motivos, en barniz negro ático entre el 350-325 a.C. (SPARKES y TALCOTI, 1970: Vol.
I, pp. 147-148; Vol. II, fig. 10, n. 0 1072-1076, pl. 37, n. 0 1061-1073) (sin dibujar).
- Salero con pie anillado o F. 24a Lamb 1 F. 2786. Aparecidas durante el segundo y tercer
cuarto del s. IV a.C. (400-375 a.C.) (SPARKES y TALCOTI, 1970: Vol. I, pp. 137-138;
Vol. 11, fig. 9, n. 0 949, pi. 34, n. 0 948-950) (fig. 19, 2).
- Kantharoi de labio moldurado o F. 40 Lamb. /F. 4162. Se trata de piezas pertenecientes al
s. IV a.C. (350-325 a.C.), pudiendo tener un cuerpo liso o decorado con gallones, decoración ésta que aparece en el segundo cuarto de esta centuria (SPARKES y TALCOTI, 1970:
Vol. I, p. 122; Vol. II, fig. 7, n. 0 700,701 y 704, pi. 29, n. 0 700,703 y 704) (fig. 17, 1 y 2).
- Bolsal o F. 42B Lamb. 1F. 4162. Son propios del s. IV a.C. (375-350 a.C.), aunque los
primeros pueden fecharse en el tercer cuarto del s. V a.C. (SPARKES y TALCOTI, 1970:
Vol. I, pp. 107-108; Vol. II, fig. 6, n. 0 561) (fig. 19, 4; fig. 21, 1).
En lo que se refiere a las cerámicas fmas de importación -ática de figuras rojas y barniz
negro-, su lectura nos desvela el ambiente cultural, y más concretamente comercial, en el que
este yacimiento, junto a otros coetáneos, estuvo inmerso. Por tanto, dentro de esta dinámica
comercial, la existencia de la vajilla ática en nuestros yacimientos ibéricos nos habla de la presencia de productos griegos, que bien pudieron llegar a través de comerciantes púnicos, a modo
de intermediarios.
El auge de este comercio y la consiguiente llegada masiva de piezas áticas a nuestras tierras,
fue el resultado de un compendio de causas. Por un lado, la Guerra del Peloponeso con sus respectivas pérdidas en los mercados de la Magna Grecia, obligó a los artesanos atenienses a abrir
nuevos mercados, en donde el cliente ibérico fue un óptimo receptor, recibiendo una producción
a gran escala aunque baja en calidad. Otra causa estuvo en el cambio que se produjo en los controladores del comercio marítimo, antes en manos de focenses y fenicios, luego en posesión de
ampuritanos y púnicos. A lo que habría que añadir, el mejor conocimiento de las rutas comerciales
presentes en estas costas por parte de los comerciantes (BARCELÓ, 1987-1988, pp. 179-180).
Pero en el caso particular que nos atañe, la llegada de estas cerámicas áticas de forma
masiva a tierras contestanas vino precedida de todo un proceso (SALA, 1994, p. 288) que arrancó
en el s. VI-inicios del s. V a.C., momento en el que se documentan las primeras importaciones
griegas circunscritas al área del río Segura (ROUILLARD, 1976). Hasta que, posteriormente,
cobrarán más protagonismo en un mayor número de hábitats en el último cuarto del s. V a.C.
como preludio del verdadero apogeo que esta vajilla ática tuvo, definitivamente, hacia fines del
s. V a.C. y, sobre todo, ya en el s. IV a.C.
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LA BASTIDA DE LES ALCUSES: TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN ( 1990-95)
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Fig. 16.- Materiales del departamento 248 de la Casa 11. Año 1995.
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3.1.1.2.
E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDÁ.
Anjoras púnicas
Por vez primera y, como resultado de los recientes trabajos efectuados en La Bastida de Les
Alcuses, se ha podido identificar material anfórico de importación contextualizado, con el
correspondiente valor cronológico que ello comporta; ánforas que, a pesar de presentar una reducida variedad, nos hablan de un ámbito de producción y distribución esencialmente púnico.
Ánforas púnico-ebusitanas
Ya en los sondeos que se efectuaron en la muralla en 1993, concretamente en el nivel 1 del
MOS2, el hallazgo de un total de 12 fragmentos de cuerpo con las acanaladuras tan características de estas ánforas púnico-ebusitanas y, aún careciendo de sus bordes, nos puso sobre la pista
de la posibilidad de que, también, en este yacimiento contestano del s. IV a.C. llegaron estos
recipientes púnico-ebusitanos. Hecho que ha sido totalmente ratificado en la excavación (campañi,i de 1995) de los departamentos 249 y 250, con el hallazgo de parte de un galbo en el primero y un ánfora completa en el segundo (fig. 24, 1).
En líneas generales, estos envases de transporte y almacenaje representaron una importante
producción local en la isla de Ibiza entre el s. VI a.C. y el s. I de nuestra Era. Y dentro de la
misma, con una cronología entre el 400/390-300 a.C., el tipo PE-14 (RAMÓN, 1991, pp. 106108, fig. 5) o T. 8. l. l. l. (RAMÓN, 1995, pp. 220-222, fig. 95) hizo que esta producción alcanzara su punto más álgido al ser distribuido a lo largo de las costas peninsulares desde el norte
de Cataluña hasta Murcia. De modo que con el hallazgo de estos ejemplares, La Bastida viene
a sumarse a la relación de yacimientos poseedores de estas ánforas importadas.
En cuanto a sus centros productores, dejando a un lado la incuestionabilidad de la isla de
Ibiza, de donde tenemos conocimiento de los lugares concretos de producción, todos ellos sitos
en la misma isla y, aparentemente, en la ciudad, no debemos dejar de mencionar la posible existencia de otros puntos de producción ajenos a ella, como Adanó (Vilanova i la Geltrú) (LÓPEZ
y FIERRO, 1987-1988, pp. 60-61; LÓPEZ, 1993, pp. 65-68, fig. 9, no 1-4 y 7-10) y Ampurias
(RAMÓN, 1991, p. 72).
Aún habiéndose mantenido el aceite como el posible contenido que debieron envasar estas
ánforas púnico-ebusitanas (RAMÓN, 198la), por otro lado un producto importante en la economía ibicenca, un reciente estudio del mismo autor ha dejado una puerta entreabierta al respecto. Se trata del análisis de cuatro ánforas PE-13 (predecesoras de las nuestras) halladas en el
depósito de Es Palmer (Ibiza), fechado en la segunda mitad del s. V a.C. (RAMÓN, 1993), cuyo
principal interés estriba en los goterones de una sustancia que pudiera ser brea o resina de pino,
necesaria para la contención de vino. Evidencia que, hasta el momento, tan sólo se ha repetido
en el fondeadero de Na Guardis en Mallorca (GUERRERO, 1993, p. 786, fig. 125).
Y, por último, el pecio de Binisafúller (Menorca) (GUERRERO et alii, 1991 ), nos habla de
la proyección comercial que adquirió la isla a mediados del s. IV a.C., coincidiendo con la producción a gran escala de las PE-14, al hallarse en él restos de un cargamento compuesto, entre
otros materiales, por ánforas PE-14 tardías y las primeras PE-15.
Brevemente podemos mencionar otros yacimientos del País Valenciano igualmente poseedores de estas ánforas, como son: Torre la Sal (Ribera de Cabanes) (FERNÁNDEZ, 1987-1988,
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LA BASTIDA DE LES ALCUSES: TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
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E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDÁ
pp. 261-262, fig. 13, 1), Punta de l'Orleyl (Vall d'Uixó) (OUVER et alii, 1984, p. 76, fig. 12,
n. 0 2-3), la !lleta deis Banyets (El Campello) (ÁLVAREZ, e.p., fig. 7, 1) y en Cap Negret (Altea)
(RAMÓN, 1991, p. 87).
Ánfora tipo G
Del mismo modo, hemos podido identificar tres fragmentos de borde correspondientes al
ánfora tipo G de Ribera (1982, pp. 118-119, fig. 36) (fig. 15, 1 y 2), asimilable al tipo X de
Florido (1984, p. 428, fig. 1), a la forma E-2 de Pellicer (1978, pp. 386-388, fig. 8) y al tipo
T.8.2.1.1. de Ramón (1995, pp. 225-226, fig. 101); forma que ya en su día fue identificada, con
motivo de su tabla tipológica, por Ribera en varios yacimientos valencianos, con cronologías
entre el s. IV y 11 a.C., encontrando paralelos en Andalucía, sur de Francia y norte de África.
Son dos los yacimientos claves que nos hablan tanto de la ubicación de sus posibles centros productores como de sus contenidos. Acerca de la primera cuestión, se podría pensar en el
área gaditana, seguramente entre otras, como zona productora, al evidenciarse estas ánforas en
los alfares del yacimiento de Torre Alta (San Fernando, Cádiz) (PERDIGONES y MUÑOZ, 1988,
p. 11 O, fig. 5, 3) con una cronología de iiücios del s. IV hasta fines ITI o comienzos del 11 a.C.
Y, en segundo lugar, puesto que estos envases se han hallado de forma abundante en la factoría
de Las Redes (Puerto de Santa María, Cádiz) (DE FRUTOS et alii, 1988, p. 300, fig. 3, 73, 456,
462, 499, 509, 516; fig. 4, 75, 265, 1174) se podría deducir que contenían algún producto relacionado con la industria salazonera.
Esta forma se corresponde con el llamado tipo Carmona (RODERO, 1991, pp. 290-295, fig.
14, A), al ser en este yacimiento donde se dio la cronología más alta (fines del s. V-inicios del
s. IV a.C.). Dicha autora nos afirma que la evolución de estas ánforas está en otras de bordes
verticales pero con bases planas, reafirmando así la individualización que ya había señalado
Sanmartí para este tipo: una antigua con base apuntada y otra, más reciente, con base plana y
sucesora inmediata de la anterior, denominada Célmpos Numantinos (C.C.N.N.) (SANMARTÍ,
1985a; ídem, 1985b, p. 150), o télmbién llamada T.9.1.1.1. (RAMÓN, 1995, pp. 226-227, fig. 103).
La presencia de estas ánforé\s de importación nos habla de un único ámbito comercial, el
púnico, poseedor de centros de producción y rutas comerciales. Y, él la vez, éstas (PE- 14 y tipo G)
nos transportan a un momento muy deteoninado en el tiempo, desde la primera mitad del s. IV
hasta inicios del S. m a.C., siempre en el plano económico-comercial. Puesto que fue a inicios del
s.IV
Gibraltar, como las Mañá-Pascual A4 (PASCUAL, 1969; RAMÓN, 198lb, p. 15), v
vez mas minoritarias h
y, en concreto, la forma PE-14 o T.8.1.1.1. sobre la que se manifestó el punto más álgido de la
proyección comercial de Ibiza. Acompañadas, como queda patente en nuestro registro, de la perduración de envases del entorno del Estrecho de Gibraltar con el tipo G o T.8.2.Ll.
Con estos hallazgos anfóricos, este núcleo contestano queda incluido, como otros tantos, en
la época media (s. V-ITI a. C.) de un reciente trabajo acerca de la revisión y actualización de las
ánforas fenicio-púnicas en el País Valenciano (RIBERA y FERNÁNDEZ, e.p.). Fase que, en líneas
generales, se caracteriza por la proliferación de yacimientos poseedores de importaciones
púnicas procedentes de tres distintos centros productores: el Estrecho, Ibiza y Túnez.
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LA BASTIDA DE LES ALCUSES: TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
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E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDA
El documentar ánforas púnicas en La Bastida ha supuesto, sin duda alguna, un dato
importante por su indiscutible valor cronológico apoyando las dataciones de las cerámicas
áticas. Pero su importancia, hasta el momento, debemos de considerarla relativa, pues todavía
el registrar ánforas púnicas en yacimientos no costeros como éste, sigue siendo una noticia
excepcional. Habrá, por tanto, que esperar al conocimiento de similares hallazgos en núcleos
del interior que puedan ayudarnos a desvelar interrogantes como la llegada de estas ánforas
hasta estas tierras, las rutas seguidas, sus posibles intermediarios y los productos con los que
comerciaban.
3.1.2.
Cerámica ibérica
Los sondeos de la muralla y de la Torre Este sólo proporcionaron fragmentos sin forma y
escasos bordes muy rodados de ánforas, tinajas, platos y caliciformes. El interés de estos sondeos, como se ha visto en los anteriores apartados, es documentar y datar los niveles fundacionales del sistema defensivo, así como de su derrumbe, en la primera mitad del siglo IV a.C.
Sin embargo en la Casa 11 se recuperaron numerosos vasos completos in situ correspondientes al momento de destrucción y abandono del poblado, en tomo al último cuarto del siglo
IV a.C. (cuadro 1). Para su estudio se ha seguido la tipología de Mata y Bonet (1992) diferenciándose los siguientes grupos.
3.1.2.1.
Cerámica fina o clase A
Grupo l. Recipientes de almacenaje
De los grandes recipientes no hay ninguna pieza completa, unicamente contamos con
bordes y asas. Las ánforas (A.I.1.2.) son todas ellas de hombro redondeado con bordes rectos,
ligeramente aplanados o salientes del tipo 1.2. de Ribera (1982, p. 104) aunque podrían también
encuadrarse en el tipo 1.6 pues resulta difícil adscribirlas a un tipo u otro sólo por el borde (fig.
20, 4; fig. 23, 3).
En cuanto a las tinajas, la forma más frecuente es la de cuerpo ovoide con cuello diferenciado y borde saliente y moldurado (A.I.2.2) decorada con bandas y filetes, mientras que la
tinaja con hombro (A.I.2.1) y borde recto, o pithos, tan común en otros yacimientos del siglo
IV a.C., como El Cigarralejo (Mula, Murcia) (CUADRADO y QUESADA, 1989) o Los Molinicos
de Moratalla (Murcia) (LILLO, 1993), está escasamente representada.
Grupo 11. Vasos de despensa y preparación de alimentos
Dentro de este grupo las formas más frecuentes son: la tinajilla sin hombro y sin asas, de
borde saliente o de «ánade» (A.II.2.2), y la tinajilla con hombro de perfil quebrado y de labio
recto o ligeramente saliente (A.II.2.1) decorada con motivos geométricos (fig. 16, 1). Esta última
con idénticos paralelos en yacimientos coetáneos como Los Molinicos, El Cigarralejo y Cabezo
Lucero (Guardamar del Segura) (ARANEGUI et alii, 1993, pp. 11 0-113) o, ya con fechas que
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LA BASTIDA DE LES ALCUSES: TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
CERÁMICAS
Dpt. 248
TIPOS
P. enteras
Importaciones Ática~ Lamb. 21
Lamb. 24
Lamb.40
Lamb. 42 B
Skyphos
lndet.
Púnicas T.8.1.1.1
Ibéricas
Tipo A. A.l.l .2
A.l.2.1
A.l.2.2
A.I.2/A.U.6
A.D.I.I
A.II.2.1
A.II.2.2
A.ll.3
A.II.6
A.ID.1.1
A.ID.1.2
A.III.2
A.II1.43
A.III.8. 1
A.III.8.2
A.ill.8.3
A.IV.1.1
A.IV.1.2
A.IV.3
A.IV.5.2
A.V.1
A.V.6.3
A.V.7.1
A.V.7.3
A.V.7.4
A.V.8.1.1
A.V.8.1.2
A.V.8.1.4
A.V.8.1.5
A.Vl.l
A.VI.2
Tipo B. 8.1
8 . 1.1
8.1.2
B.4
B.6.2
B.7.4
TOTAL
1
Dpt. 250
Dpt. 249
P. incompletas
1
1
1
P. enteras
43
P. incompletas
P. enteras P. incompletas
2
5
1
2
1
1
1
1
1
3
1
12
2
7
1
8
6
2
l5
1
--
1
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9
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5
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1
4
2
2
1
1
2
8
1
1
1
1
1
1
2
1
2
3
2
1
3
1
1
6
2
1
1
2
41
1
6
1
2
9
34
109
1
1
41
68
9
21
1
1
25
35
20
Cuadro 1.- Tipología d. los materiales de los departamentos 248, 249 y 250 (Casa 11).
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E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDÁ.
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Fig. 19.- Materiales de importación del departamento 249 de la Casa 11. Año 1995.
entran en siglo III a.C., como Covalta (Albaida) (RAGA, 1994), la Illeta deis Banyets (El
Campello) (ÁLVAREZ, 1995) o la necrópolis de La Serreta de Alcoi (CORTELL et alii, 1992).
Otra forma muy común, de la que desgraciadamente sólo conservamos los bordes, son los
lebetes sin pie (A.II.6.2), o lebrillos como se les denomina en el área murciana, todos ellos con
el labio moldurado. Los grandes lebetes, de hasta 40 cm de diámetro, debieron utilizarse, muy
probablemente, también como recipientes de almacenaje. Normalmente no se decoran y de
estarlo se limitan a bandas y filetes. Los ejemplares de pequeño y mediano tamaño son más raros
y sólo hay un ejemplar de lebes con asas horizontales pegadas al cuerpo. En La Bastida y en
los yacimientos coetáneos arriba apuntados no se da el lebes con pie, tan característico del área
edetana a partir del siglo III a.C.
Los dos fragmentos de pitorros vertedores (A.I.3) indican la presencia de tinajas destinadas
a la decantación de líquidos.
Grupo III. Servicio de mesa
Dentro de este grupo se dan prácticamente todos los tipos: las botellas de cuerpo ovoide
(AJII.l.l) y las de cuerpo troncocónico (A.III.l.2) (fig. 19, 6); los caliciformes de cuerpo globular (A.III.4.1); los platos de ala (A.III.8.1) (fig. 22, 2; fig. 20, 1), los de borde reentrante o
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LA BASTIDA DE LES ALCUSES : TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
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Fig. 20.- Materiales del departamento 249 de la Casa 11.
páteras (A.III.8.2) (fig. 21, 3); las escudíllas con borde sin diferenciar (A.III.8.3) (fig. 16, 2); y
también los cuencos (A.III.9), aunque resultan difíciles de diferenciarlos de los bordes de escudillas al carecer de ejemplares completos. Todas estas piezas presentan una decoración simple,
de bandas y filetes y sólo los platos de ala amplían su repertorio decorativo con círculos y segmentos concéntricos. En esta línea estaría el plato de ala (fig. 20, 2) pintado con motivos geométricos de bandas, filetes, rombos, puntos y reticulados de color marrón sobre un fondo, a
bandas, de color blanco. Esta técnica decorativa se repite en otros yacimientos del siglo IV a.C.
como dos platos de Covalta (RAGA, 1994, figs. 61 y 64) o las urnas con engobe blanco del Punto
77a y de la Zona U-estructura E de la necrópolis de Cabezo Lucero fechada en tomo al400-325
a.C. (ARANEGUI et alii, 1993, p. 246). Decoración que perdur;1 en el siglo 111 a.C. en los yacimientos cercanos del Corral de Saus (Moixent) (IZQUIERDO, 1995, p. 170, figs. 66-67) y de El
Amarejo (Bonete, Albacete) (BRONCANO y BLÁNQUEZ, 1985, p. 156, fig. 103).
Grupo IV. Microvasos
La Bastida tiene una gran variedad de pequeños recipientes, e incluso miniaturas, que no
han faltado en la campaña de 1995, como son las botellitas (A.IV.1), copitas (A.IV.3); o los
tarritos (A.N.5.2) (fig. 20, 2; fig. 21, 2; fig. 17, 6, 7 y 8). Son vasitos relacionados con actividades de aseo personal, de carácter religioso o infantil, cori paralelos idénticos en las tumbas
-259-
[page-n-260]
46
E. DÍES , H. BONET, N. ÁLYAREZ y G. PÉREZ JORDÁ
o
Fig. 21.- Materiales del departamento 250 de la Casa 11. Año 1995.
-260-
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LA BASTIDA DE LES ALCUSES: TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
O
47
5cm
Fig. 22.- Materiales del departamento 250 de la Casa 11.
bien fechadas en la primera mitad del siglo IV a.C. (CUADRADO y QUESADA, 1986, pp, 61-64,
figs. 26 y 29) (SALA, 1994, fig. 289).
Grupo V. Cerámica auxiliar y relacionada con tareas domésticas y artesanales
Una tapadera de pomo discoidal y dos bordes, también de tapaderas, (A.V.1) (fig. 16, 3) son
las únicas piezas de cerámica no vascular halladas durante la excavación, echándose en falta los
soportes, morteros y manos de mortero. En cuanto a actividades artesanales, las fusayolas son
todas ellas acéfalas de tipo troncocónico (A.V.8.1.4), bitroncocónico (A.V.8.1.5), discoidal
(A.V.8.1.2) o esférico (A.V.8.1.1) (fig. 20, n.0 5 y 1O) propias de los poblados del Ibérico
Antiguo y Pleno, ya que las fusayolas con cabeza aparecen ya de forma mayoritaria en contextos
-261-
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48
E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDÁ
1
1
4
/
3
5cm
Fig. 23.- Materiales del departamento 250 de la Casa 11.
-262-
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LA BASTIDA DE LES ALCUSES: TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
49
de cronología más avanzada, a partir del siglo III a.C. Las pesas de telar son del tipo troncopiramidal (A.V.7.1) paralelepipédica (A.V.8.1.3) y discoidal (A.V.7.4) (fig. 17, n. 0 10 y 11) siendo
este último tipo poco corriente con ejemplares aislados en Los Villares (Caudete de las Fuentes)
(MATA, 1991, fig. 53) o en la Illeta dels Banyets (ÁLVAREZ, 1995, fig 65).
Para el estudio funcional de la vivienda hemos distinguido la cerámica no vascular (A. Va),
de las fusayolas y pesas de telar (A.Vb) (gráfs. 1 y 2), ya que éstas indican una actividad claramente relacionada con el tejido.
Grupo VI. Imitaciones
Las imitaciones de vasos griegos de La Bastida ya han sido motivo de estudio dada la
gran variedad de piezas recuperadas en este poblado (PAGE, 1984). Las formas más imitadas,
como ocurre en El Cigarralejo, Cabezo Lucero, La Albufereta de Alicante (RUBIO, 1986) o el
Puntal de Salinas (HERNÁNDEZ y SALA, 1996, fig. 30), son los kylices, los kylices-skyphoi y
las cráteras, sin olvidar que las páteras, escudillas y oenochoes copian igualmente modelos
griegos.
Los dos skyphoides (A.VI.2), pintados con bandas, semicírculos concéntricos y puntos (fig.
21, 4 y 5) responden a los tipos ya estudiados por Page y datados en la 1a mitad del siglo IV
a.C. (1984, pp. 86-88), mientras que el kylix (A. VI.l ), decorado con bandas y filetes (fig. 22,
1), es una copia más libre ya que en realidad es un plato de ala con asas.
3.1.2.2.
Cerámica tosca o clase B
En La Bastida, la cerámica tosca presenta un porcentaje muy alto respecto a la cerámica
fina (graf. 1). Por ejemplo, la Casa 11 presenta un 48% de cerámica tosca o clase B y un 52%
de cerámica fina o clase A. Dentro de la cerámica de cocina, la olla (B.l), de tamaiio mediano
y grande, es la forma más representada (fig. 16; fig. 21, 1) mientras que las tapaderas de pomo
(B.6) (fig. 21, 2) y los toneles (B.7.4) (fig. 24, 3) completan el repertorio de cerámicas toscas
de esta última campaña. Las cerámicas a mano están prácticamente ausentes, no habiéndose
recuperado ninguna base plana y sólo dos bordes que corresponderían a esta producción, el resto
de piezas están hechas a torno. Las pastas y calidades varían desde los ejemplares más toscos
de bordes salientes y gruesos hasta las piezas mejor elaboradas con bordes subtriangulares y en
menor medida moldurados. La decoración de muchas de estas ollas, con cordones aplicados en
el cuello y decorados con incisio_nes o impresiones (fig. 20, 3; fig. 18, 3 y 4), así como su aspecto
tosco recuerda las producciones a mano del Hierro 1, de ahí que recibieran el nombre de cerámicas arcaizantes (BALLESTER, 1947, pp. 50-51).
El hecho de que los toneles se realizasen tanto en cerámica fina como en tosca indica que
esta producción (grupo B) no se hacía exclusivamente para uso culinario puesto que los toneles
son claramente recipientes de almacenaje para contener o transportar líquidos. Los dos ejemplares de la Casa 11 son de boca central con dos asas y acanaladuras en el cuerpo para pasar la
cuerda de suspensión (fig. 24, 3). Tienen un orificio en la parte inferior para desagüar, característica que se da en alguna pieza de LaBastida (FLETCHER, 1957, p. 138) pero no lo tienen los
toneles del área murciana (LILLO, 1981, pp. 367-369).
-263-
[page-n-264]
50
E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDA
o
2
Fig.
24.~
Materiales del departamento 250 de la Casa 11.
-264-
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LA BASTIDA DE LES ALCUSES: TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
51
IMPORT
CER. COCINA
GRUPO VI
GRUPO V b
GRUPO V a
GRUPO IV
GRUPO 111
GRUPO 11
GRUPO 1
o
10
20
30
40
50
Gráfica 1.- Porcentaje de. los grupos de cerámica fina, cerámica tosca e importaciones
de los departamentos 248, 249 y 250 (Casa 11).
3.2.
EL METAL Y OTROS
Aunque no procede de la Casa 11, cabe destacar del Sondeo MSO 2, capa 4, una gran hoz
de hierro que conserva los remaches para el enmangue de madera (fig. 15, 6).
La Casa 11 no ha proporcionado piezas destacadas de metal, a diferencia de otros departamentos del poblado que parecen corresponder a habitaciones destinadas a guardar instrumentos
de trabajo, como los departamentos 21, 75 o 80. Sin embargo., no hay que descartar que la
vivienda puede tener anexos o habitaciones adosadas a la casa que no han sido excavadas.
El hallazgo más interesante del conjunto de los metales son unas trébedes de hierro (fig. 24,
2), similar a las publicadas en el departamento 49, que aparecieron in situ en el rincón noreste
del 250 (lám. XIV, B). El resto de objetos de hierro son varillas, remaches, clavos, anillas, un
fragmento de hoz, y dos varillas de hoja estrecha y larga con un espigón doblado en ángulo recto
(fig. 23, 4) como los recuperados en los departamentos 24 y 100 que describen como posibles
estrígilos (FLETCHER et alii, 1965, p. 134). De bronce sólo mencionar un pequeño pendiente
(fig. 17, 5) y de plomo destacar, en el departamento 249, una gran plancha, un peso discoidal y
numerosos goterones del mismo metal.
Dos piedras afiladoras, un fragmento de pasta vítrea (fig. 17, 4), seis conchas y caracoles y
cinco fragmentos testimoniales de fauna son los únicos objetos recuperados entre la gran cantidad de material cerámico.
-265-
[page-n-266]
52
3.3.
E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDA
LOS RESTOS CARPOLÓGJCOS
Desde finales de los años 60, Pla (1968 y 1970) realizó una serie de trabajos sobre la agricultura valenciana prehistórica y protohistórica en donde los útiles de labranza recuperados en
La Bastida serían, en lo que concierne al mundo ibérico, la base y punto de referencia para sus
estudios sobre economía. La riqueza del instrumental agrícola y su excelente grado de conservación le permitieron, a través de la comparación etnográfica, realizar una reconstrucción de las
diferentes tareas agrícolas desarrolladas por los habitantes del poblado. Esquema de funcionamiento q_ e, en la actualidad, continúa siendo válido en su mayor parte y del cual este trabajo
u
sólo pretende ser una actualización a partir de la obtención de nuevos datos carpológicos, que
el mismo Pla ya señaló como imprescindibles.
Siguiendo este propósito, con el inicio de las nuevas campañas de excavación realizamos
un muestreo sistemático de las diferentes unidades excavadas, con la finalidad de recuperar los
restos de semillas y frutos que nos permitieran definir los cultivos practicados (fig. 25). Proyecto
que ha quedado en parte limitado por haber -intervenido sólo en un área muy reducida.
Dpt. 248
Dpt. 249
Dpt. 250
Hordeum vulgare
Tri!. aestivum-durum
2
2
3
7
3
3
Panicum miliaceum
Setaria italica cf
Leguminosae
1
1
2
2
Vicia sp.
Amygdalus communis
Olea europaea
Vitis vinifera
Bifora testiculata
Cruciferae
4
2
1
31
1
9
26
La importancia del cultivo de los cereales ya quedó constatada por las frecuentes hoces
recuperadas, aunque el único cereal que estaba documentado hasta el momento era el trigo desnudo (TÉLLEZ y CIFERRI, 1954, pp. 30-31). El análisis carpológico nos ha señalado la presencia
de tres especies de cereal: la cebada vestida (Hordeum vulgare L.), el trigo desnudo (Triticum
aestivum-durum) y el mijo (Panicum miliaceum). La cebada vestida es el cereal que se documenta con más frecuencia en los diferentes yacimientos ibéricos de la franja mediterranea peninsular (PÉREZ y J3UXÓ, 1995, p. 62) lo que podría estar relacionado con su rusticidad. Junto a
ésta, el sigui"ente cereal en importancia es el trigo desnudo, que por contra es más exigente en
cuanto a la calidad de los suelos y los agota antes., lo cual podría ser un factor limitante. De
mijos sólo hemos recuperado dos restos, aunque también se han conservado lo que podría
corresponder a unos. fragmentos de tortas elaboradas a partir de granos de mijo parcialmente
molidos en los departamentos 248 y 249.
-266-
[page-n-267]
LA BASTIDA DE LES ALCUSES: TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
o
3mm
53
2
o
O
2mm
~-~-~
n ____
YL
2mm
_ L_ __ _~
,
3
4
e
0~~_
_:¡2mm
6
5
Fig. 25.- Restos carpológicos de la Casa 11. 1 Vitis vinifera. 2. Amygdalus communis.
3. Bifora testicuÚlta. 4. Panicum miliaceum. S. Olea europaea. 6. Triticum aestinum-durum.
La recuperación de leguminosas en los asentamientos es normalmente menor que la que se
produce en el caso de los cereales, hecho que ha estado habitualmente relacionado con las modalidades de tratamiento para el almacenamiento y consumo (DENNELL,l974). En el trabajo de Pla
(1972, p. 337) se señala la presencia de yeros (Vicia ervilia), aunque no han estado determinados
por ningún especialista. Los últimos muestreos sólo han aportado restos de Vicia, sin que
podamos precisar la especie a la cual pertenecen, ni si son cultivadas o no. Pero a partir de los
-267-
[page-n-268]
54
E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDA
datos aportados por otros poblados ibéricos (PÉREZ JQRDÁ., 1995; BUXÓ et alii, 1995) se constata el cultivo de diferentes leguminosas como las habas, lentejas; guisantes, etc.
Pla señaló que se produciría con seguridad el cultivo de la viña, olivo, higuera, granado y
palmera datilera (PLA, 1972, p. 338). Nosotros sólo hemos documentado la presencia de los dos
primeros, aunque la higuera y el granado están determinados en otros poblados (8) (CASTRO y
HOPF, 1982). Sin embargo, no tenemos constancia de que se haya documentado la palmera datilera con anterioridad a la romanización. A estos habría que añadir el almendro (Amygdalus communis) del cual también se han ha1lado restos en el Castellet de Bernabé (9) y en El Amarejo
(BRONCANO, 1989, p. 58).
Estos datos nos muestran un sistema tradicional de agricultura mediterránea, en el que la
aparición del arado de hierro permitiría la explotación de amplias extensiones de tierra para cultivos de secano como cereales y frutales. Practicarían una agricultura extensiva, en la que no
podemos afirmar con certeza el recurso a la rotación de cultivos, pero donde cabe suponer el
uso del barbecho como medio para asegurar la recuperación de las tierras. Frente al secano, en
las zonas de ramblas y en los bordes de los ríos, donde las tierras son más apropiadas para cultivos de huerta, y es posible el recurso al regadío, se daría un sistema de agricultura intensiva
con las leguminosas y otros cultivos hortícolas, recurriendo en estos casos al abonado como
medio para mantener la productividad de las tierras. Para el trabajo de estas tierras se utilizarían
los legones, herramientas que no se usan para cavar, sino para la remoción de las tierras y la
construcción de los caballones de las huertas,
Los únicos elementos destinados a la transfonnación de los alimentos que se han recuperado en el yacimiento son los molinos rotatorios, aunque también se ha documentado alguno
barquiforme, que estarían destinados principalmente a la elaboración de la harina a partir de los
cereales y de las leguminosas.
La revisión de la documentación de las antiguas excavaciones (diarios y archivo fotográfico) así como el estudio de las estructuras domésticas de las manzanas restauradas no nos ha
permitido identificar en La Bastida la presencia de estructuras destinadas a la fabricación de vino
como las atestiguadas en el Alt de Benimaquia (Dénia) en el s. VII-VI a.C. (GÓMEZ BELLARD
et alii, 1993), ni tampoco almazaras y lagares como los del Camp de Túria, datados desde el s.
IV-III a.C. (BONET y GUÉRIN, 1989; PÉREZ JORDÁ., 1993).
4,
CONCLUSIONES Y RESULTADOS DE LA CAMPAÑA DE EXCAVACIÓN DE 1995
4.1. ESTUDIO ESPACIAL DE LA CASA 11
La Casa 11 corresponde a una de las viviendas situadas en la vertiente sur de la zona este,
donde ya no aparece la Calle Central, dado que la estrechez del espacio no lo hace posible. Por
ello encontramos manzanas de casas a ambos lados de una medianera que sigue la cresta de la
montaña y el acceso a: éstas se realiza desde los dos caminos de ronda (fig. 4).
La prospección superficial indica que en los lados este y oeste de la casa excavada habría
sendas viviendas cuyas características no podemos, por el momento, determinar, aunque es probable que sean similares a las de estos departamentos.
(8)
(9)
Pérez Jorda, G., en estudio.
Pérez Jorda, G., en estudio.
-268-
[page-n-269]
LA BASTIDA DE LES ALCUSES: TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
55
O
2m
- - - - -
1
N
*
®
Depto. 249
@
Depto. 248
@
LEYENDA
@ Anfpra ® PMera
® Hogar @ Skypholde
@ Olla tosca @Tinaja
(f) Trébedes @ Tlnajllla @
@Anfora PE-1•
Vaso bltroncocónlco
© Lebes
@Hierro
@) OIIHa tosca
{§
@
Plato
Revestimiento
Fig. 26.- Planta de la Casa 11 con la dispersión de los materiales in situ. Año 1995.
-269-
[page-n-270]
56
E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JQRDÁ
Ocupa un espacio rectangular compartimentado en tres habitaciones (fig. 26; lám. XIII) con
una superficie excavada de 60m2 • Los departamentos 248 y 249, con sendas puertas abiertas a
un espacio anterior que no ha sido excavado, presentan una planta rectangular. El 250 se halla
situado, transversalmente a los otros dos, en la parte posterior de la vivienda y se comunica con
el departamento 248 a través de un vano. Los muros exteriores, este y oeste, de la vivienda se
prolongan hacia el sur, por lo que suponemos que las puertas de los departamentos 248 y 249
cpmunicarían con una estancia delantera, más que con un espacio abierto o calle.
El estudio de [os ajuares recuperados y de los elementos urbanísticos de cada departamento
permite hacemos una idea de las actívidaddes que se practicaban en esta vivienda, con la pre"
caución que exige el hecho de que probablemente no esté excavada en su totalidad.
El departamento 250 no presenta ninguna estructura de carácter doméstico que permita
definir la funcionalidad del espacio, sin embargo el gran número de vasos in situ (lám. XIV, A)
y el elevado porcentaje de recipientes de almacenamiento (25%) (gráfs. 2 y 3), como son las
ánforas, las tinajas, los lebetes, el tonel o las grandes ollas, muestran claramente que se trata de
un almacén o despensa. Además, es la habitación que proporcionó más restos metálicos, destacando las trébedes del rincón noreste (lám. XIV, B) que parecen estar guardadas, fuera de uso,
ya que no se encontraron restos de estructuras de combustión en sus proximidades. Por otra parte
la misma ubicación de la estancia, en la parte posterior y más oscura de la vivienda apoyaría
esta interpretación.
La presencia de un hogar en el departamento 249 (fig. 26) nos indica que estamos en el
principal ambiente doméstico, o espacio colectivo, en donde se desarrollarían las actividades
relacionadas con la cocina, tejido, descanso o acontecimientos familiares (BONET y GUÉRIN,
1995, p. 93). A pesa,r del estado fragmentado y la dispersión de los vasos recuperados en esta
habitación, se observa un número importante de cerámicas de cocina, de piezas relacionadas con
la actividad textil, así como el mayor porcentaje de vajilla de mesa y de lujo (cerámicas de
importación) (gráf. 2, 2).
El departamento 248, de las mismas dimensiones que el 249, no tiene ninguna estructura
doméstica que ayt~de a definir su funcionalidad, exceptuando el banco corrido situado junto a
la puerta del 250 . Tampoco entre sus ajuares destaca ningún grupo de cerámicas ni otros
objetos que indiquen una actividad concreta (gráf. 2, 1). Unicamente la cerámica de cocina,
con un porcentaje del 54 %, y un número considerable de piezas relacionadas con el tejido
indican que nos hallamos ante un espacio con actividades complementarias de la habitación
contigua, el 249.
Así, la Casa 11 se compone de tres habitaciones y, posiblemente, de un vestíbulo anterior
sin excavar. De momento tiene los dos espacios básicos que definen la vivienda familiar ibérica,
es decir, el espació colectivo o del hogar (D. 249) y la despensa o almacén (D. 250), mientras
que faltan otras áreas, casi siempre presentes, como son los espacios destinados a la molienda
o zonas de trabajo con hornos domésticos.
4.2.
CRONOLOGÍA Y CONTEXTO CULTURAL DE LOS MATERIALES
La publicación de Lamboglia sobre las importaciones griegas de La Bastida así como los
estudios posteriores de Trías ( 1967 -68) y de Rouillard (1991) datan el yacimiento entre los siglos
-270-
[page-n-271]
LA BASTIDA DE LES ALCUSES: TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
Dept. 248
IMPORT
5%
57
Dept. 249
IMPORT
8%
GRUPO 1
15%
GRUPO 1
18%
GRUPO 11
2%
GRUPO 111
5%
GRUPO IV
3%
30%
GRUPO 11
8%
GRUPO V a
3%
CER. COCINA
54%
20%
13%
GRUPO V b GRUPO V a GRUPO IV
12%
2%
2%
2
Dept. 250
IMPORT
3%
GRUPO 1
25%
CER. COCINA
30%
GRUPO 11
6%
GRUPO VI'!
3%
GRUPO V b
1%
7%
GRUPO V a
1%
3L-----------------------------------~
Gráfica 2.- P{}rcentaje de las cerámicas. l. Departamento 248. 2. Departamento 249. 3. Departamento 250.
V-IV a.C. con una única ocupación y sitúan la destrucción y abandono del poblado en el último
cuarto del siglo IV a.C.
Como hemos podido ver, Jos sondeos previos a los trabajos de restauración realizados en la
muralla y en las viviendas corroboran estas fechas con pequeñas precisiones, distinguiéndose
dos fases constructivas.
En el sector de las viviendas, la Fase l corresponde a restos de pavimentos y muros localizados por debajo de los departamentos que, desgraciadamente, no proporcionaron cerámicas de
importación por Jo que se fechan, por relación estratigráfica, anteriores a la Fase ll. En la
muralla, el nivel fundacional se ha podido datar en la primera mitad del siglo IV a.C. por un
fragmento de crátera de campana hallado en el estrato 4 del sondeo l.
-271-
[page-n-272]
58
E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDÁ.
La Fase II, que corresponde a la etapa de máximo auge y a la vez al momento final del
yacimiento, se fecha a lo largo del siglo IV a.C., tanto por las cerámicas griegas como por los
recientes hallazgos de ánforas púnicas. Las primeras, con las formas Lamb. 21, Lamb. 22, Lamb.
23, Lamb. 24, Lamb. 40, y Lamb. 42 B, aparecen bien datadas entre el 400 y el 325 a.C., destacando tan sólo el kylix-skyphos de figuras rojas y el kylix de pie bajo de clase delicada por
adentrarse en el s. V a.C. (420-380 a.C.). Una vez más han sido estas cerámicas áticas las que
han proporcionado la datación absoluta de este poblado, con la particularidad de que en esta ocasión los recientes hallazgos de ánforas de importación (PE-14 o T.8.1.1.1. y el tipo G) no han
hecho más que apoyar el dato cronológico obtenido de aquéllas, pues las primeras se sitúan entre
el 375-300 a.C. y las segundas a lo largo del s. IV a.C. Por tanto la ciudad debió de vivir entre
75 y 100 años como máximo, sin que se hayan documentado, por el momento, niveles fundacionales con materiales exclusivamente del siglo V a.C.
Las cerámicas ibéricas recuperadas en la Casa 11, como las del resto del yacimiento, se
fechan entre el 400 y el 325 a.C. El corto período de vida del poblado permite datar con gran
precisión su amplio repertorio de cerámica ibérica, siendo clave para el conocimiento del siglo
IV, como ocurre con los cercanos poblados del Puntal de Salinas (SOLER, 1992; HERNÁNDEZ y
SALA, 1996) o El Puig de Alcoi (RUBIO, 1985) así como con la mayoría de las tumbas del siglo
IV de El Cigarralejo (CUADRADO y QUESADA, 1986), de Cabezo Lucero (ARANEGUI et alii,
1993), la tumba 70 de Coimbra del Barranco Ancho (Jurnilla, Murcia) (INIESTA et alii, 1987) o
con las necrópolis del área albaceteña de El Tesorico (Hellín) (BRONCANO et alii, 1985), Los
Villares (Hoya de Gonzalo) o la Hoya de Santa Ana (Chinchilla) (BLÁNQUEZ, 1992, p. 259).
Aunque La Bastida fue coetánea a Covalta (VALL DE PLA, 1971; RAGA, 1994), a la necrópolis de La Serreta (CORTELL et alli, 1992), a la Illeta deis Banyets (ÁLVAREZ, 1995) o a La
Escuera (NORDSTROM, 1967, pp. 54-55), estos yacimientos perduran hasta mediados del siglo
III a.C. y, por tanto, presentan ya algunas formas y, sobre todo, decoraciones que se alejan de
los ejemplares de La Bastida.
En cuanto a otros yacimientos cuyo nivel de ocupación está fechado entre los siglos V/IV
a.C., como Los Molinicos (LILLO, 1993), los niveles V y VI del Puig de la Nau (OLIVER y GVSI,
1995, pp. 146-166), el nivel 4 de la Moleta del Remei (Alcanar, Tarragona) (GRACIA et alii,
1988), el nivel fundacional del Tossal de Sant Miquel y yacimientos cercanos (BONET, 1995, p.
404) o los niveles fundacionales de la muralla de Sagunto (ROUILLARD, 1979, p. 67), encontramos formas y e.lementos decorativos que no se dan en La Bastida y cuya tipología está bien
estudiada en el horno del Pla de Piquer, cerca de Sagunto (ARANEGUI y MARTÍ, 1995). Este
hecho plantea una doble problemática. Por un lado, si estos yacimientos son de la primera mitad
del siglo IV, existe una clara diferenciación cultural entre las áreas edetana e ilercavona (tierras
de Castellón y norte de Valencia) y el área contestana (sur de Valencia y Alicante), pues si comparamos los repertorios tipológicos y decorativos de ambas zonas, siendo teóricamente de la
misma cronología, son muy diferentes. Otra posibilidad es que los yacimientos arriba mencionados sean de la segunda mitad o finales del siglo V a.C., sin llegar a entrar en el siglo IV, con
lo cual no existiría dicha diferenciación geográfica sino que nos estaríamos moviendo en períodos distintos. En tal caso, los yacimientos del área septentrional serían más antiguos que La
Bastida, Puntal de Salinas, El Cigarralejo, etc., y el período que estaría mal representado en la
zona edetano-ilercavona sería precisamente la primera mitad del siglo IV a.C. Con todo ello lo
que queremos señalar es la necesidad de ir definiendo, con mayor presición, las producciones
-272-
[page-n-273]
LA BASTIDA DE LES ALCUSES: TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
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ibéricas de la segunda mitad, o finales, del siglo V a.C., de las de la primera mitad del siglo IV
a.C. siendo para ello esencial los conjuntos bien datados con las importaciones.
De cualquier forma, lo que resulta evidente es que La Bastida de les Alcuses, tanto por sus
cerámicas ibéricas como por el conjunto de importaciones y hallazgos epigráficos, queda claramente enmarcada en el círculo comercial, ~ístico y, en definitiva, cult\]ral del área del sudeste
(Alicante, Murcia y Albacete).
ANEXO. RESUMEN DEL PROYECTO DE CONSOLIDACIÓN Y RESTAURACIÓN
CRITERIOS DE INTERVENCIÓN
Como ya señalamos en el apartado 1.2., las tres fases de intervención del proyecto de restauración y puesta en valor del yacimiento de La Bastida de les Alcuses se ha llevado a cabo
por el equipo formado por los arquitectos Julián Esteban y Ricardo Sicluna y los arqueólogos
Helena Bonet y Enrique Díes, dentro de un proyecto de coordinación entre la Consellería de
Cultura y Diputación de Valencia. Damos a conocer a continuación, de forma resumida, los criterios y aspectos técnicos más relevantes de dicho proyecto.
Al iniciar el proyecto se tuvieron en cuenta tres factores, fundamentalmente:
a) La necesidad urgente de consolidar las estructuras excavadas, dado que la degradación
era cada vez mayor.
b) La puesta en valor del yacimiento para su visita, lo que implicaba planificar una consolidación que fuese además restauración parcial, para que las estructuras pudieran ser
comprensibles.
e) La exigencia de que toda la intervención fuese reversible, ya que muchos de los datos
constructivos son incompletos y deben de ser confrrmados por excavaciones futuras.
Dado que las únicas estructuras conservadas eran los muros y algunos enlosados, la consolidación debía ir dirigida a la protección vertical de las estructuras, mediante el recrecimiento
de los zócalos con una o varias hiladas de piedra y un elemento aislante. La restitución de los
pavimentos excavados en su totalidad era necesaria dado que la mayor parte de los muros
estaban completamente desfalcados o apoyados sobre un estrato de tierra que de seguir erosionándose supondrían la ruina total de la estructura.
La necesidad de combinar protección con didáctica exigía una solución que, a la vez, diese información sobre los límites de las casas y su distribución interna, diferenciase los pavimentos de las
habitaciones del suelo de la calle, hiciese comprensible la técnica de construcción de las casas ibéricas y, finalmente, facilitase la visión del urbanismo del poblado, todo ello con el apoyo de carteles
explicativos. Además, era necesario desbrozar y habilitar una zona de paso para el recorrido de la
visita.
La escasez de información de partida, que se fue completando a lo largo de los trabajos,
exigía una gran prudencia en las soluciones a adoptar y, sobre todo, que tuviese en cuenta la
reversibilidad de la actuación, documentado el estado previo de la estructura y facilitando la
diferenciación entre la parte original y la restaurada en caso de que fuese necesario retirarla.
Por todo ello, la actuación se limitó tan sólo a los suelos y los zócalos, sin restauración
alguna del alzado de adobe, ni tipo alguno de cubierta. Con Jo realizado creemos se respeta el
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E . DÍES, H . BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDA
tierra del yacimiento -?-==--..-~~r-r--r:;...--'\- cota de coronamiento del zócalo del muro
cribada i compactada
~,___- úHima hilada de piedra
con agua
capa de cemento, cal y arena, (1 :2:8)
r.:!:tf~!E~'i3:EJ:-- con pendiente
,_ ......,_,~~.......,
cinta plástica de señalización
A
roca
B
Fig. 27.- A. Sección de la propuesta de restauración de los muros (según proyecto de J. Esteban, R. Sicluna y
J.M. Espinosa). B. Propuesta del relleno y acabado de los suelos de las viviendas.
resto arqueológico en sí, puesto que se ha restaurado sólo en la medida en que lo añadido podía
aportar una protección a lo conservado a la vez que lo hacía comprensible, siendo posible retirarlo si nuevos datos así lo aconsejaran.
INTERVENCIÓN EN LA ZONA DE VIVIENDAS
- Limpieza: Se retiró manualmente la abundante vegetación crecida a lo largo de toda la
zona a recorrer por la visita, así como la de las áreas adyacentes.
- Retirada de los alzados en piedra seca: Antes de iniciar los trabajos de consolidación y
restauración fue necesario retirar los modernos alzados levantados entre 1983 y 1985 para poder
documentar las estructuras originales. Dada la ausencia de referencias documentales sobre el
alcance y características de estos trabajos se tomó como criterio respetar sólo aquellos para-274-
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mentos que mostrasen restos de trabazón de tierra entre los bloques. En caso de duda se consultó el plano realizado en 1931 por D. Mariano Jornet, que resultó excepcionalmente correcto.
Una vez los muros recuperaban su aspecto original fueron dibujados cQropletando la planimetría realizada en 1990 por Emili Cortell y Josep Ma Segura. Los alzados de la muralla oeste
y de los muros a consolidar fueron documentados por Ricardo González Villaescusa mediante
ortofotografía (fig. 5).
- Retirada de terreras: Durante los trabajos se retiraron una serie de terreras provenientes
de las excavaciones realizadas entre 1928 y 1931 , cuya tierra se empleó en parte para acondicionar el recorrido y como relleno parcial de los suelos.
-Consolidación y restitución de los muros: Se empleó la piedra de los alzados en piedra seca
antes descritos y la de los derrumbes hallada en las terreras, siguiendo esta secuencia (fig. 27, A):
a) Sobre los restos conservados se colocó una cinta plástica de señalización (a franjas rojas
y blancas). La primera hilada de piedra se colocaba en seco y, cuando no era posible, se
colocaba una capa de arena previa.
b) Sobre esta capa se elevaba un doble paramento de piedra cuyo interior estaba reforzado
mediante un mortero de cal y arena muy pobre (1:4) que no es apreciable desde el exterior.
e) Una hilada antes de alcanzar la altura definitiva se colocaba una capa de cemento blanco,
cal y arena (1 :2:8). A ésta se le daba una inclinación en talud para favorecer el drenaje.
d) Sobre esta nivelación se colocaba la última hilada de piedra trabada con tierra del yacimiento, cribada y compactada con agua, sin mezcla química alguna.
- Restitución de los suelos y escalones de acceso: Para la restitución de los suelos, cuya
cota original se estableció basándose en parte en los datos de los diarios de excavación y en
parte por las evidencias de los restos constructivos, se siguió la siguiente secuencia de trabajo
(fig. 27, B; lám. VII, B):
a) Relleno con tierra proveniente de las terreras, sin cribar, hasta alcanzar una cota de -25
cm por debajo del nivel a restituir.
b) Relleno con zahorra hasta una cota de -5 cm.
e) Nivelación final con arena morterenca, regada y compactada manualmente con pisón.
Respecto a los enlosados, en el departamento 191 la intervención se limitó a la reposición
de algunas losas desaparecidas de pequeño tamaño y a nivelar las que, por efecto del peso del
derrumbe y la acción de las raíces habían basculado ligeramente. En el departamento 244 se
levantaron una a una todas las losas saneándose la base de tierra, retirando las raíces y nivelándolas hasta devolverlas a su cota original. En ningún caso se empleó trabazón de mortero.
La trabazón entre las piedras de los escalones de acceso contiene una ligera proporción de
cemento blanco ya que tiene que soportar el paso de personas.
INTERVENCIÓN EN EL SECTOR OESTE DE LA MURALLA
Los trabajos en esta zona tuvieron tres objetivos: tapiacio de la Puerta Oeste, restitución del
zócalo y protección de la base.
El tapiado de la Puerta Oeste se debió a su uso continuado como acceso al interior del yacimiento por las visitas, lo que provocaba una lenta pero continuada destrucción del nivel arque-275-
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ológico puesto que no está todavía excavada. A esto hay que añadir, como hemos dicho, la constatación, durante los trabajos de limpieza, de que esta puerta fue efectivamente tapiada en la fase
final de poblado. El nuevo tapiado se realizó con piedra mediana colocada en seco fácilmente
retirable (lám. VI).
Tras la limpieza y retirada de bloques caídos o que habían perdido la trabazón se restituyó
el zócalo de la muralla del frente oeste y el de las torres 11 y 111 (lám. X, A), según los siguientes
criterios:
a) Zócalo: Se restituyó hasta la altura máxima conservada en el interior, a fin de impedir
la erosión del borde del coronamiento.
b) Torres 11 y 111: Se restituyó hasta la altura de la última hilada original conservada.
En ambos casos, los datos de excavación confirmaron que la altura real era mucho mayor
que la cota final de consolidación --entre 50 y 100 cm más alta, según los casos- por lo que
se decidió dar un acabado irregular.
El proceso de consolidación afectó sólo al paramento exterior, puesto que la muralla no ha
sido excavada por su lado interno, a excepción de los dos pequeños sondeos re.alizados en 1993,
donde sí se consolidó en toda su anchura. Por ello, la secuencia de consolidación fue la siguiente:
a) Colocación de una cinta plástica sobre la pared original.
b) Colocación de una fina capa de arena anaranjada -la tierra original de traba es gris
clara- sobre la piedra original.
e) Colocación de la primera hilada de piedra nueva sobre la original en hueso, sin traba.
d) Alzado del paramento exterior hasta la altura prevista con bloques de similar tamaño y
disposición a los del aparejo original. Estos bloques estaban trabados con una mezcla
de cal y arena muy pobre (1 :4).
e) Relleno de interior con piedra pequeña y casquijo.
f) Colocación de un pequeño talud al pie de la muralla y las torres con el fin de proteger
el cimiento. Este talud se realizó con tierra cribada del terreno y compactada manualmente (lám. VI, B).
g) El coronamiento y acabado de la muralla se hizo mediante un relleno de piedra mediana
suelta, mientras que en las torres 11 y Ill se colocó encima una capa de grava (lám. X, B).
El tramo de lienzo donde sólo se conservan los arranques de las desaparecidas torres IV, V
y VI, fue restaurado como el resto de la muralla, remarcándose tan sólo dichos arranques
mediante la colocación de bloques dispuestos hacia el exterior y mostrando la cara trabajada en
la disposición correspondiente a la de la pared original.
Finalmente, toda la estructura, tanto la parte original como la nueva, fue objeto de un rejuntado (lám. XI, A) entre los bloques mediante una mezcla de tono similar a la existente, compuesta por una parte de cal, tres de arena y una de tierra del terreno cribada, cuya consistencia
es similar a la descrita anteriormente.
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E. DÍES. H. BONET. N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDA
Lám. 1.- Vistas aéreas de La Bastida de les Alcuses donde se aprecia el recinto am uraUado,
la calle central y el sector donde se han restaurado los conjunto 1, 2 y 3. Año 1995.
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LA BASTIDA DE LES ALCUSES: TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓ N (1 990-95 )
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Lám. Il.- A: La Bastida desde el Pla de les A.lcuses. Año 1991. B: El PI a de les Alcuses
desde el yacimiento, al fondo el corredor de Montesa. Año 1991.
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70
E. DÍES. H. BONET. N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDA
A
B
Lám. 111.- A: Restos de carriladas en la ladera oeste, principal acceso al poblado. Año 1991.
B: Cisterna retallada en la roca aprovechando una grieta. Hoy parcialmente
colmatada de tierra y vegetación. Año 1991.
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LA BASTIDA DE LES ALCUSES: TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN ( 1990-95)
7l
A
B
Lám. IV.- A: Estado de la muralla oeste y de la torre UI antes de la restauración. Año 1990.
B: Lienzo de la muralla antes de la restauración con evidentes muestras de su deterioro. Año 1990.
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E. DÍES. H. BONET. N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDA
A
B
Lám. V.- A: Lienzo de muralla donde se aprecian los elementos verticales que marcan los
arranques o ángulos de una posible torre (Torre X), hoy desaparecida. Año 1991.
B: Detalle del arranque de la misma torre y restos de marcas de pala excavadora junto al jalón. Año 1991.
- 286-
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LA BASTIDA DE LES ALCUSES: TRABAJOS DE EXCAVACTÓ N Y RESTA URAClÓ N ( 1990-95 )
73
A
B
Lám. VI.- A: Limpieza del tramo central del frente oeste de la muralla donde aparece
la entrada principal. Año 1991. B: Lienzo oeste de la muralla, una vez restaurado, con la puerta
principal tapiada mediante piedras de menor tamaño para indicar claramente su provisionalidad. Año 1995.
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E. DÍES. H. BONET. N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDÁ
A
B
Lám. VII.- A: Superposición de estructuras de habitación del departamento 159, los muros inferiores
corresponden a la Fase l. Año 1991. B: Colocación de los suelos del Conjunto l. Año 1991.
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LA BASTIDA DE LES ALCUSES: TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN ( 1990-95)
75
A
B
Lám. VIII.- A: Conjunto 2 antes de la restauración. Año 1991. B: El Conjunto 2,
visto desde la calle central, tras la restauración. Año 1991.
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E. DÍES. H. BONET N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDA
A
B
Lám. IX.- A: Conjunto l tras la restauración. Año 1991. B: Conjunto 3 restaurado,
en primer término la Casa 7. Año 1993.
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LA BASTIDA DE LES ALCUSES: TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURAC IÓ N ( 1990-95)
77
A
B
Lám. X.- A: Vista de la cara sur de la Torre 11, una vez restaurada. Año 1995.
B: Acabado del coronamiento de la muralla y de las torres. Año 1995.
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E. DÍES. H. BONET. N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDA
A
B
Lám. XI.- A: Los obreros trabajando en el rejuntado de las piedras de la muralla y Torre 111. Año 1995.
B: Cartel explicativo de las técnicas constructivas de la Casa l. Año 1992.
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LA BASTIDA DE LES ALCUSES TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN ( 1990-95)
79
A
B
Lám. XII.- A: Sondeo realizado en el ángulo de la Torre Este y el lienzo de la muralla. Año 1995.
B: Zócalo de la cara norte de la Torre Este. Año 1995.
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A
Lám. XIII.- A y B: Vistas generales de la Casa 11. Año 1995.
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LA BASTIDA DE LE ALCUSES TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAU RACIÓN ([990-95)
81
A
B
Lám. XIV.- A: Materiales in situ del departamento 150. Año 1995. B: Detalle de las trébedes
del departamento 150. Año 1995.
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ARCHIVO DE PREHISTORIA LEVANTINA
Vol. XXII (Valencia, 1997)
Enrique DíES, Helena BoNET*, Nuria ÁLvAREZ y Guillem PÉREZ
JORDA
LA BASTIDA DE LES ALCUSES (MOIXENT): RESULTADOS DE LOS
TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN. AÑOS 1990-1995
El yacimiento de La Bastida de les Alcuses está situado en la confluencia de dos vías naturales que permiten el acceso a la Meseta desde el litoral mediterráneo: el corredor de Montesa
(lám. U, B), que corresponde a la comarca de la Costera y el curso del río Vinalopó. Se levanta
en el extremo occidental de la Serra Grossa (741 m.s.n.m.) y con sus casi ocho hectáreas de
superficie (láms. I y JI, A) es uno de los grandes yacimientos valencianos perteneciente al área
ibérica contestana (figs. 1 y 2).
En 1909, D. Luis Tortosa comunicó a D. Isidro Ballester Tormo la presencia en la loma de
La Bastida, en el Pla de les Alcuses, de restos antiguos de un gran poblado. Su elección, en
1928, como primera intervención oficial del Servicio de Investigación Prehistórica (S.I.P.) y los
hallazgos que se produjeron a lo largo de cuatro campañas sucesivas, desde 1928 a 1931
(BALLESTER y PERICOT, 1929), convirtieron a este yacimiento en un hito básico de la investigación arqueológica valenciana, no sólo por sus características intrínsecas sino porque fue clave,
junto a los hallazgos en el Tossal de Sant Miquel de Llíria, para iniciar una dinámica de investigación que ha durado hasta nuestros días.
Salvo un pequeño sondeo realizado en 1952 por Lamboglia (1954), no se han hecho nuevas
excavaciones en el yacimiento hasta 1993 siendo, por tanto, la publicación de los cien primeros
departamentos (FLETCHER et alii, 1965 y 1969) prácticamente la única documentación que ha
permitido que la bibliografía especializada no olvidase su existencia. A excepción de los trabajos
de Llobregat (1972) y Santos Velasco (1986) sobre hipótesis de organización social y espacial
de las estructuras, apenas ha habido aportaciones nuevas a los datos obtenidos por Ballester y
Pericot en el momento de la excavación.
* Servicio de Investigación Prehistórica. Diputación de Valencia.
-215-
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2
E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDÁ
EDETANOS
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Fig. 1.- Mapa de situación de La Bastida de les Alcuses (Moixent).
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LA BASTIDA DE LES ALCUSES: TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
3
Fotografías conservadas en el archivo del S.I.P., tomadas en el curso de una visita en 1962,
muestran el estado en que se encontraba el yacimiento treinta años después de su excavación y
cómo la vegetación enmascaraba completamente los restos. En 1975, el S.I.P. tomó la decisión
de construir un camino de acceso de gran envergadura que permitiese la visita al poblado, así
como su vallado, para impedir los reiterados saqueos que venía sufriendo. Dos años después, se
iniciaron los trabajos de limpieza, desbrozando gran parte de la zona excavada y poniendo al
descubierto todo el perímetro de la muraHa. También se levantaron de nuevo los muros,
mediante piedras del derrumbe colocadas en seco, más como medida preventiva que como
intento de consolidación o restamación.
Sin embargo, La Bastida de les Alcuses es un asentamiento de grandes dimensiones, cuya
interpretación de las estructuras es aún problemática, con una muralla en precario estado de conservación (lám. ]V) de más de un kilómetro de recorrido, jalonada por tres torres conservadas y
cuatro puertas, sin contar el amplio recinto en el extremo oeste, denominado tradicionalmente
como albacara. Todo ello obligaba a que cualquier intervención fuera precedida por la determinación de unos criterios coherentes con los objetivos, caracteósticas y límites de los trabajos de
consolidación y restauración, cuestiones que desarrollarnos en la última parte de este trabajo.
l.
1.1.
TRABAJOS DE CONSOLIDACIÓN Y PUESTA EN VALOR
SITUACIÓN DEL YACIMIENTO E INTERVENCIONES ANTERIORES AL PROYECTO
La zona no excavada se encuentra cubierta por una densa capa de vegetación, tanto arbórea
(pinos, fundamentalmente) como arbustiva, apreciándose la existencia de gran cantidad de
estructuras por excavar, especialmente en las partes más altas del recinto.
En el sector excavado, durante los más de sesenta años transcurridos desde su excavación
ha crecido mucha vegetación que afecta a la conservación de los muros. Por ello, en la zona
objeto de las intervenciones se talaron los pinos y las grandes raíces de algunas plantas arbustivas que afectaban a las estructuras.
Como mencionábamos, entre 1975 y 1986, se llevaron a cabo una serie de trabajos en el
yacimiento que tuvieron como finalidad el vallado, la construcción del camino de acceso, el descubrimiento de todo el peómetro amurallado y la limpieza del área excavada (APARICIO, 1984).
Para la realización del vallado fue necesario delimitar previamente el yacimiento, algo que se
consiguió poniendo al descubierto el paramento exterior de la muralla, por considerarse que no
había evidencias de estructuras fuera de él. Esta excavación no se realízó mediante catas perpendiculares sino mediante una zanja corrida paralela al paramento exterior, lo que imposibilitó
la observación de cualquier resto de trinchera de fundación. Una vez delimitada toda la muralla,
el estrato de derrumbe fue retirado mediante una pala excavadora (lám. V, B) y empleado para
realizar la nivelación sobre la que se construyó la valla.
Al retirarse el nivel original del suelo, unos 30-50 cm más alto del existente actualmente,
dejaron sin protección exterior los cimientos de la muralla, que quedan ahora a la vista, y también desaparecieron las rampas de tierra que permitirían el acceso a las puertas del poblado.
Finalmente, se aprecian en el paramento de la muralla una serie de elementos verticales
(lám. V, A) que sobresalen ligeramente de ella, agrupados de dos en dos a distancias más o
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E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDA
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CAMINO DE
HERRADURA
Fig. 2.- Localización de La Bastida de les Alcuses con indicación de los caminos de acceso y cantera.
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LA BASTIDA DE LES ALCUSES: TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
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menos regulares (entre 12 y 15 m) y con una distancia entre ellos de 5'2/5'8 m. Dado que esta
última distancia es similar a la de las torres conservadas, creemos que la única interpretación
posible es que se trata de los restos de una serie de torres -siete en total- que jalonaban el
frente oeste, la parte más accesible del poblado que estudiaremos más adelante (fig. 4).
Fuera del área vallada quedan el camino ibérico de acceso y un muro vinculado a su defensa.
No es descartable que una prospección más cuidadosa ofrezca nuevos elementos exteriores.
La limpieza de la zona excavada afectó a los 174 departamentos, en los cuales se cortó la
vegetación y se talaron algunos pinos y arbustos. Sobre los muros originales se levantó un paramento de unos 50170 cm de altura realizado en piedra seca, empleando para ello piedra del
derrumbe. No se realizó señalización alguna que indicase el alzado del nuevo muro por lo que
ha resultado en algún caso bastante difícil diferenciar la parte nueva de la vieja, que sólo
mediante las señales de la meteorización de la roca o por la inexistencia de tierra entre los bloques podía determinarse. Como parte de los elementos constructivos empleados en esta actuación hallamos tanto fragmentos de molino como restos de adobes, molduras y revestimientos
que han sido de gran interés para la interpretación del alzado y cubierta de las casas.
1.2.
LA INTERVENCIÓN EN EL YACIMIENTO ENTRE 1990 Y 1995 (1)
Desde el inicio del proyecto de consolidación y restauración se puso en evidencia que había
una gran cantidad de información sin analizar de las primeras excavaciones, especialmente en
lo referente a arquitectura, urbanismo y localización in situ de materiales. Asímismo, todavía
estaba pendiente un estudio de explotación del entorno para situar el yacimiento, en una zona
que presenta desde antiguo un poblamiento muy denso. El proyecto de restauración y consolidación de La Bastida ha sido realizado por los arquitectos Julián Esteban y Ricardo Sicluna,
junto a los arqueólogos Helena Bonet y Enrique Díes.
Hasta el momento se han ejecutado tres fases del proyecto. En la primera (1990-1991 ), se
realizó un informe sobre el estado de las estructuras y una propuesta de consolidación y restauración, así como el diseño de un itinerario de visita. A partir de todos estos datos se llevó a cabo
la limpieza del mencionado recorrido así como la consolidación y restauración de las casas 1, 2
y 3. Finalmente, se colocaron ocho carteles (lám. XI, B) en los que se enmarcaba el yacimiento
dentro de la cultura ibérica, en su entorno geográfico, y se hacía especial hincapié en el sistema
defensivo, en las técnicas constructivas y en el urbanismo. En la segunda fase (1991-1992) se
acometió la consolidación y restauración de las casas 4, 6, 7, 8 y 9, diseñándose nuevos carteles
explicativos referentes a la funcionalídad de las viviendas. Finalmente, se llevó a cabo la tercera
fase (1993-1995) en el frente oeste de la muralla, para lo cual se realizaron dos sondeos en el
interior de la Muralla Oeste y uno en el exterior de la Torre Este, ya que era el único lugar donde
se conservaba el derrumbe exterior (fig. 4 y lám. I).
(1) Las intervenciones arqueológicas que aquí se resumen forman parte de un amplio proyecto de investigación del yacimiento
ibérico y de su entorno que se viene desarrollando desde 1992. A la espera de la publicación definitiva de los resultados, queremos mencionar y agradecer el esfuerzo de todos aquellos que han colaborado en su desarrollo: Francisca Rubio, Josep Castelló, Luis Gimeno,
Pascual Costa, arqueólogos, y M• José López y Amparo Garnir, estudiantes; así como de aquellos que participaron en la excavación de
1995: Ángeles Badía, Elsa Pacheco, Aurora López, José Medart. Finalmente, aquellos que han colaborado en la realización de prospecciones, e.ntre los que queremos agradecer especialmente la ayuda de Ricardo González Villaescusa y Pilar Fumanal, así como a Pérez
Ballester, director del proyecto de Prospección que se viene realizando sobre el poblamiento ibérico en el Valle de Montesa.
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Fig. 3.- Planimetría de La Bastida de les Alcuses y detalles de las torres 11 y m del lienzo oeste (A),
de la Puerta Norte (8) y de la Torre Este (C) (según E. CorteU y J.M" Segura).
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LA BASTIDA DE LES ALCUSES: TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
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Fig. 4.- Planta de La Bastida de les Alcuses con indicación d~ l~ manzan~ restauradas
y de los sondeos de excavación. Años 1990-1995.
En 1995 se realizó una campaña de excavación ordinaria, en los departamentos 248, 249
y 250, que ha confirmado las hipótesis constructivas planteadas durante los trabajos de consolidación y restauración, y ha permitido precisar la datación de las estructuras. Al mismo tiempo
que la localización de los materiales in situ ha servido para conocer nuevos datos sobre la funcionalidad interna de las viviendas y sobre la economía de los moradores de La Bastida de les
Alcuses.
2. DATOS URBANÍSTICOS Y ARQUITECTÓNICOS
2.1.
LA INFLUENCIA DEL ENTORNO: PROCEDENCIA DE LOS MATERIALES Y ACCESOS
AL POBLADO
La mayor parte de la piedra utilizada en los muros proviene de la misma montaña, especialmente de las vetas que afloran en la parte superior donde se asienta el poblado. Es una piedra
caliza de muy mala calidad, con abundantes vetas interiores que dificultan su trabajo ya que
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E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PEREZ JORDA
tienden a la fragmentación. Hay, sin embargo, un escaso porcentaje de piedra caliza de mejor
calidad, de tono gris azulado, empleada mayoritariamente en escalones, jambas y cantoneras que
proviene de unas vetas que afloran en la vecina loma situada al sur de la de La Bastida (fig. 2)
y en las cuales hay evidencias de haberse realizado extracción de piedra. Se encuentra apenas a
500 m en línea recta, aunque el tamaño de algunos bloques obligó a los habitantes del poblado
a seguir caminos que pudieran utilizar los carros, lo que suponen casi 3 Km reales.
La tierra arenosa con la que se realizaron lo_s adobes es la que se halla en el lado norte y
que aparece ya desde media ladera. Hay también algunas vetas de arcilla rojiza que fue utilizada para algunos revestimientos.
De un área mayor provendría gran parte de la madera utilizada tanto en la construcción
como en la diferentes labores, suministrada por los cercanos montes que rodean la loma, especialmente por sus lados sur y este.
Ya un poco más alejadas, posiblemente en la zona de Montesa, se encuentran las vetas de
piedra arenisca con la que fueron construidos los molinos hallados en el yacimiento.
Todos estos materiales se llevarían mediante carros, los más pesados, por animales y personas. El yacimiento es accesible sobre todo por el este y el oeste, es decir, las prolongaciones
de la cresta del monte que son las que presentan una pendiente relativamente más suave (fig. 2).
El lado oeste era la subida utilizada tradicionalmente antes de la construcción del nuevo
camino y ya en las primeras campañas se observaron señales de carriladas (FLETCHER et alii,
1965, p. 13) (lám. ID, 3). Éste era el acceso más sencillo y también el más transitado ya que fue
acondicionado para el paso de vehículos, carros con apenas 135/140 cm de eje, como se ha comprobado en las mencionadas carriladas. La erosión ha convertido este antiguo camino en una
torrentera, desapareciendo la tierra original y las nivelaciones que debieron realizarse, aflorando
la roca del terreno en la mayor parte de su trazado. Con todo, los escasos restos de huellas de
carriladas y los recortes en las paredes de piedra evidencian sus antiguas características.
Así, apenas abandonada la llanura, el camino debía de cruzar una serie de afloramientos
rocosos bastante importantes, por lo que fue necesario recortar la roca en una profundidad que
varía entre 0'5 y 2m, con una anchura en tomo a los 2m y a lo largo de unos 120m. A partir
de aquí el camino continúa en una marcada pendiente de 9 grados durante otros 250 m hasta
alcanzar un amplio espacio nivelado a partir del cual el trazado se hace mucho más suave,
siempre por la cresta de la montaña hasta llegar, 75 m más adelante, a un muro de 32m de longitud y 1'5 m de anchura que bloquea el paso. Se abre en él un vano de 2 m por el que podrían
pasar los carros, cuyo pasb parece controlar ya que se limita a cerrar la zona llana por donde
éstos podrían circular. El camino continua idéntico al tramo anterior a lo largo de 350 m basta
llegar al pie del muro del recinto oeste donde se abre la puerta que da acceso al interior de este
recinto y, 150 m más adelante, a la Puerta Oeste en la muralla del poblado (figs. 3 y 4 ).
Hay también algunas evidencias de caminos en sus lados norte, sur y este, aunque todo
parece indicar que se trataría de caminos de herradura, por tanto no accesibles a los carros (fig. 2).
2.2. EL SISTEMA DEFENSIVO
Subiendo desde el oeste se llega hasta un primer muro del recinto, una pared de piedra realizada con un doble paramento de grandes bloques, provenientes del terreno, relleno de tierra y
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Fig. 5.- A: Levantamiento ortofotográfico de los muros del departamento 204 (según R. González). B: Aparejo del frente oeste
de la muralla donde se aprecia el tapiado de la puerta y la Torre 11. Levantamiento ortofotográfico (según R. González).
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cascajo, y de una anchura variable, pero siempre en tomo a los 1'5-2 m. No hay señales de
derrumbe ni evidencias de que haya tenido un alzado de adobe. A todo ello hay que añadir que
este muro, que rodea un espacio de 1'5 Ha., no tiene ningún elemento defensivo como torres o
foso, ni siquiera junto a la puerta. El muro sólo está completo en la parte frontal y se interrumpe
unos metros antes de llegar a la Puerta Sur y varias decenas de metros antes de la Puerta Norte.
En estos tramos sólo se conserva, en ocasiones, el paramento exterior (fig. 3).
Aunque en el interior de este recinto apenas ha aparecido material cerámico ni restos de
viviendas, una prospección cuidadosa ha puesto de relieve la existencia de dos estructuras hasta
ahora inéditas: un departamento de 5 x 4 m, aproximadamente, junto a la puerta del recinto y,
a 60 m de la muralla, un muro de más de 1 m de anchura que cruza transversalmente el espacio
del recinto oeste, formando dos retranqueos en su parte central y con lo que parecen ser restos
de dos contrafuertes en su tramo sur. Este último está construido con bloques de tamaño
mediano y grande, muy semejante en su construcción y características al muro identificado en
el camino de acceso del lado oeste, si bien la densidad de la vegetación no permite su interpretación con claridad.
Por paralelos con el mundo islámico este recinto se ha interpretado como una posible albacara, y así es denominada en la bibliografía, para el refugio del ganado. Sin embargo, el estudio
de sus características constructivas parecen evidenciar dos hechos: que esta estructura no debjó
de terminarse y que, además, protegía las tres puertas más accesibles obligando a quien entrase
a cruzar esta zona, algo que no se sucede nunca en el caso de las verdaderas albacaras.
El área habitada propiamente dicha, de 6'3 Ha. de superficie, estaba defendida por una
muralla de trazado lineal, sin retranqueo alguno y cuyos cambios de dirección son progresivos
y suaves. Sólo presenta elementos de defensa activa en sus extremos este y oeste, coincidiendo
con los caminos de acceso, con mayor importancia en el segundo, donde no sólo se ha concentrado la mayor cantidad de estructuras sino también donde los elementos constructivos alcanzan
una mayor vistosidad y cuidado.
Tres han sido los sondeos realizados en la muralla, dos en el interior de la muralla oeste
(Sondeos MOS 1 y MOS2) y uno en el exterior de la Torre Este (Sondeo TE), en el único punto
donde quedaban restos del derrumbe (fig. 4).
El sector oeste de la muralla es una construcción que varía entre 3' 5 y 4 m de anchura, con
la adición de un elemento de 1'2 m en algunos puntos y que podría tratarse de un sistema de
escaleras de mampostería para acceder al adarve, aunque es una hipótesis pendiente de comprobación. Esta gran amplitud responde no tanto a una necesidad defensiva como a un imperativo técnico que precisa de una base muy ancha para obtener cierta altura (fig. 6).
Tan sólo fue enterrada la hilada inferior, con una profundidad que nunca superó los 50 cm,
sin alcanzar la roca más que en aquellos lugares en los que afloraba, como se ha podido comprobar en los sondeos realizados. Al sur de la Torre m (fig. 6), por ejemplo, la hilada que hace
las veces de cimiento quedó a menos de 20 cm de la roca, que de haberse alcanzado hubiese
garantizado un asentamiento mucho más sólido de la estructura. Por el contrario, las torres sí
profundizan hasta alcanzar terreno estable, lo que estaría justificado por su mayor altura.
Como se ha podido comprobar en el Sondeo MOSl (figs. 4 y 6), el zócalo de piedra es un
paramento exterior de contención de los estratos de tierra apisonada que colmatan el espacio
interior de recinto hasta crear una superficie plana a nivel de los afloramientos interiores de roca.
Este desnivel varía entre 1 y 1'5 m. A partir de esta superficie (Sondeos MOSl y MOS2) se
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Sondeo!
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Fig. 6.- Secciones de los Sondeos 1 y 11 realizados en el frente oeste de la muralla. Año 1993.
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2m
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levantaba el paramento interior de la muralla propiamente dicha hasta alcanzar el zócalo una
altura de unos 3' 5 m.
En el relleno interior de la muralla, según se ha podido apreciar aJ desbrozar su coronarrúento, a distancias regulares de unos 11 m se han hallado hiladas de piedra perpendiculares a
la muralla formadas por un paramento de mampuestos de tamaño mediano/grande. No parece
tratarse de tirantes, sino de límites de «cajas» en la construcción de la muralla para ir subiendo
en altura tramos completos. No es descartable que fuera la obra realizable en un día, lo que daría
para todo el perímetro una duración de las obras, como mínimo, de 3 meses y medio para la
construcción del zócalo.
Sobre él, como puede desprenderse de los estratos de derrumbe localizados en los sondeos
MOS 1 y 2, sobre todo, en el TE (figs. 4 y 7), se elevaba un paramento de adobe hasta alcanzar
una altura total igual a dos veces la del zócalo. Esta técnica rrúxta de pared de adobes sobre
zócalo de piedra en los sistemas defensivos se documenta desde el s. VI a.C. desde Andalucía
a Cataluña, entre otros en los yacimientos de Puente Tablas (Jaén) (RUlZ y MOLINOS, 1993, p.
202), El Oral (San Fulgencio) (ABAD y SALA, 1993, p. 198), o Els Vilars (Arbeca, Lleida)
(JUNYENT et alii, 1994, p. 86). El derrumbe en el sondeo TE ha perrrútido comprobar que sobre
este alzado habría una estructura de piedra, probablemente un solado para el adarve, que era la
misma muralla, dada su anchura, y un parapeto, coronado por almenas realizadas esta vez en
adobe, posiblemente con el extremo superior redondeado (fig. 14) como se viene documentado
para las fortificaciones fenicio-púnicas del Mediterráneo occidental (ACQUARO, 1974, p. 182).
Toda la estructura estaría revestida interna y externamente por una capa de arcilla que homogeneizaba el aspecto exterior de la muralla y justificaba el empleo de bloques tan toscamente
tallados (fig, V, B). No es descartable tampoco, aunque no hay evidencias de ello por el momento,
que toda la muralla y especialmente el extremo oeste, estuviese encalada exteriormente. Es un
sistema decorativo de numerosos paralelos en el mundo mediterráneo cuando se emplea este tipo
de material constructivo, como se ha podido documentar, entre otros, en el Próximo Oriente en
los yacirrúentos de Tell'Arqa (THALMANN, 1979) y Tel Dor (STERN, 1991); en el Mediterráneo
central en Cartago (RAKOB, 1985, 1987a y 1987b), Mozia (ClASCA, 1986) y Kerkouane
(FANTAR, 1984); y ya en la península Ibérica, en los yacimientos de Tejada la Vieja (Huelva)
(FERNÁNDEZ nJRADO, 1987), o Puente Tablas (Jaén) (RUIZ y MOLINOS 1985; 1988), Puig de la
Nau (Benicarló) (OLIVER y GUSI, 1995, pp. 222-223) por citar los casos más antiguos. La altura
total, incluido el parapeto, sería de unos 10m para la muralla y 12 m para las torres (fig. 14).
El resto de Ia muralla parece presentar una técnica constructiva sirrúJar a la del sector oeste,
aunque su anchura es de sólo 2 m. Esto se explica porque defiende las laderas norte y sur, mucho
más pronunciadas y de difícil acceso. La altura total aquí no superaría los cinco metros, a los
que habría que añadir un parapeto similar al anteriormente descrito.
Si la hipótesis de la rutina de trabajo es correcta, el tiempo de realización del total de la
obra no excedería los 14 meses y supondría la dedicación diaria de unas cincuenta personas, de
las cuales sólo la tercera parte deberían tener ciertos conocirrúentos constructivos, dedicándose
el resto al acarreo de piedras y tierra para el relleno.
Como se dijo más arriba, el lado oeste debió de estar protegido por una sucesión de torres
que garantizaban tanto la defensa como la solidez de la muralla y su función como elemento de
prestigio. Se ha podido determinar la situación y dimensiones de las posibles torres desaparecidas, mostrando algunas de ellas evidencias de la retirada mecánica de su derrumbe (ftg. 4).
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Fig. 7.- 1 y 2. Secciones del sondeo de la Torre Este. 3. Planta del sondeo de la Torre Este. Año 1995.
La distancia entre las torres varía entre 11'7 y 16'3 m, dejando aparte el tramo entre las
torres m y IV, que corresponde a la Puerta Oeste y tiene, por tanto, características especiales.
Es una distancia habitual en la fortificación antigua, ya que permite ser batida con facilidad
mediante armas árrojadizas. Las torres tienen u11as dimensiones entre 5'2 y 5'8 m de longitud
(siendo de mayor tamaño la Torre m por tratarse de una construcción posterior y de menor
tamaño la Torre VIII, que cubre un espacio entre torres mucho menor, posiblemente residual en
el trazado) y una anchura, documentada sólo en las Torres I1 y m, de unos 3'5 m.
Esta torres enmarcarían la Puerta Oeste extendiéndose a ambos lados hasta las dos Puertas
Norte y Sur (figs, 3 y 4) y protegerían este punto más accesible, coincidiendo con el camino de
acceso principal. Esta demostración de esfuerzo constructivo concentrado, a la vez que economizado, limitándolo a la zona observable por los visitantes es una combinación de ornato y
defensa, típica de toda muralla de ciudad.
El lado este, como queda dicho, tan sólo era defendido por un bastión (fig. 3; lám. XII, B),
aunque de grandes dimensiones, 10 x 7 m frente a los 5'2 x 3'5 m habituales, sin tener en cuenta
las respectivas anchuras de la muralla. En el resto de la muralla tan sólo se aprecia la existencia,
en la parte central del lado norte, de una estructura de 6 x 1'5 m que parece que puede interpretarse como una posible rampa de acceso a una poterna que daba sobre el camino de ronda y
en las cercanías de una de las mayores plazas junto a él abiertas.
La puerta principal muestra señales de al menos tres fases constructivas, si bien hasta que
se realice una excavación no es posible precisar más sobre ello. En cualquier caso, parece claro
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que fue tapiada con materiales variados entre los que predominan los de tamaño pequeño o
medio, formando un muro de 2 m de anchura (fig. 4). Todo parece indicar que este tapiado
corresponde al momento inmediatamente anterior al ataque y destrucción del poblado, ya que
este sistema es bastante corriente en la poliorcética del mundo antiguo y del que hay ya bastantes ejemplos en el mundo ibérico (GUÉRIN y BONET, 1993; ALFARO, 1991; LILLO, 1993, p.
74). En la actualidad ha sido tapiada, de forma provisional, con piedras de tamaño mediano para
impedir el acceso aJ interior del recinto por esta zona (lám. Vl, B).
De este ataque quedan bastantes evidencias en el sistema defensivo, así como en las señales
de incendio y de saqueo de algunas casas. Junto al tapiado de la puerta hay que mencionar la
reconstrucción de la Torre 111, que fue desplazada algunos metros hacia la Puerta Oeste para
mejorar su defensa. En el sondeo MOS 1, además, el derrumbe presentaba un aspecto distinto al
del MOS2. En éste se podía apreciar una destrucción lenta por erosión, mientras que en el primero los elementos se entremezclaban como evidencia de una caída violenta. En el exterior,
varias piedras desplazadas podrían ser consecuencia de la actividad tradicional de los zapadores
que provocaban la ruina de las murallas asediadas mediante palancas con las que iban sacando
bloques del zócalo. Un poco más allá, la puerta sur también muestra señales de incendio.
De todo ello cabe concluir que el poblado sufrió un primer ataque al cual sobrevivió pero
que supuso la realización de obras de refuerzo para las defensas. Entre ellas, creemos que debe
incluirse el perímetro amurallado denominado albacara y que, quizá por fuerza mayor, nunca
llegó a terminarse. Es probable, incluso, que los materiales que estaban acumulando para la
construcción fueran usados por los atacantes para establecer defensas desde las cuales asediar
la ciudad, posible explicación de las líneas de muros irregulares ante la muralla antes descritas,
2.3. EL SISTEMA VIAL Y EL ACONDICIONAMIENTO HÍDRICO
El sistema vial interno del poblado está condicionado por la necesidad de facilitar la circulación de carros hasta determinadas áreas (fig. 4). Los ejes fundamentales son la Calle Central (2), que parte desde la Puerta Oeste atravesando la ciudad en casi toda su longitud, y los dos
caminos de ronda, al norte y al sur, que se unen en la Calle Central un poco más al este de la
zona excavada. A partir de este punto la montaña se estrecha quedando reducido el espacio a
dos ejes que enmarcan un solo grupo de casas. Pueden ser calles o plazas, pero ambas tienen en
común qt1e no sufren ningún tipo de variación apreciable a lo largo de su historia.
Por el contrario, las calles y plazas que no están vinculadas al tráfico rodado sino al de peatones y ganado, ven reducidas progresivamente sus dimensiones por sucesivas ampliaciones de
viviendas, que se hacen siempre a expensas de estas áreas, o por la construcción de nuevos edificios. Esto podría indicar que la principal funcionalidad de las calles era la de permitir el paso
y el acceso a las casas, por lo que lo único que hay que garantizar es el mantenimiento de la
anchura mínima necesaria, el de un carro en unos casos y el de una persona en otros.
Los datos obtenidos sobre el Conjunto 3 confirman particularmente estas hipótesis. En esta
manzana, tres de las cuatro casas -6, 7 y 8-, presentan entradas que permitirían el paso de
(2) Esta calle aparece citada en la bibliografía como Calle Principal o incluso Calle Mayor. Hemos decidido prescindir de
denominaciones subjetivas en favor del único hecho cierto, que cruza longitudinalmente el poblado por el centro.
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carros (fig. 9). La limpieza del espacio 230 ha permitido comprobar que el camino de ronda
mantenía siempre un ancho mínimo de 2 m para permitir el paso de vehículos, siendo recortada
la roca allí donde fue necesario. Al lado del camino de ronda se ha encontrado una plataforma,
junto al departamento 247, que parece ser un muelle de descarga; pero, además, el desnivel existente entre el camino de ronda y el nivel de las casas del Conjunto 3, situadas en la cresta del
cerro, se solucionó mediante la construcción de una rampa que permite llegar basta un espacio
abierto donde la roca fue recortada para permitir el paso hasta las casas 7 y 8. Desde aquí el
carro podía continuar su camino para buscar la entrada de la casa 6; para ello fue necesario construir un muro de contención que determinó así el espacio 231 y que tiene un ancho mínimo de
3'25 m, ensanchándose luego ante la puerta de la casa 6 donde llega a tener 4'25 m para permitir el giro de 90 grados del vehiculo para poder enfilar la puerta.
Como sucedía con el conjunto 1, también la calle denominada espacio 207 sólo permite el
paso de vehículos hasta el departamento habilitado para su entrada, el 197, en cuya esquina hay
un guardacantón. Tampoco es posible el paso a través del espacio 240, que delimita la manzana
3 por el este, ya que todo parece indicar que desde aquí los carros podían descender por una
nueva rampa para volver al camino de ronda.
Otro dato interesante lo ha aportado un sondeo realizado en la Calle Central, frente a la Casa
9, con el cual se intentaba comprobar la estratigrafía de la calle. El suelo, de tierra fuertemente
apisonada de color blanquecino, presenta una ligera pendiente hacia el norte donde, en contacto
con las fachadas de las casas 2 y 9, hay sendos elementos de protección. En el primer caso es
un pequeño zócalo de piedra -apenas dos hiladas- sobre el que hay una capa de tierra amasada o adobe descompuesto; el segundo es un afloramiento rocoso que ha sido recortado y sobre
el que se ha dispuesto igualmente una capa del mismo material que el anterior, a fin de regularizar la superficie. Su anchura varía entre 65 y 80 cm y la altura máxima conservada es de 35
cm. Estos elementos suelen tener como función la protección de las fachadas, tanto de la escorrentía como de los vehículos, sin que podamos considerarlos como aceras propiamente dichas.
También algunas de las pequeñas callejas muestran algún tipo de escalón de contención para
facilitar el paso, así como de elementos de piedra para proteger los edificios de la escorrentía y
canalizar las aguas hacia el centro de la calle.
En este sentido, es necesario hacer una pequeña referencia al acondicionamiento hídrico del
poblado, tanto en lo que se refiere a su obtención como a su distribución y evacuación. La
Bastida de les Alcuses dispone de una gran cisterna (lám. Ill, B) en su parte central, construida
aprovechando una grieta natural que ha sido acondicionada con esta finalidad (fig. 4 ). Tiene unas
dimensiones de 12 x 2 m y una profundidad mínima de 2'5 m, ya que sólo ha sido excavada
parcialmente. Esto da una capacidad total mínima de 60 m3 • No hemos encontrado evidencias
del sistema de cubierta, aunque parece que hay que descartar la bóveda, que no se documenta
en el poblado. Dada la anchura de la boca, no es descartable que tuviese una sistema similar al
de las casas, aunque quizá con un solado. La cisterna, a su vez, determina la organización de
una amplia plaza en Uno de cuyos lados se encuentra un gran edificio que hemos denominado
provisionalmente como Casa 1O.
Esta cisterna está colmatada de piedras y tierra, siendo destacable la aparición de un gran
bloque en su extremo oeste proveniente de uno de los muros. Debemos indicar, además, que
ciertos elementos nos hacen pensar que la cisterna podría estar parcialmente integrada en la Casa
lO, de cuyo techo podría recoger el agua de lluvia, ya que está situada en el punto más elevado
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de la plaza. Además, contaban con las cercanas fuentes, a lo que hay que añadir que el Pla de
les Alcuses es una de las áreas más húmedas de la zona.
No hay elementos de conducción de aguas ni al interior ni al exterior, ni desagües, ni tuberías de piedra, metal o cerámica. Tan sólo se ha comprobado la existencia de acondicionamientos
para evitar la entrada en las casas del agua de lluvia que baja por las fuertes pendientes; para
ello se colocan elementos en bisel, bien artificiales, bien tallando afloramientos rocosos. Los
caminos de ronda y posibles desagües de la muralla servirían para facilitar la definitiva salida
de las aguas sobrantes fuera del poblado. Precisamente, en el sondeo realizado en la TE (fig. 7,
3; lám. XII, A) hemos encontrado un acondicionamiento parecido, mediante la colocación de un
gran bloque cuya función podría haber sido la de desviar las aguas para evitar la erosión de la
base de la muralla. Ello viene a confirmarnos que los que construyen no hacen sino aplicar los
conocimientos que tienen para la construcción de las casas aunque aumentando proporcionalmente las dimensiones de los bloques y la anchura de la estructura. No puede decirse que tengan
una técnica específica para las casas y otra para la muralla. Esto, por supuesto, supone un
esfuerzo mayor de trabajo ya que con mejores cimientos y una mejor disposición y uso de los
materiales constructivos, hubiera sido posible levantar una muralla igual de sólida pero menos
masiva y, por tanto, menos costosa en cuanto a tiempo y esfuerzos se refiere.
2.4.
ADAPTACIÓN AL TERRENO Y URBANISMO
En lo que a la adaptación al terreno se refiere hay que hacer una diferenciación. Por debajo
de las estructuras ahora observables se han evidenciado restos de un urbanismo anterior -Fase
I- distinto en su concepción y realización (lám. Vll, A) y cuya línea de fachadas sigue rigurosamente los afloramientos rocosos, que son tallados y completados con piedra trabajada sacada
del terreno. Los accesos se producen así desde el lado más bajo, mediante escaleras recortadas
en la roca, algo totalmente distinto a lo que sucederá más adelante. El tamaño y forma de las
viviendas parece mucho más pequeño y si bien en algunas zonas es más regular, en otras las
viviendas están aisladas, sin integrarse en manzanas. Sin embargo, las reducidas dimensiones y
extensión de las estructuras identificadas como pertenecientes a esta Fase 1 no permiten adelantar muchas hipótesis hasta que no se obtengan nuevos datos.
En la Fase U, que en algunas casas podemos dividir hasta en tres subfases, se replantea todo
el urbanismo, con la construcción de casas que se alzan sobre pequeñas nivelaciones que sirven
de base a las distintas habitaciones (figs. 8 y 9). El zócalo de los muros es así a la vez cimiento
y muro de contención (fig. 5, A), realizándose rellenos de hasta 60 cm de profundidad que es,
en su mayor parte, la única superficie conservada de las viviendas. Las casas se estructuran hasta
en tres niveles distintos que son salvados mediante escaleras de dos o tres peldaños. Cuando se
realizan ampliaciones nunca se perforan las paredes para comunicar las nuevas estructuras, algo
que debilitaría los muros, sino que sus puertas se abren al exterior, como sucede en la Casa 2,
convirtiéndose así la calle no sólo en un acceso a las casas sino en un elemento de circulación
entre sus diferentes partes. Por el contrario, sí se conoce al menos un caso de una puerta tapiada
resultado de la primera transformación de la Casa 2.
En el Conjunto 3 (fig. 9; lám. 1), su situación en la cresta de la montaña ocasiona que al
menos tres de las casas se dispongan hacia ambas vertientes. Los desniveles son salvados, como
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en todos los casos, con pequeñas nivelaciones, pero también deben solucionar el problema de
los afloramientos rocosos que coinciden con la parte más alta de la montaña. Esta roca raras
veces es recortada y cuando lo hacen se aprovecha como base de poste, parte de un eoJosado o
un escalón, Sin embargo, es frecuente que esta zona sea aprovechada como patio central al cual
abren todas las habitaciones, como es el caso de los departamentos 202, 232 y 238.
La Casa l1 (fig. 4) está atravesada por la cresta de 1a montaña, lo que hace que los departamentos 248 y 249 se encuentren en la ladera sur y el 250 en la ladera norte. Creemos que esto
se debe a que la línea divisoria de aguas sigue un trazado irregular lo que provoca que, para
mantener la secuencia de viviendas, algunas coincidan con ella mientras que otras, como la que
nos ocupa, estén dispuestas a horcajadas, por así decirlo.
El urbanismo de La Bastida de les Alcuses está marcado por los ejes principales que hemos
visto y por las comunicaciones secundarias entre ellos. Se delimitan así manzanas de viviendas
que, según el tamaño, pueden estar compuestas hasta por cuatro casas.
En general, podemos decir que en La Bastida se aprecia no sólo una distinción de actividades
en las viviendas, sino una posible distribución socio-funcional de sus habitantes. Con todo, no
hay diferenciación constructiva evidente ya que en todas las casas encontramos las mismas técnicas constructivas, las mismas soluciones prácticas como el predominio de casas de planta baja,
la ausencia de escaleras exteriores, la preferencia en situar las entradas en calles perpendiculares
a las curvas de nivel, salvo necesidad (entrar el carro en la Casa 2) o condición especial (pequeña
nivelación con acceso en rampa ante la puerta norte del departamento 37). Las puertas siempre
están colocadas en una de las esquinas, liberando así una de las jambas de su función, que recoge
la esquina del edificio. Es esta idea la que parece haberse recogido en la Puerta Oeste, con lo que
podría considerarse no sólo una solución sino un verdadero modelo constructivo que se aplica en
las obras comunes. Ya hemos dicho que la muralla parece un reflejo de las técnicas constructivas
de las viviendas, sin que se aprecie una verdadera arquitectura especializada en la poliorcética.
2.5. ANÁLISIS DE LAS VIVIENDAS
2.5.1.
Descripción de las estructuras
La investigación realizada en estos años se ha concentrado en los tres conjuntos de casas
que han sido objeto de consolidación y restauración y en la vivienda hallada en el curso de la
excavación ordinaria de 1995 (Casa 11). Para el estudio de los conjuntos 2 y 3, cuyos equipamientos domésticos y ajuares están inéditos, se han consultado los diarios de excavación y los
inventarios depositados en el S.I.P.
2.5.1.1.
El Conjunto 1 (fig. 8; lám. IX, A)
Es una sola vivienda (Casa 1) de 150 rn2 formada por tres cuerpos. Se entra al central por
un vestíbulo (D. 21) con vanos al norte y al sur; la puerta de la primera apareció quemada en el
suelo del departamento, junto con abundantes herramientas agrícolas. De aquí se pasaba a la sala
principal (D. 20), donde la recuperación de restos de fundición de plomo evidencia actividades
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CONJUNTO 1. CASA 1
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Fig. 8.- Planta de los Conjuntos 1 y 2 restauradQS en donde se indican las f¡¡ses constructivas
y áreas funcionales.
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metalúrgicas. Tuvo originalmente una puerta en el extremo este de la pared sur, que luego fue
tapiada para construir el departamento antes descrito. Desde aquí se accedía a los departamentos
20a y 22, en los cuales se hallaron, respectivamente, un molino y un hogar. Al norte se abría un
gran patio (3) (D. 23) al que se entraba por una puerta enfrentada a la del vestíbulo y por una
gran entrada de carro. Una habitación alargada (D. 23b), con funciones de almacén, cerraba la
vivienda por este lado. Posteriormente, y dado que el carro llegaba sólo hasta el departamento
23, se invadió la calle dejando el espacio justo para el paso de una persona construyendo un
departamento (D. 19) que sólo dio unos pocos objetos de uso personal.
2.5.1.2.
El Conjunto 2 (fig. 8; lám. VIII)
Está formado por las viviendas 2, 3 y 4. La Casa 2, de 120 m2 de superficie, presenta un
primer cuerpo formado por una entrada de carro (D. 186) y el establo (D. 188) (4 ), tras las que
se abre, bajando unos escalones, la sala de trabajo (D. 175) y el hogar (D. 174). Originalmente,
la habitación 186 comunicaba con la 187, pero posteriormente se tapió y la casa se amplió hacia
el oeste, invadiendo la plaza al sur de la calle central. Se construyeron tres departamentos, dos
de ellos dedicados al almacenamiento (D. 185) y la molienda (D. 176) y el tercero con un telar
(D. 169). Como en el caso anterior, no se abrió puerta de comunicación con la casa sino que se
entraba desde la calle. Finalmente, la casa se amplió con la construcción de un taller destinado
al trabajo de la plata (D. 159).
La Casa 3, de 84 m\ abre directamente a la sala (D. 181) donde hay evidencias de todo tipo
de actividades productivas y, tras ella, encontramos, una vez más, una pequeña habitación destinada a la molienda (D. 180). La habitación 179 parece que tenía el hogar y en ella se halló un
antiguo muro de la fase anterior transformado en un banco corrido. Los dos departamentos restantes (D. 178 y 177) son poco claros ya que los materiales se mezclaron durante el proceso de
excavación.
La Casa 4 tiene una superficie de 72 m2 y está dividida en dos áreas. La zona norte tiene
un área serniabierta (D. 154), en la cual se hallaron restos de un hogar, y luego la gran sala propiamente dicha (D. 163/168) que durante la excavación se dividió en dos al descubrirse un muro
que corresponde, en realidad, a la primera fase. En esta sala se encuentran restos de todo tipo
de actividades, tanto domésticas como de producción. Al sur de esta zona encontramos, en
primer lugar un departamento sin resto alguno de materiales (D. 170) y que cabe asociar posiblemente con un establo, y otra habitación destinada a la molienda de cereales, como indica la
presencia de un molino (D. 171), que mereció la construcción de un pasillo (D. 172) para llegar
hasta ella sin tener que cruzar por el departamento 170.
(3) La experiencia ha demostrado que en La Bastida de les Al.cuses la crujía entre paredes no supera los 3'75 m, distancia
a partir de la cual necesitan colocar postes. Por ello, creemos que no es descabellado considerar que los espacios que superan esta
medida y en los que no hay huellas de postes y en los que, además, suelen aparecer escasos materiales, son patios. La presencia de
casas con patio, se documenta a lo largo de toda la época ibérica desde Andalucía hasta el Languedoc (RUIZ y MOLINOS, 1993,
pp. 152-154; BONET y GUÉRIN, 1995, p. 99; ABAD y SALA, 1993, p. 193; DEDET, 1994, pp. 140-142).
(4) Se han interpretado como posibles establos aquellos departamentos de planta alargada que suelen aparecer en casas con
entrada de carrO, junto a una habitación de grandes dimensiones o un patio, y en las cuales no se ha hallado resto alguno de material.
La excepción que confirmaría la regla sería el departamento 170, que no se asocia a una entrada de carro, pero hay otros factores,
que se describen en su momento, que podrían apuntar a esta funcionalidad.
-233-
[page-n-234]
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CASA9
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FASE 11
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Fig. 9.- Planta del Conjunto 3 con evolución de las fases constructivas y áreas fwicionales.
[page-n-235]
LA BASTIDA DE LES ALCUSES: TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
21
La Casa 5, de sólo 58 mZ, es en origen un espacio abierto al cual se abren dos habitaciones
(D. 183 y 187) que corresponde, respectivamente, a las casas 3 y 2. Posteriormente el espacio
es cerrado por un muro y se construye otro recinto, tapiándose el acceso a la Casa 3. Luego el
espacio es subdividido por un muro este-oeste delimitándose en el lado sur dos departamentos
(D. 183 y 182) llegándose a éste último mediante un vestíbulo (D. 184); también es demolido
el recinto noreste que es sustituido por una estructura cuadrangular semiexcavada. Finalmente
se tapió la puerta entre el departamento 187 y la Casa 2. En el lado sur, se cerró la entrada del
184 y se cegó el paso al departamento 182, abriéndose una puerta entre éste y el183. El espacio
noreste quedó ahora amortizado y sin ninguna estructura ya que la que había se rellenó de piedras y se niveló. Ignoramos las razones de todas estas transformaciones, pero parece claro que,
pese a la denominación inicial, no puede hablarse de una casa, sino de espacios secundarios,
posiblemente dependientes de las casas cercanas.
2.5.1.3.
El Conjunto 3 (fig. 9; lám. IX, B)
Está compuesto por las casas 6, 7, 8 y 9. La Casa 6 tiene una superficie de 110 m 2 y se abre
al exterior mediante una entrada de carro que da a un amplio espacio (D. 238) en el cual apareció un amasijo de hierros con remaches. A esta sala se abren tres habitaciones, una (D. 239)
de pequeñas dimensiones pero que concentró gran cantidad de hallazgos, especialmente metálicos, otra (D. 237) con material metálico también abundantísimo, entre el que cabe destacar el
exvoto de bronce de un pequeño buey uncido al yugo y, finalmente, el departamento 236 en el
cual apareció un verdadero cúmulo de herramientas y objetos de hierro. En el 237 aparecieron
señales de la existencia de un posible horno (5) en la pared noroeste. El departamento 244 , que
no aportó apenas materiales, presenta un empedrado en su mitad norte.
La Casa 7, de 120 mZ, está formada, en un primer momento, por una serie de habitaciones que
dan a un espacio abierto, que luego será delimitado por muros y transformado en un patio (D. 232).
A éste se entraba por dos puertas que daban a la Calle Central y al espacio 231, y una tercera
puerta, de carro, que daba al departamento 203. Hay dos habitaciones con funcionalidad de trabajo: el departamento 246, con restos de un horno y de un banco de trabajo, y el 233 con restos
metálicos y otro posible horno. Al primero puede que correspondan las pellas de plata que, durante
la excavación, se incluyeron dentro del espacio 232. El departamento 234 tiene una estrecha
entrada a la caBe y un amplia abertura al patio, aunque cabe destacar la existencia un hogar ritual
en el centro, con improntas de cuerdas en su borde, similar a los aparecidos en otros yacimientos,
como en el Castellet de Bernabé (Llíria) (GUÉRIN, 1995, p.16). A ella se abre una pequeña habitación (D. 235) con abundante material entre el que cabe destacar una pieza de bronce, formada
por dos cuerpos paralelepipédicos de diferente ancho y altura, apreciándose en su parte superior
una oquedad de sección cuadrada y que los excavadores interpretaron como «una peana».
(5) Distinguimos los hornos de los hogares porque éstos últimos sólo presentan una mancha de planta más o menos circular
con la superficie rubefacta, sin señales de haber tenido cubierta ni estructura alguna asociada. Dadas las circunstancias en que fueron
excavados, es difícil determinar si los hornos tienen carácter doméstico o metahírgico; de algunos, incluso, sólo quedan algunas
huellas o únicamente se infiere su existencia por la aparición de escoria de metal.
-235-
[page-n-236]
22
E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDA
La Casa 8, tiene una superficie original de 80 m2 que luego amplía con la construcción de
un establo (D. 204) y un almacén (D. 247) al que se une un muelle de descarga, hasta alcanzar
una superficie total de 100 m2 • La casa propiamente dicha tenía una entrada de carro que, posiblemente, se dejaría en la primera habitación (D. 199) a la que se abría un pequeño departamento (D. 200) destinado al almacén, aunque es semejante a aquéllos que servían como zona
de molienda en las casas vistas anteriormente. Más allá tenemos una gran sala enlosada en su
cuadrante noroeste y cuya cubierta estaría sostenida por un poste central. Los materiales son
poco significativos. Finalmente, la habitación 196 dio escaso material.
La Casa 9 tiene una evolución bastante compleja y llegó a tener una superficie de 128 m2 •
Parte de una construcción homogénea, los departamentos 205 y 206, cuya actividad, al menos
en la última fase, es el trabajo del metal. Da a un espacio abierto en el cual se construyeron posteriormente los departamentos 201, 192 y 193. Finalmente, el espacio se cerró mediante un muro
que terminaba en un pequeño horno (D. 202).
2.5.1.4.
La Casa 11 (figs. 10 y 11; lám. XIII)
La finalidad de la excavación realizada en 1995 en la zona este era tratar de obtener la estratigrafía de una vivienda, tanto para analizar las posibles fases constructivas como para obtener
información actualizada del alzado de las paredes y de los techos, con el fin de comprobar la
validez de las hipótesis planteadas para llevar a cabo la restauración de las viviendas. Por ello,
se buscó una zona no afectada por excavaciones clandestinas y que, además, pudiera conservar
una cierta potencia estratigráfica.
Así pues, en la zona este se determinó abrir una cata junto a un muro de buena fábrica que
parecía asociarse a restos de estructuras que determinarían una habitación de unos 5 x 5 m. Tras
retirar el primer estrato superficial (Nivel O) se pudo comprobar que, en realidad, se trataba de
dos departamentos de dimensiones similares y orientados norte-sur que pasaron a denominarse
248 y 249 (6). Al aparecer una puerta en la pared norte del departamento 248 y delimitarse otro
departamento, que cerraba ambos por este lado, se decidió ampliar la zona excavada con esta
nueva habitación, que pasó a denominarse 250.
En los tres departamentos se excavó hasta el suelo de tierra batida y en dos de ellos -249
y 250- se realizaron pequeños sondeos para comprobar la potencia y características del relleno
mediante el cual se realizaron estos suelos.
Finalmente, terminada la excavación y ante la imposibilidad material de llevar a cabo trabajos de consolidación, se decidió volver a tapar las estructuras halladas a fin de protegerlas de
la erosión, tanto natural como antrópica.
(6) Durante los trabajos de restauración y consolidación llevados .a cabo el año 1992 se denominaron departamentos 246 y
247 -el último número dado en 1931 fue el 245- a dos pequeños espacios que habían quedado sin numerar durante los trabajos
de excavación.
-236-
[page-n-237]
LA BASTIDA DE LES ALCUSES: TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
23
Muro 1 Tramo B - - - - - - - - 1
DEPTO. 250
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DEPTO.
248
DEPTO.
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Fig. 10.- Planta de la Casa 11. Año 1995.
-237-
*
[page-n-238]
24
E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDA
A
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•
•
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8
•
Depto. 248
Depto. 249
•
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----- 1m
Fig. 11.- Secciones y secuencia estratigráfica de la Casa 11. Año 1995.
Departamento 248
Es de planta rectangul&r y sus muros delimitan un espacio interno de 3' 82 x 2' 1 m. Del
alzado original de las paredes, tan sólo se conservan los zócalos hasta una altura máxima de 48
cm en su punto más alto. Presenta dos puertas: una en el centro de la pared sur y otra en el
extremo este de la pared norte, de 1'2 y 1 m, respectivamente. No se halló elemento alguno asociable con el sistema de cierre.
Junto a la puerta norte, adosado al muro lA, se halló un poyo de 1'2 x 0'36 x 0'35 m, construido mediante un paramento de piedras de tamaño medio trabadas con tierra y piedras
pequeñas a modo de cuñas.
La estratigrafía documentada es la siguiente (fig. 11):
- Capa 0: Estrato superficial, que cubre los tres departamentos, resultado de la alteración producida por las raíces y por la acumulación de materia orgánica. Compuesto
por una tierra oscura y muy suelta, en la que ya aparece abundante material cerámico,
con un espesor que varía entre 5 y 20 cm. Apareciendo algunas piedras junto a los
muros.
- Capa 1: Estrato de tierra oscura similar al anterior pero mucho más compactado, con
nódulos de adobe descompuesto y abundante material arqueológico (cerámica, metal,
pondera, semillas y escasos fragmentos de huesos). El espesor varía también entre 10 y
20 cm. Corresponde al derrumbe de las paredes y del techo.
-238-
[page-n-239]
LA BASTIDA DE LES ALCUSES: TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
25
-
Capa 2: Estrato de tierra clara con nódulos de adobe rubefactos y restos de cenizas y
algunos carbones, consecuencia del incendio. El material arqueológico fue muy abundante, con piezas conservadas in situ, así como restos de clavos y remaches de hierro
entre cenizas que podrían haber pertenecido a una pieza de madera.
-Capa 3: Suelo del departamento formado por la roca natural acondicionada mediante la
tierra gris clara empleada habitualmente y piedras pequeñas.
Departamento 249
También es de de planta rectangular y sus muros delimitan un espacio interno de 3' 82 JI. 2
m. Del alzado original de las paredes, tan sólo se conservan los zócalos hasta una altura máxima
de 75 cm en su punto más alto. Están construidos mediante un doble paramento de bloques de
tamaño medio trabados con tierra y piedras pequeñas, con ruladas regulares de l)nos 20 cm de
media. Presenta una puerta en el centro del muro N, de 1 m de anchura.
La estratigrafía documentada es la siguiente (fig. 11 ):
- Capa 1: Estrato de tierra oscura, con nódulos de adobe descompuesto y abundante material arqueológico (cerámica, metal, pondera, semillas y escasos fragmentos de huesos).
El espesor varía entre 20 y 40 cm. Corresponde al derrumbe de las paredes y del techo.
-Capa 2: Estrato que se asimila a la capa 1 y que está rellenando un agujero realizado en
el suelo del departamento, junto al hogar. En él se hallaron fragmentos de un ánfora PE14 -que ya aparecía en la capa 1-, junto con restos de otros vasos.
-Capa 3: Capa de tierra blanquecina compactada, localizada únicamente recubriendo las
paredes del agujero, sin material arqueológico y que podría ser el resultado de la descomposición de la roca.
- Capa 4: Suelo del departamento, formado por un relleno de tierra gris compacto que iguala
las hendiduras del terreno natural en la mitad sur del departamento ya que en la mitad norte
ya aparece la roca. En el centro se halló un hogar de tierra rubefacta y planta irregular.
-Capa 5: Terreno natural formado por una tierra arcillosa roja y abundante cascajo, resultado de la descomposición de la roca.
Departamento 250
Transversal a los anteriores, es un departamento de planta rectangular cuyos muros delimitan un espacio interno de 4'36 x 2' 16m. Del alzado original de las paredes sólo se conservan
los zócalos hasta una altura máxima de 42 cm en su punto más alto. Están construidos mediante
un doble paramento de bloques de tamaño medio trabados con tierra y piedras pequeñas, con
hiladas regulares de unos 20 cm de media. La puerta (ver D. 248) salva un desnivel de 26 cm;
no se conservan escalones, aunque la roca presenta huellas de haber sido ligeramente recortada.
La estratigrafía documentada es la siguiente (fig. 11 ):
- Capa 1: Estrato de tierra oscura bien compactada con nódulos de adobe y con abundante
material cerámico que corresponde al derrumbe de las paredes y del techo. Espesor
variable también entre 5 y 20 cm.
-239-
[page-n-240]
26
E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDA
-Capa 2: Estrato de tierra clara resultado de la descomposición de los adobes en los que
aparecen abundantes restos constructivos (adobes con restos de revestimiento y enlucido,
improntas de techo, etc.) en la base del cual se observa una capa de cenizas que cubre
el suelo del departamento. En este nivel aparecieron 22 piezas prácticamente enteras
entre las que cabe destacar unas trébedes de hierro, varias ollas toscas, dos ánforas PE14, un plato, tinajas, tinajillas, etc.
-Capa 3: Suelo del departamento formado por un relleno de tierra gris clara compactada
que se apoya en gran parte sobre el terreno natural y, en algunos puntos, en la roca. Espesor
variable entre 4 y 6 cm. Pasa por debajo del muro norte y se adosa a los otros tres.
- Capa 4: Estrato de tierra gris compactada que aparece sólo en el lado este del departamento y en cual se halló un hogar de planta ligeramente rectangular y que corresponde
a un suelo de un nivel de ocupación anterior. Sólo llega hasta el muro norte, que lo cubre.
-Capa 5: Terreno natural formado por una tierra rojiza y cascajo resultado de la descomposición de la roca.
Características de los muros (7)
En lo que a las estructuras se refiere, pueden resumirse de la siguiente manera:
N"
Tramo
Dls.
Long.
Ancho
Alto
Función
Descripción
Cimientos
Doble par~mento de bloques de tamaño medio, toscamente
trabajados exteriormente, trabados con tierra y piedras
pequeñas. Hiladas poco regulares con una media de altura
de unos 20 cm. Conserva revestimiento en el D. 250
Se as.ienra directamente sobre
la roca, sin zanja alg·una ni
preparación
Doble paramento de bloques de tamaño medio. toscamente
trabajados exteriormente, trabados con tierra y piedras
pequeñas. Hiladas poco regulares cpn una media d~ altura
de unos 20 cm. Conserva revestimiento
En su paramento interno.
descasa sobre el nivel 3 del D.
5. sin zanja alguna ni
preparación
A
248-250
7"1
0"531
0"46
0"72/
0"28
Pared
maestra
B
250
5'4
0"56/
0"42
0"4/
0"42
Pared
maestl'
249-250
8
0"44/
0"58
0'75/
0"6
Pared
maestra
Doble paramento de bloques de tamaño medio. toscamente
trabajados exterionnente, trabados con tierra y piedras
pequeilas. Hiladas poco regulares con una media de altura
de unos 20 cm. Afeetado en su extremo norte por un pino
:En el D. 250 se asienta sobre
e
248-249250
3'46
0'52/
0'54
0'42
Pared
maestra
Doble paramento de bloques de tamaño medio, toscamerlte
trabajados exteriormente, trabados con tierra y piedras
pequeñas. Hiladas poco regulares con una media de altura
de unos 20 cm. Consen'a revestimiento en el D. 250
En los D. 248 y 249 descansa
sobre la roca. mientras que el
250 lo hace sobre el nivel 3.
No hay zanja ni préparaeión.
A
248-249
1"12
0"401
0'31
0'52
Tabique
Doble paramento de bloques pequeños. toscamente
trabajados exteriormente, trabados con tierra. Termina en
un posible poste semicncastrado
Se asienta sobre la roca sin
zanja ni preparación.
B
248-249
1"42
0"26
0"52
Tabique
Paramento de bloques de tamaño medio toscamente
trabajados exteriormente, trabados con üerra. Se inicia en
un posible poste semiencastrado
Se asienta sobre la roca en el
D 248 y sobre el Nivel 2 en el
D. 249
e
248-249
1"22
0"21
0"26
¿Puerta?
¿Tabique?
Paramento de bloques trabajados sólo en su cara este,
trabados con tierra. Restos de adobe en el extremo sur del
D. 249
Se asienta directamente sobre
la roca sin zanja ni
preparación
4
248
0'52
0'68
0"32
Jamba
Doble paramento de bloques, de tamaño mediano y grande,
toscamente trabajados exteriormente, trabados con tierra y
piedras peq~eñas.
5
248-249
0'54
0"581
0'55
0'35
JaJ)lba
Doble paramento de bloques de tamaño medio, toscamente
trabajados exteripnnente
Se asienta sobre la roca sin
zanja ni preparación alguna.
6
249
0'4
0"5
0"40
Jamba
Doble paramenro de bloques de tamaño mediano y grande.
toscamente trabajados exteriormente
Se asienta sobre la roca sin
zanja ni preparaeión alguna
1
2
3
(7)
Dimensiones de los muros en metros.
-240-
la roca. pero en el 249 lo hace
sobre el nivel 3. No hay zanja
ni preparación
Se asienta sobre la roca sin
zanja ni preparación alguna.
[page-n-241]
LA BASTIDA DE LES ALCUSES: TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
2.5.2.
2.5.2.1.
27
Análisis de los datos arquitectónicos
La arquitectura de las viviendas
El estudio de los zócalos y de los elementos constructivos hallados en el curso de los trabajos han aportado gran cantidad de datos sobre las técnicas arquitectónicas de las casas (figs.
12 y 13). Las paredes se elevan sobre un zócalo de piedra que, como hemos dicho, sirve a la
vez de muro de contención para la realización de los suelos. La anchura de los muros es variable,
predominando los de 50 y 60 cm, aunque parece claro que el ancho variaba en función de si el
muro tenía que sostener los rollizos del techo o no, puesto que las vigas maestras descansaban
sobre postes en la mayor parte de los casos. Las anchuras inferiores a estas dimensiones suelen
corresponder a medianeras -hay curiosas excepciones- e incluso a simples tabiques que no
ejercen función alguna de soporte. La altura de los zócalos varían entre los 60 y 120 cm, siendo
más altos aquéllos que son paralelos a la pendiente, por cuanto al tener que servir de muro de
contención de la habitación anterior, o de la calle, deben tener mayor altura.
Como en la muralla, no hay una preocupación excesiva por los cimientos, de forma que tan
sólo se entierra la primera hilada, aunque aprovechan los afloramientos rocosos para, en los
muros perpendiculares a las curvas de nivel, hacer cambios de nivel en la cota superior del
zócalo. No es raro que este quiebro coincida con la aparición de grandes bloques que alternan
con la piedra de tamaño medio/pequeño.
Los muros son un doble paramento de piedra trabada con tierra, con un relleno de tierra y
cascajo cuando excede los 40 cm de anchura ya que los paramentos vienen a tener un tamaño
de unos 20 cm cada uno. Con todo, junto a paredes bien construidas, con bloques bastante regulares y de trazado más o menos rectilíneo, encontramos muros construidos con piedras de gran
tamaño pero muy irregulares y de recorrido tortuoso (fig. 5, A). Todo parece indicar la intervención de varias personas en la edificación de una misma vivienda, cada una con su técnica y
disponiendo de la materia prima según su saber y conocimientos.
Sobre este zócalo, y nivelado mediante una capa de tierra amasada para preparar una cama
rectangular, se alzaba una pared de adobes cuyas dimensiones habituales eran 35 x 25 x 1O cm
(frente a los 40 x 31 x 1O de la muralla). Esto permitía combinar su disposición según la anchura
de los muros: un muro de 60 cm se realizaba con los adobes colocados a soga en uno de los
paramentos y a tizón en el otro, los de 50 presentaban ambos a soga y los escasos de 70 --que
suelen corresponder a reparaciones- tendrían los adobes colocados a tizón en los dos paramentos. Esta pared, que alcanzaría una altura mínima superior a los 2'2 m, estaba totalmente
revestida de arcilla o barro y, en algunos casos, enlucida de cal. En el curso de los trabajos apareció un fragmento de enlucido de color verde-azulado que confirma la existencia de enlucidos
pintados en algunas habitaciones, como también se ha constatado en el Puig de la Nau, con
paredes decoradas con motivos geométricos de color ocre (OLIVER y GUSI, 1995, p. 213), o los
revocos pintados de rojo y azul del poblado de La Quéjola (San Pedro, Albacete) (BLÁNQUEZ,
1995, p. 197). No se ha podido documentar pero, por paralelos constructivos, no es descartable
que la última o últimas hiladas de las paredes fuesen de piedra. Este sistema protege de la erosión y, además, refuerza los mechinales de vigas y rollizos. En ocasiones, se convierten en
pequeños parapetos para la terraza. Los datos obtenidos de la muralla así lo parecen indicar y
ya hemos hablado de la semejanza de modelos constructivos entre la muralla y las casas.
-241-
[page-n-242]
28
E . .DÍES. H . BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDÁ
Fig. 12.- Hipótesis de restitución de la sección longitudinal del Conjunto 2 y de la calle principal donde se
aprecia el escalonamiento de los departamentos al adaptarse al terreno (según E. Dies y F. Chiner).
Los suelos son mayoritariamente de tierra batida. Los dos enlosados localizados en el
ángulo noroeste del departamento 191 y en la mitad sur del 244, son de tipos similares: losas
de piedra caliza, de un grosor en torno a los 9 cm y asentadas sobre tierra. Las juntas entre estas
losas son muy amplias, incluso de varios centímetros, por lo que hay que descartar su empleo
como superficie estanca.
Los restos interpretados como pertenecientes a los techos muestran una disposición semejante a la hallada en otros poblados ibéricos. Las cubiertas, planas (fig. 12), están realizadas con
tierra amasada mezclada con cerámica y ~avas, alcanzando un grosor entre 9 y 12 cm; este
material descansaba sobre un entramado vegetal muy variado (gramíneas sobre todo), cañas o
ramas, sostenido por rollizos que descansaban sobre vigas maestras. De la zona del techo que
correspondería a la parte superior de los muros se han recuperado restos de la moldura que recorrería el borde de la terraza. En el caso que nos ocupa (Casa 11) parece que ésta sería de sección semicircular y con un altura no superior a los lO cm, sin llegar hasta el borde exterior del
muro. Este reborde tendría como misión conducir el agua de lluvia hacia un punto determinado
para, mediante una gárgola de madera -puesto que no se han hallado restos en piedra o terracota-, verterla hacia la calle o patio o hacia un contenedor cerámico, como se ha sugerido en
las reconstrucciones de yacimientos protohistóricos del Languedoc (ARCELIN, 1987, p. 73, fig
41; CHAUSSERIE-LAPRÉE y NIN, 1990, p. 81 ). Por paralelos de la arquitectura bereber, parece
probable que este reborde se combinara con un voladizo como las restituciones propuestas en
el Camp de Túria (GUÉRIN y BONET, 1995, figs. 7, 11 y 12) que evitara la erosión de los muros.
Con todo, no creemos que hubiera un sólo modelo de techo, sino que éste variaría según las
características y necesidades de la vivienda. Aunque parece predominar la terraza plana, también pudo haber tejados a un agua realizados con elementos vegetales, sobre todo el porche o
estructuras sencillas; del mismo modo, el acabado de la terraza puede haber sido con o sin
reborde, con alero o sin él, o incluso con algún tipo de pared o parapeto hasta media altura para
protegerse del viento o de las miradas.
Como decíamos en el apartado anterior, en el Conjunto 3 los afloramientos de roca son
mayores por lo que no es raro que fueran aprovechados como bases de poste. Estos elementos, a
diferencia de otras bases de poste realizadas mediante la colocación de losas planas en el suelo, no
pudieron ser desplazados o removidos durante la excavación y todavía pueden ser objeto de estudio.
-242-
[page-n-243]
LA BASTIDA DE LES ALCUSES: TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
29
Se han documentado cinco posibles bases de poste en el Conjunto 3. La que está situada
en el centro del departamento 191 se explica por la necesidad de cubrir un amplio espacio de
5'25 x 4'5 m, en el cual se realizaba alguna actividad de tipo industrial, posiblemente relacionada con el solado que apareció en el cuadrante noroeste; se trataba de una pilastra de cierto
grosor -posiblemente en totno a los 20 cm- que sostenía todo el entramado de vigas. Es,
junto con el posible poste del departamento 23, el único caso que hemos documentado de
soporte central en una habitación.
Los postes adosados a las paredes son un sistema habitual de soporte de cubierta en el
Castellet de Bemabé, por lo cual partíamos de la hipótesis de que sucediese lo mismo en La
Bastida. Efectivamente, se ha podido comprobar la existencia de recortes planos en los afloramientos rocosos junto a algunos muros, generalmente en la parte central de su trazado, y con
una superficie de 20 x 20 cm.
Los vanos son escasos. Las puertas, enmarcadas la mayoría de las veces por jambas monolíticas, aprovechan siempre una de las esquinas de la casa. En el caso de tratarse de adosamientas no perforan el muro más antiguo para colocar el dintel, sino que construyen un pequeña
jamba manteniendo la disposición descentrada de la puerta. La anchura media de las puertas
ronda los 70/80 cm, aunque en algunos casos puede alcanzar los 100 cm. Y la de aquéllas que
han de atravesar carros varían entre 170 y 180 cm, Jo que parece confirmar que el ancho máximo
de los carros, de cubo a cubo, no superaría los 155/160 cm, puesto que a los vanos de las puertas
hay que restar la anchura de las hojas, entre 5 y 7 cm., medidas que se corresponden con el
estudio de los carros realizados en el Castellar de Meca (Ayora) (BRONCANO y ALFARO 1990,
pp. 194-195).
Todo lo que podernos concluir sobre las ventanas es, por el momento, tan sólo hipótesis a
partir de los pocos datos de que disponernos. Pensarnos que las ventanas debieron de ser escasas
ya que todos los talleres metalúrgicos han aparecido frente a las puertas, convertidas así en fuente
de luz para actividades que debían realizarse dentro de las casas y necesitaban de iluminación.
Por los hallazgos de hojas de hierro remachadas, generalmente cerca de las entradas,
parece que las puertas -y las pocas ventanas- estarían cerradas por postigos de madera reforzados con estos elementos metálicos. No se han hallado sistemas de cierre como pestillos o
chumaceras, aunque existen soluciones que no dejan resto alguno de estos elementos. También
parece que la única puerta cerrada con este sistema sería la de la calle y que las subdivisiones
internas se harían con telas o esteras, salvo en el caso de almacenes o corrales (JODIN, 1987,
pp. 158 y SS.).
2.5.2.2.
Estudio de la funcionalidad de las estructuras consolidadas
Corno hemos dicho en el apartado anterior, si algo se aprecia claramente en La Bastida de les
Alcuses es la distinta funcionalidad de las construcciones. Hay edificios de carácter privado o
doméstico, corno los Conjuntos 1 (Casa 1) y 2 (Casas 2, 3, 4, y 5) y otros con una actividad claramente productiva, al menos en la fase final, como el Conjunto 3 (Casas 6, 7, 8 y 9). Otros parecen
tener una categoría diferente, sea de tipo civil o religioso, corno el Conjunto 5 (D. 61-65) que se
halla en la parte más alta del yacimiento (DÍES y ÁLVAREZ, e.p.), o el Conjunto 4, al sur de la cisterna, del que ya hemos hablado, donde se halló la figurilla del Guerrer de Moixent (fig. 4).
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E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDA
Pero también dentro de las viviendas se aprecian diferenciaciones de tipo social, con casas
de más de 150m2 de superficie construida, o parcelas subdivididas en áreas semejantes en tomo
a los 80m2 • Incluso dentro de éstas se aprecian diferencias atribuibles a la funcionalidad o a las
actividades de la familia o grupo que las habitaba (fig. 8). La Casa 2 tiene una entrada de carro,
como la Casa 1, algo que no sucede en las Casas 3, 4 y 5. Cada casa muestra, además, una dinámica propia en su evolución y así, si la Casa 1 parece tener al menos dos fases con reestructuraciones internas, las Casas 2 y 5 tienen dos sucesivas ampliaciones sobre la planta inicial. Por
el contrario, las Casas 3 y 4 no parecen tener variaciones a lo largo del tiempo, pero se superponen sobre estructuras más antiguas de las cuales hemos hablado. En suma, no parece que
exista un modelo de casa, ni siquiera entre habitantes de un nivel social semejante, al menos en
lo que se refiere a la superficie ocupada por cada vivienda.
El estudio de la manzana que forma el Conjunto 3 (fig. 9) parece confirmar también esta
hipótesis. Ya antes de comenzar los trabajos de restauración este grupo de casas llamaba la atención por no haber aparecido allí ni un solo molino y por la enorme cantidad de metal hallado,
así como escoria de plomo y hierro. Estos hallazgos, junto a abundantes cenizas y un banco de
trabajo llevaron durante la excavación a identificar el departamento 206 como una posible
fragua. Durante los trabajos de consolidación se ha podido comprobar que en tres de las Casas
6, 7 y 9, hay restos de hornos de planta circular y zócalo de piedra, mientras que la Casa 8 parece
tener también una función de almacenaje. Su cercanía a lo que parece ser la casa de mayor
tamaño del poblado (Casa 10) y a la única cisterna localizada nos hace pensar en una fuerte relación entre el propietario de esta vivienda y la producción metalúrgica.
Estos talleres son sensiblemente distintos de los integrados por pequeñas habitaciones individuales, como el 159, perteneciente a la Casa 2. Parece que ello puede explicarse porque este
conjunto fue, en origen, zona de viviendas, lo que explica la distribución interna de las Casas 6
y 8, muy semejante al esquema general de casa. En cambio, las Casas 7 y 9, con continuas
ampliaciones, sí parecen responder a un modelo de taller de grandes dimensiones.
Desgraciadamente, los materiales hallados corresponden sólo a este momento final de producción metalúrgica, por lo que resulta problemático adscribir funcionalidades a las diferentes habitaciones de las Casas 6 y 8.
En esencia, la vivienda se compone de una habitación central de mayores dimensiones, iluminada directa o indirectamente desde el exterior, donde se realizan la mayor parte de las actividades, excepto algunas como la cocina o molienda que quedan relegadas a pequeñas habitaciones interiores, muchas de ellas de reducidísimas dimensiones. Pese a lo dicho, no se puede
hablar de una pauta general habiendo casos particulares que sólo pueden explicarse dentro de la
evolución propia de cada casa. Establos y almacenes, aunque integrados en las casas, están claramente separados de la zona habitada, llegando a tener en algún caso una entrada propia.
2.5.2.3.
Evolución constructiva de las viviendas consolidadas
Durante los trabajos se han puesto de manifiesto, como hemos visto, distintas fases constructivas (fig. 8):
De la Fase 1 apenas han aparecido algunos escasos muros que delimitan una línea de
fachada con acceso desde el lado norte por debajo de los niveles de suelo de los departamentos
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LA BASTIDA DE LES ALCUSES: TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
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Fig. 13.- Hipótesis de restitución del Conjunto 1 (según E. Díes y F. Cbiner).
159, 177, 179 y 163/168 (lám. VII, A). En el Espacio 190 también han aparecido restos de pavimentos y muros muy arrasados adaptados también a los dos niveles en que la zona es dividida
por un escalonamiento natural del terreno. También se han hallado restos de un muro y de una
estructura circular bajo el departamento 169 y en el espacio 161, así como evidencias de actividad metalúrgica en este departamento y en el 181.
La Fase 11 corresponde, como hemos dicho, al urbanismo que se conserva actualmente y
significa un cambio total en los sistemas constructivos, con una menor adaptación al terreno y
la realización de pequeñas nivelaciones en los departamentos empleando los muros perimetrales
como muros de contención, a la vez que como zócalos. La orientación de los muros de esta fase
es sensiblemente distinta, unos 9 grados, con respecto a los de la fase anterior.
Ha sido en la Casa 2 (fig. 8) donde se ha hallado la mayor cantidad de remodelaciones que
nos han pennitido definir tres subfases para la vivienda, sin que por el momento podamos extrapolarlas al resto del poblado. En la Fase Ila la casa está formada por los departamentos 174,
175, 186, 188 y, presumiblemente, 187, La Fase lib supone, por una parte, el tapiado de la puerta
que comunicaba 188 y 187, pasando éste último a formar parte de la Casa 5, sin restaurar. Por
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E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDA
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Fig. 14.- Hipótesis de restitución del lienzo de muralla con torres (según E. Dies).
otra, la casa es ampliada por el oeste mediante la construcción de un anexo de 11 '5 x 2' 5 m que
es subdividido en los departamentos 169, 176 y 185, todos ellos con función de almacenaje y
trabajo doméstico, y al que se accede desde Ja calle oeste. Finalmente, en la Fase llc la Casa 2
es nuevamente ampliada con la construcción de otro anexo, el departamento 159, dedicado a la
producción metalúrgica, también abierto a la calle oeste y ante el cual han de realizar un ligero
acondicionamiento para impedir la entrada de agua de lluvia en el interior.
En el Conjunto 3 sólo la Casa 6 mantiene su planta sin cambios a lo largo de toda su existencia. Las restantes son objeto de sucesivas ampliaciones. No hay evidencias de la Fase 1 del
poblado.
A la Fase Ila corresponden la totalidad de la Casa 6, los departamentos 190, 191 , 199 y 200
de la Casa 8 y los departamentos 205 y 206 de la Casa 9. Son estructuras de planta muy regular
y construidas al parecer con una funcionalidad de vivienda. Posteriormente -Fase Ilb-- se
construyen los primeros departamentos de la Casa 7 (D. 233, 234, 235 y 246), así como una
pequeña estructura en el ángulo sureste. La Casa 8 es ampliada mediante la construcción del
departamento 204, posiblemente un establo, así como Ja Casa 9 mediante la construcción de los
departamentos 192, 193 y 201, quedando el espacio central como un patio abierto a la cisterna.
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LA BASTIDA DE LES ALCUSES: TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
33
Finalmente, durante la Fase Ilc la Casa 7 cierra totalmente su perímetro regularizando la
fachada sur, para lo cual se desmonta la estructura suroeste y se cierra el acceso a la Calle
Central. Algo parecido sucede en la Casa 9, donde el patio se cierra y se construye un horno.
En la Casa 8 se construye un pequeño almacén (D. 247) con un empedrado ante él que podría
tratarse de un muelle de descarga que da al camino de ronda.
Resulta interesante comprobar que esta subdivisión en tres fases coincide con la de la Casa
2, sin que por el momento podamos establecer hipótesis alguna vinculada con este hecho.
3.
ESTUDIO DE LOS MATERIALES PROCEDENTES DE LA EXCAVACIÓN. AÑOS
1993-95
El realizar nuevas excavaciones en La Bastida de les AJcuses después de 70 años, aunque éstas
se hayan reducido a tres sondeos en la muralla y a una vivienda en el inteiior del poblado, permite obtener una información de primera mano así como documentación inédita sobre temas referentes a técnicas constructivas y a materiales, debido, sin duda, a los nuevos métodos de excavación y al avance que ha tenido durante todos estos años la investigación sobre la Cultura Ibérica.
Los materiales arqueológicos recuperados en las excavaciones realizadas entre 1990 y 1995
completan y corroboran las tipologías y cronologías ya ampliamente publicadas y conocidas. Sin
embargo, hay aspectos novedosos como la identificación de nuevas cerámicas de importación,
los análisis carpológicos o el estudio funcional de la Casa 11 que merecen un estudio más detallado de los mismos.
Durante la limpieza de las terreras acumuladas al sur del Conjunto 2 se halló un plomo
enrollado que resultó estar escrito por las dos caras. Dado su interés y por tratarse de un
hallazgo fuera de contexto, se publicó de inmediato como el plomo BASTIDA VI (FLETCHER
y BONET, 1994).
3.1.
MATERIALES CERÁMICOS
3.1.1.
3.1.1.1.
Cerámica de importación
Cerámicas áticas
Por lo que se refiere a las cerámicas áticas hemos seguido los estudios tipológicos que, tradicionalmente, se vienen utilizando para su clasificación. Así, aceptamos la propuesta terminológica de Lamboglia (1952) por ser el pionero en la catalogación de estos vasos, junto a la numeración propia de Morel (1981) y la monografía del Ágora de Atenas de Sparkes y Talcott (1970) .
Cerámica ática de figuras rojas
Entre los restos de cerámicas áticas, aquéllas que fueron decoradas con el estilo de figuras
rojas se han registrado de forma minoritaria en comparación al barniz negro, identificando entre
las mismas las siguientes formas:
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E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDÁ
-
Crátera de campana. En el nivel IV del MOS 1 efectuado en la muralla (1993) se halló un
fragmento de crátera de campana -«Bell-Krater»- (SPARKES y TALCOTI, 1970: Vol. I,
pp. 54-55; Vol. Il, fig. 2, no 59-62 y pl. 3, no 59-61) que llegaron a ser más comunes y tardías que las cráteras de columnas -«Colum-Krater>>-. Fue en la primera mitad del s. IV
a.C. (TRÍAS, 1967-1968) y, más concretamente, entre el 375-350 a.C. (ROUll...LARD, 1991,
pp. 163-165) cuando estos vasos se importaron de forma generalizada, especialmente, en
el sur y sureste peninsular, decorados con una única hilada de personajes lo que los hacía
idóneos para la representación figurada de escenas de cortejo o symposium (sin dibujar).
- Kylix-skyphos. En el departamento 249 se halló un fragmento de borde de kylix-skyphos
(fig. 19, 1). Estos vasos suelen presentar una dualidad en cuanto a la técnica decorativa,
alternando la decoración incisa y estampada en el interior del vaso con el estilo de
figuras rojas en el e~terior del mismo (URE, 1944, pp. 67-77) y, a la vez, presentan dos
variantes atendiendo al grosor de sus paredes, siendo nuestro ejemplar el perteneciente
a la variante de paredes gruesas -«heavy-walled»- (SPARKES y TALCOTI, 1970: Vol.
I, pp. 109 y 111-112; Vol. U, fig, 6, n. 0 621 y pl. 27, no 617-623), fechado entre el420
y el 380 a.C., que pasó a ser muy popular entre algunos pintores del s. IV a.C., tales
como el Pintor de Jena y el Pintor Q (BEAZLEY, 1968).
- Kylix. Del mismo modo, se ha hallado en el MOS1, en su nivel superficial, un fondo de
kylix de figuras rojas (fig. 15, 4) en cuyo interior parece divisarse una decoración de
grecas. Presentes en casi todos los yacimientos ibéricos de la primera mitad del s. IV
a.C. (420/375-340 a.C.), Rouillard los individualizó en algunas variantes atendiendo a
sus motivos estilísticos (ROUlLLARD, 1975) a partir de los hallazgos de Andalucía.
Cerámica ática de barniz negro
El grueso del material de importación hallado en el transcurso de los recientes trabajos está
compuesto, esencialmente, de vasos áticos de barniz negro; cerámicas que venían denominándose,
hasta hace algunos años, como «precampaniense» a partir de la clasificación preliminar realizada
por Lamboglia ( 1952), para lo cual utilizó, sobre todo, materiales de este poblado. Defmiendo, bajo
aquel término, a formas propias de la cerámica ática de figuras rojas producidas en la Campania
antes del 300 a.C. (LAMBOGLIA, 1954) cuando, en realidad, se trataba de formas verdaderamente
áticas que venían apareciendo en poblados del Mediterráneo occidental durante el s. IV a.C.
Yacimientos del sur de Francia, norte de África, así como del Levante peninsular tienen como
denominador común estas cerámicas, que pudieron llegar a través de dos posibles vías: la más
normal, partiendo de las colonias griegas de la Magna Grecia o de Sicilia, o bien, debido a la
escasa incidencia que debió tener Atenas en estas colonias tras la guerra del Peloponeso, de forma
directa desde Atenas a Aleria y costas levantinas (PÉREZ BALLESTER, 1986, p. 27).
Las formas de barniz negro ático aparecidas son las siguientes:
- Kylix de pie bajo. A esta forma atribuimos un fragmento de fondo con decoración estampillada de ovas y el inicio de una roseta (fig.15, 5), en concreto, a la variante denominada Clase Delicada (SPARKES y TALCOTI, 1970: Vol. I, pp. 102-105; Vol. II, fig. 5,
n° 483-517, pl. 22-23), con una datación que se inicia en el tercer cuarto del s. V hasta
el segundo cuarto del s. IV a. C.
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LA BASTIDA DE LES ALCUSES : TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
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Fig. 15.- Materia1es procedentes de los sondeos de las Casa 5 ( nq 1 y 2), Sondeo 11,
capa IV ( nq 3, 5 y 6) y del Sondeo 1, superficial (nQ 4). Año 1993.
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E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDA
-Copa de borde reentrante o F. 21 Lamb. 1 F.2771. Una de las formas más típicas del s.
IV a.C. (375-330 a.C.) (SPARKES y TALCOTI, 1970: Vol. I, pp. 131-132; Vol. 11, fig. 8,
n. 0 830-837, pl. 33, n. 0 834) (fig. 17, 3; fig. 19, 3).
- Copa de borde exvasado o F. 22 Lamb. 1 F. 2681. Sobre la misma, aun siendo una forma
propia del s. IV a.C. (400-350 a.C.), también se ha documentado a finales del s. V a.C.
(SPARKES y TALCOTI, 1970: Vol. I, pp. 128-132; Vol. 11, fig. 8, n.o 806-808, pl. 32, n. 0
806-807) (fig. 15, 3).
- Plato de pescado o F. 23 Lamb. 1 F. 1121. Esta forma tomó su nombre de la decoración
que aparecía en un primer momento en la cara interna de estos platos representando
peces u otros animales marinos y, que posteriormente siguió produciéndose, ya sin estos
motivos, en barniz negro ático entre el 350-325 a.C. (SPARKES y TALCOTI, 1970: Vol.
I, pp. 147-148; Vol. II, fig. 10, n. 0 1072-1076, pl. 37, n. 0 1061-1073) (sin dibujar).
- Salero con pie anillado o F. 24a Lamb 1 F. 2786. Aparecidas durante el segundo y tercer
cuarto del s. IV a.C. (400-375 a.C.) (SPARKES y TALCOTI, 1970: Vol. I, pp. 137-138;
Vol. 11, fig. 9, n. 0 949, pi. 34, n. 0 948-950) (fig. 19, 2).
- Kantharoi de labio moldurado o F. 40 Lamb. /F. 4162. Se trata de piezas pertenecientes al
s. IV a.C. (350-325 a.C.), pudiendo tener un cuerpo liso o decorado con gallones, decoración ésta que aparece en el segundo cuarto de esta centuria (SPARKES y TALCOTI, 1970:
Vol. I, p. 122; Vol. II, fig. 7, n. 0 700,701 y 704, pi. 29, n. 0 700,703 y 704) (fig. 17, 1 y 2).
- Bolsal o F. 42B Lamb. 1F. 4162. Son propios del s. IV a.C. (375-350 a.C.), aunque los
primeros pueden fecharse en el tercer cuarto del s. V a.C. (SPARKES y TALCOTI, 1970:
Vol. I, pp. 107-108; Vol. II, fig. 6, n. 0 561) (fig. 19, 4; fig. 21, 1).
En lo que se refiere a las cerámicas fmas de importación -ática de figuras rojas y barniz
negro-, su lectura nos desvela el ambiente cultural, y más concretamente comercial, en el que
este yacimiento, junto a otros coetáneos, estuvo inmerso. Por tanto, dentro de esta dinámica
comercial, la existencia de la vajilla ática en nuestros yacimientos ibéricos nos habla de la presencia de productos griegos, que bien pudieron llegar a través de comerciantes púnicos, a modo
de intermediarios.
El auge de este comercio y la consiguiente llegada masiva de piezas áticas a nuestras tierras,
fue el resultado de un compendio de causas. Por un lado, la Guerra del Peloponeso con sus respectivas pérdidas en los mercados de la Magna Grecia, obligó a los artesanos atenienses a abrir
nuevos mercados, en donde el cliente ibérico fue un óptimo receptor, recibiendo una producción
a gran escala aunque baja en calidad. Otra causa estuvo en el cambio que se produjo en los controladores del comercio marítimo, antes en manos de focenses y fenicios, luego en posesión de
ampuritanos y púnicos. A lo que habría que añadir, el mejor conocimiento de las rutas comerciales
presentes en estas costas por parte de los comerciantes (BARCELÓ, 1987-1988, pp. 179-180).
Pero en el caso particular que nos atañe, la llegada de estas cerámicas áticas de forma
masiva a tierras contestanas vino precedida de todo un proceso (SALA, 1994, p. 288) que arrancó
en el s. VI-inicios del s. V a.C., momento en el que se documentan las primeras importaciones
griegas circunscritas al área del río Segura (ROUILLARD, 1976). Hasta que, posteriormente,
cobrarán más protagonismo en un mayor número de hábitats en el último cuarto del s. V a.C.
como preludio del verdadero apogeo que esta vajilla ática tuvo, definitivamente, hacia fines del
s. V a.C. y, sobre todo, ya en el s. IV a.C.
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LA BASTIDA DE LES ALCUSES: TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN ( 1990-95)
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Fig. 16.- Materiales del departamento 248 de la Casa 11. Año 1995.
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3.1.1.2.
E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDÁ.
Anjoras púnicas
Por vez primera y, como resultado de los recientes trabajos efectuados en La Bastida de Les
Alcuses, se ha podido identificar material anfórico de importación contextualizado, con el
correspondiente valor cronológico que ello comporta; ánforas que, a pesar de presentar una reducida variedad, nos hablan de un ámbito de producción y distribución esencialmente púnico.
Ánforas púnico-ebusitanas
Ya en los sondeos que se efectuaron en la muralla en 1993, concretamente en el nivel 1 del
MOS2, el hallazgo de un total de 12 fragmentos de cuerpo con las acanaladuras tan características de estas ánforas púnico-ebusitanas y, aún careciendo de sus bordes, nos puso sobre la pista
de la posibilidad de que, también, en este yacimiento contestano del s. IV a.C. llegaron estos
recipientes púnico-ebusitanos. Hecho que ha sido totalmente ratificado en la excavación (campañi,i de 1995) de los departamentos 249 y 250, con el hallazgo de parte de un galbo en el primero y un ánfora completa en el segundo (fig. 24, 1).
En líneas generales, estos envases de transporte y almacenaje representaron una importante
producción local en la isla de Ibiza entre el s. VI a.C. y el s. I de nuestra Era. Y dentro de la
misma, con una cronología entre el 400/390-300 a.C., el tipo PE-14 (RAMÓN, 1991, pp. 106108, fig. 5) o T. 8. l. l. l. (RAMÓN, 1995, pp. 220-222, fig. 95) hizo que esta producción alcanzara su punto más álgido al ser distribuido a lo largo de las costas peninsulares desde el norte
de Cataluña hasta Murcia. De modo que con el hallazgo de estos ejemplares, La Bastida viene
a sumarse a la relación de yacimientos poseedores de estas ánforas importadas.
En cuanto a sus centros productores, dejando a un lado la incuestionabilidad de la isla de
Ibiza, de donde tenemos conocimiento de los lugares concretos de producción, todos ellos sitos
en la misma isla y, aparentemente, en la ciudad, no debemos dejar de mencionar la posible existencia de otros puntos de producción ajenos a ella, como Adanó (Vilanova i la Geltrú) (LÓPEZ
y FIERRO, 1987-1988, pp. 60-61; LÓPEZ, 1993, pp. 65-68, fig. 9, no 1-4 y 7-10) y Ampurias
(RAMÓN, 1991, p. 72).
Aún habiéndose mantenido el aceite como el posible contenido que debieron envasar estas
ánforas púnico-ebusitanas (RAMÓN, 198la), por otro lado un producto importante en la economía ibicenca, un reciente estudio del mismo autor ha dejado una puerta entreabierta al respecto. Se trata del análisis de cuatro ánforas PE-13 (predecesoras de las nuestras) halladas en el
depósito de Es Palmer (Ibiza), fechado en la segunda mitad del s. V a.C. (RAMÓN, 1993), cuyo
principal interés estriba en los goterones de una sustancia que pudiera ser brea o resina de pino,
necesaria para la contención de vino. Evidencia que, hasta el momento, tan sólo se ha repetido
en el fondeadero de Na Guardis en Mallorca (GUERRERO, 1993, p. 786, fig. 125).
Y, por último, el pecio de Binisafúller (Menorca) (GUERRERO et alii, 1991 ), nos habla de
la proyección comercial que adquirió la isla a mediados del s. IV a.C., coincidiendo con la producción a gran escala de las PE-14, al hallarse en él restos de un cargamento compuesto, entre
otros materiales, por ánforas PE-14 tardías y las primeras PE-15.
Brevemente podemos mencionar otros yacimientos del País Valenciano igualmente poseedores de estas ánforas, como son: Torre la Sal (Ribera de Cabanes) (FERNÁNDEZ, 1987-1988,
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LA BASTIDA DE LES ALCUSES: TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
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E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDÁ
pp. 261-262, fig. 13, 1), Punta de l'Orleyl (Vall d'Uixó) (OUVER et alii, 1984, p. 76, fig. 12,
n. 0 2-3), la !lleta deis Banyets (El Campello) (ÁLVAREZ, e.p., fig. 7, 1) y en Cap Negret (Altea)
(RAMÓN, 1991, p. 87).
Ánfora tipo G
Del mismo modo, hemos podido identificar tres fragmentos de borde correspondientes al
ánfora tipo G de Ribera (1982, pp. 118-119, fig. 36) (fig. 15, 1 y 2), asimilable al tipo X de
Florido (1984, p. 428, fig. 1), a la forma E-2 de Pellicer (1978, pp. 386-388, fig. 8) y al tipo
T.8.2.1.1. de Ramón (1995, pp. 225-226, fig. 101); forma que ya en su día fue identificada, con
motivo de su tabla tipológica, por Ribera en varios yacimientos valencianos, con cronologías
entre el s. IV y 11 a.C., encontrando paralelos en Andalucía, sur de Francia y norte de África.
Son dos los yacimientos claves que nos hablan tanto de la ubicación de sus posibles centros productores como de sus contenidos. Acerca de la primera cuestión, se podría pensar en el
área gaditana, seguramente entre otras, como zona productora, al evidenciarse estas ánforas en
los alfares del yacimiento de Torre Alta (San Fernando, Cádiz) (PERDIGONES y MUÑOZ, 1988,
p. 11 O, fig. 5, 3) con una cronología de iiücios del s. IV hasta fines ITI o comienzos del 11 a.C.
Y, en segundo lugar, puesto que estos envases se han hallado de forma abundante en la factoría
de Las Redes (Puerto de Santa María, Cádiz) (DE FRUTOS et alii, 1988, p. 300, fig. 3, 73, 456,
462, 499, 509, 516; fig. 4, 75, 265, 1174) se podría deducir que contenían algún producto relacionado con la industria salazonera.
Esta forma se corresponde con el llamado tipo Carmona (RODERO, 1991, pp. 290-295, fig.
14, A), al ser en este yacimiento donde se dio la cronología más alta (fines del s. V-inicios del
s. IV a.C.). Dicha autora nos afirma que la evolución de estas ánforas está en otras de bordes
verticales pero con bases planas, reafirmando así la individualización que ya había señalado
Sanmartí para este tipo: una antigua con base apuntada y otra, más reciente, con base plana y
sucesora inmediata de la anterior, denominada Célmpos Numantinos (C.C.N.N.) (SANMARTÍ,
1985a; ídem, 1985b, p. 150), o télmbién llamada T.9.1.1.1. (RAMÓN, 1995, pp. 226-227, fig. 103).
La presencia de estas ánforé\s de importación nos habla de un único ámbito comercial, el
púnico, poseedor de centros de producción y rutas comerciales. Y, él la vez, éstas (PE- 14 y tipo G)
nos transportan a un momento muy deteoninado en el tiempo, desde la primera mitad del s. IV
hasta inicios del S. m a.C., siempre en el plano económico-comercial. Puesto que fue a inicios del
s.IV
proyección comercial de Ibiza. Acompañadas, como queda patente en nuestro registro, de la perduración de envases del entorno del Estrecho de Gibraltar con el tipo G o T.8.2.Ll.
Con estos hallazgos anfóricos, este núcleo contestano queda incluido, como otros tantos, en
la época media (s. V-ITI a. C.) de un reciente trabajo acerca de la revisión y actualización de las
ánforas fenicio-púnicas en el País Valenciano (RIBERA y FERNÁNDEZ, e.p.). Fase que, en líneas
generales, se caracteriza por la proliferación de yacimientos poseedores de importaciones
púnicas procedentes de tres distintos centros productores: el Estrecho, Ibiza y Túnez.
-254-
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LA BASTIDA DE LES ALCUSES: TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
o
10cm
4
3
o
Fig. 18.- Materiales del departamento 248 de la Casa 11.
-255-
!!cm
41
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42
E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDA
El documentar ánforas púnicas en La Bastida ha supuesto, sin duda alguna, un dato
importante por su indiscutible valor cronológico apoyando las dataciones de las cerámicas
áticas. Pero su importancia, hasta el momento, debemos de considerarla relativa, pues todavía
el registrar ánforas púnicas en yacimientos no costeros como éste, sigue siendo una noticia
excepcional. Habrá, por tanto, que esperar al conocimiento de similares hallazgos en núcleos
del interior que puedan ayudarnos a desvelar interrogantes como la llegada de estas ánforas
hasta estas tierras, las rutas seguidas, sus posibles intermediarios y los productos con los que
comerciaban.
3.1.2.
Cerámica ibérica
Los sondeos de la muralla y de la Torre Este sólo proporcionaron fragmentos sin forma y
escasos bordes muy rodados de ánforas, tinajas, platos y caliciformes. El interés de estos sondeos, como se ha visto en los anteriores apartados, es documentar y datar los niveles fundacionales del sistema defensivo, así como de su derrumbe, en la primera mitad del siglo IV a.C.
Sin embargo en la Casa 11 se recuperaron numerosos vasos completos in situ correspondientes al momento de destrucción y abandono del poblado, en tomo al último cuarto del siglo
IV a.C. (cuadro 1). Para su estudio se ha seguido la tipología de Mata y Bonet (1992) diferenciándose los siguientes grupos.
3.1.2.1.
Cerámica fina o clase A
Grupo l. Recipientes de almacenaje
De los grandes recipientes no hay ninguna pieza completa, unicamente contamos con
bordes y asas. Las ánforas (A.I.1.2.) son todas ellas de hombro redondeado con bordes rectos,
ligeramente aplanados o salientes del tipo 1.2. de Ribera (1982, p. 104) aunque podrían también
encuadrarse en el tipo 1.6 pues resulta difícil adscribirlas a un tipo u otro sólo por el borde (fig.
20, 4; fig. 23, 3).
En cuanto a las tinajas, la forma más frecuente es la de cuerpo ovoide con cuello diferenciado y borde saliente y moldurado (A.I.2.2) decorada con bandas y filetes, mientras que la
tinaja con hombro (A.I.2.1) y borde recto, o pithos, tan común en otros yacimientos del siglo
IV a.C., como El Cigarralejo (Mula, Murcia) (CUADRADO y QUESADA, 1989) o Los Molinicos
de Moratalla (Murcia) (LILLO, 1993), está escasamente representada.
Grupo 11. Vasos de despensa y preparación de alimentos
Dentro de este grupo las formas más frecuentes son: la tinajilla sin hombro y sin asas, de
borde saliente o de «ánade» (A.II.2.2), y la tinajilla con hombro de perfil quebrado y de labio
recto o ligeramente saliente (A.II.2.1) decorada con motivos geométricos (fig. 16, 1). Esta última
con idénticos paralelos en yacimientos coetáneos como Los Molinicos, El Cigarralejo y Cabezo
Lucero (Guardamar del Segura) (ARANEGUI et alii, 1993, pp. 11 0-113) o, ya con fechas que
-256-
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LA BASTIDA DE LES ALCUSES: TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
CERÁMICAS
Dpt. 248
TIPOS
P. enteras
Importaciones Ática~ Lamb. 21
Lamb. 24
Lamb.40
Lamb. 42 B
Skyphos
lndet.
Púnicas T.8.1.1.1
Ibéricas
Tipo A. A.l.l .2
A.l.2.1
A.l.2.2
A.I.2/A.U.6
A.D.I.I
A.II.2.1
A.II.2.2
A.ll.3
A.II.6
A.ID.1.1
A.ID.1.2
A.III.2
A.II1.43
A.III.8. 1
A.III.8.2
A.ill.8.3
A.IV.1.1
A.IV.1.2
A.IV.3
A.IV.5.2
A.V.1
A.V.6.3
A.V.7.1
A.V.7.3
A.V.7.4
A.V.8.1.1
A.V.8.1.2
A.V.8.1.4
A.V.8.1.5
A.Vl.l
A.VI.2
Tipo B. 8.1
8 . 1.1
8.1.2
B.4
B.6.2
B.7.4
TOTAL
1
Dpt. 250
Dpt. 249
P. incompletas
1
1
1
P. enteras
43
P. incompletas
P. enteras P. incompletas
2
5
1
2
1
1
1
1
1
3
1
12
2
7
1
8
6
2
l5
1
--
1
l
9
1
5
1
1
1
1
1
13
6
1
1
1
4
2
2
1
1
2
8
1
1
1
1
1
1
2
1
2
3
2
1
3
1
1
6
2
1
1
2
41
1
6
1
2
9
34
109
1
1
41
68
9
21
1
1
25
35
20
Cuadro 1.- Tipología d. los materiales de los departamentos 248, 249 y 250 (Casa 11).
e
-257-
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44
E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDÁ.
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1
2
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4
o
5cm
Fig. 19.- Materiales de importación del departamento 249 de la Casa 11. Año 1995.
entran en siglo III a.C., como Covalta (Albaida) (RAGA, 1994), la Illeta deis Banyets (El
Campello) (ÁLVAREZ, 1995) o la necrópolis de La Serreta de Alcoi (CORTELL et alii, 1992).
Otra forma muy común, de la que desgraciadamente sólo conservamos los bordes, son los
lebetes sin pie (A.II.6.2), o lebrillos como se les denomina en el área murciana, todos ellos con
el labio moldurado. Los grandes lebetes, de hasta 40 cm de diámetro, debieron utilizarse, muy
probablemente, también como recipientes de almacenaje. Normalmente no se decoran y de
estarlo se limitan a bandas y filetes. Los ejemplares de pequeño y mediano tamaño son más raros
y sólo hay un ejemplar de lebes con asas horizontales pegadas al cuerpo. En La Bastida y en
los yacimientos coetáneos arriba apuntados no se da el lebes con pie, tan característico del área
edetana a partir del siglo III a.C.
Los dos fragmentos de pitorros vertedores (A.I.3) indican la presencia de tinajas destinadas
a la decantación de líquidos.
Grupo III. Servicio de mesa
Dentro de este grupo se dan prácticamente todos los tipos: las botellas de cuerpo ovoide
(AJII.l.l) y las de cuerpo troncocónico (A.III.l.2) (fig. 19, 6); los caliciformes de cuerpo globular (A.III.4.1); los platos de ala (A.III.8.1) (fig. 22, 2; fig. 20, 1), los de borde reentrante o
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LA BASTIDA DE LES ALCUSES : TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
45
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Fig. 20.- Materiales del departamento 249 de la Casa 11.
páteras (A.III.8.2) (fig. 21, 3); las escudíllas con borde sin diferenciar (A.III.8.3) (fig. 16, 2); y
también los cuencos (A.III.9), aunque resultan difíciles de diferenciarlos de los bordes de escudillas al carecer de ejemplares completos. Todas estas piezas presentan una decoración simple,
de bandas y filetes y sólo los platos de ala amplían su repertorio decorativo con círculos y segmentos concéntricos. En esta línea estaría el plato de ala (fig. 20, 2) pintado con motivos geométricos de bandas, filetes, rombos, puntos y reticulados de color marrón sobre un fondo, a
bandas, de color blanco. Esta técnica decorativa se repite en otros yacimientos del siglo IV a.C.
como dos platos de Covalta (RAGA, 1994, figs. 61 y 64) o las urnas con engobe blanco del Punto
77a y de la Zona U-estructura E de la necrópolis de Cabezo Lucero fechada en tomo al400-325
a.C. (ARANEGUI et alii, 1993, p. 246). Decoración que perdur;1 en el siglo 111 a.C. en los yacimientos cercanos del Corral de Saus (Moixent) (IZQUIERDO, 1995, p. 170, figs. 66-67) y de El
Amarejo (Bonete, Albacete) (BRONCANO y BLÁNQUEZ, 1985, p. 156, fig. 103).
Grupo IV. Microvasos
La Bastida tiene una gran variedad de pequeños recipientes, e incluso miniaturas, que no
han faltado en la campaña de 1995, como son las botellitas (A.IV.1), copitas (A.IV.3); o los
tarritos (A.N.5.2) (fig. 20, 2; fig. 21, 2; fig. 17, 6, 7 y 8). Son vasitos relacionados con actividades de aseo personal, de carácter religioso o infantil, cori paralelos idénticos en las tumbas
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46
E. DÍES , H. BONET, N. ÁLYAREZ y G. PÉREZ JORDÁ
o
Fig. 21.- Materiales del departamento 250 de la Casa 11. Año 1995.
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LA BASTIDA DE LES ALCUSES: TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
O
47
5cm
Fig. 22.- Materiales del departamento 250 de la Casa 11.
bien fechadas en la primera mitad del siglo IV a.C. (CUADRADO y QUESADA, 1986, pp, 61-64,
figs. 26 y 29) (SALA, 1994, fig. 289).
Grupo V. Cerámica auxiliar y relacionada con tareas domésticas y artesanales
Una tapadera de pomo discoidal y dos bordes, también de tapaderas, (A.V.1) (fig. 16, 3) son
las únicas piezas de cerámica no vascular halladas durante la excavación, echándose en falta los
soportes, morteros y manos de mortero. En cuanto a actividades artesanales, las fusayolas son
todas ellas acéfalas de tipo troncocónico (A.V.8.1.4), bitroncocónico (A.V.8.1.5), discoidal
(A.V.8.1.2) o esférico (A.V.8.1.1) (fig. 20, n.0 5 y 1O) propias de los poblados del Ibérico
Antiguo y Pleno, ya que las fusayolas con cabeza aparecen ya de forma mayoritaria en contextos
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E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDÁ
1
1
4
/
3
5cm
Fig. 23.- Materiales del departamento 250 de la Casa 11.
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LA BASTIDA DE LES ALCUSES: TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
49
de cronología más avanzada, a partir del siglo III a.C. Las pesas de telar son del tipo troncopiramidal (A.V.7.1) paralelepipédica (A.V.8.1.3) y discoidal (A.V.7.4) (fig. 17, n. 0 10 y 11) siendo
este último tipo poco corriente con ejemplares aislados en Los Villares (Caudete de las Fuentes)
(MATA, 1991, fig. 53) o en la Illeta dels Banyets (ÁLVAREZ, 1995, fig 65).
Para el estudio funcional de la vivienda hemos distinguido la cerámica no vascular (A. Va),
de las fusayolas y pesas de telar (A.Vb) (gráfs. 1 y 2), ya que éstas indican una actividad claramente relacionada con el tejido.
Grupo VI. Imitaciones
Las imitaciones de vasos griegos de La Bastida ya han sido motivo de estudio dada la
gran variedad de piezas recuperadas en este poblado (PAGE, 1984). Las formas más imitadas,
como ocurre en El Cigarralejo, Cabezo Lucero, La Albufereta de Alicante (RUBIO, 1986) o el
Puntal de Salinas (HERNÁNDEZ y SALA, 1996, fig. 30), son los kylices, los kylices-skyphoi y
las cráteras, sin olvidar que las páteras, escudillas y oenochoes copian igualmente modelos
griegos.
Los dos skyphoides (A.VI.2), pintados con bandas, semicírculos concéntricos y puntos (fig.
21, 4 y 5) responden a los tipos ya estudiados por Page y datados en la 1a mitad del siglo IV
a.C. (1984, pp. 86-88), mientras que el kylix (A. VI.l ), decorado con bandas y filetes (fig. 22,
1), es una copia más libre ya que en realidad es un plato de ala con asas.
3.1.2.2.
Cerámica tosca o clase B
En La Bastida, la cerámica tosca presenta un porcentaje muy alto respecto a la cerámica
fina (graf. 1). Por ejemplo, la Casa 11 presenta un 48% de cerámica tosca o clase B y un 52%
de cerámica fina o clase A. Dentro de la cerámica de cocina, la olla (B.l), de tamaiio mediano
y grande, es la forma más representada (fig. 16; fig. 21, 1) mientras que las tapaderas de pomo
(B.6) (fig. 21, 2) y los toneles (B.7.4) (fig. 24, 3) completan el repertorio de cerámicas toscas
de esta última campaña. Las cerámicas a mano están prácticamente ausentes, no habiéndose
recuperado ninguna base plana y sólo dos bordes que corresponderían a esta producción, el resto
de piezas están hechas a torno. Las pastas y calidades varían desde los ejemplares más toscos
de bordes salientes y gruesos hasta las piezas mejor elaboradas con bordes subtriangulares y en
menor medida moldurados. La decoración de muchas de estas ollas, con cordones aplicados en
el cuello y decorados con incisio_nes o impresiones (fig. 20, 3; fig. 18, 3 y 4), así como su aspecto
tosco recuerda las producciones a mano del Hierro 1, de ahí que recibieran el nombre de cerámicas arcaizantes (BALLESTER, 1947, pp. 50-51).
El hecho de que los toneles se realizasen tanto en cerámica fina como en tosca indica que
esta producción (grupo B) no se hacía exclusivamente para uso culinario puesto que los toneles
son claramente recipientes de almacenaje para contener o transportar líquidos. Los dos ejemplares de la Casa 11 son de boca central con dos asas y acanaladuras en el cuerpo para pasar la
cuerda de suspensión (fig. 24, 3). Tienen un orificio en la parte inferior para desagüar, característica que se da en alguna pieza de LaBastida (FLETCHER, 1957, p. 138) pero no lo tienen los
toneles del área murciana (LILLO, 1981, pp. 367-369).
-263-
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50
E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDA
o
2
Fig.
24.~
Materiales del departamento 250 de la Casa 11.
-264-
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LA BASTIDA DE LES ALCUSES: TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
51
IMPORT
CER. COCINA
GRUPO VI
GRUPO V b
GRUPO V a
GRUPO IV
GRUPO 111
GRUPO 11
GRUPO 1
o
10
20
30
40
50
Gráfica 1.- Porcentaje de. los grupos de cerámica fina, cerámica tosca e importaciones
de los departamentos 248, 249 y 250 (Casa 11).
3.2.
EL METAL Y OTROS
Aunque no procede de la Casa 11, cabe destacar del Sondeo MSO 2, capa 4, una gran hoz
de hierro que conserva los remaches para el enmangue de madera (fig. 15, 6).
La Casa 11 no ha proporcionado piezas destacadas de metal, a diferencia de otros departamentos del poblado que parecen corresponder a habitaciones destinadas a guardar instrumentos
de trabajo, como los departamentos 21, 75 o 80. Sin embargo., no hay que descartar que la
vivienda puede tener anexos o habitaciones adosadas a la casa que no han sido excavadas.
El hallazgo más interesante del conjunto de los metales son unas trébedes de hierro (fig. 24,
2), similar a las publicadas en el departamento 49, que aparecieron in situ en el rincón noreste
del 250 (lám. XIV, B). El resto de objetos de hierro son varillas, remaches, clavos, anillas, un
fragmento de hoz, y dos varillas de hoja estrecha y larga con un espigón doblado en ángulo recto
(fig. 23, 4) como los recuperados en los departamentos 24 y 100 que describen como posibles
estrígilos (FLETCHER et alii, 1965, p. 134). De bronce sólo mencionar un pequeño pendiente
(fig. 17, 5) y de plomo destacar, en el departamento 249, una gran plancha, un peso discoidal y
numerosos goterones del mismo metal.
Dos piedras afiladoras, un fragmento de pasta vítrea (fig. 17, 4), seis conchas y caracoles y
cinco fragmentos testimoniales de fauna son los únicos objetos recuperados entre la gran cantidad de material cerámico.
-265-
[page-n-266]
52
3.3.
E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDA
LOS RESTOS CARPOLÓGJCOS
Desde finales de los años 60, Pla (1968 y 1970) realizó una serie de trabajos sobre la agricultura valenciana prehistórica y protohistórica en donde los útiles de labranza recuperados en
La Bastida serían, en lo que concierne al mundo ibérico, la base y punto de referencia para sus
estudios sobre economía. La riqueza del instrumental agrícola y su excelente grado de conservación le permitieron, a través de la comparación etnográfica, realizar una reconstrucción de las
diferentes tareas agrícolas desarrolladas por los habitantes del poblado. Esquema de funcionamiento q_ e, en la actualidad, continúa siendo válido en su mayor parte y del cual este trabajo
u
sólo pretende ser una actualización a partir de la obtención de nuevos datos carpológicos, que
el mismo Pla ya señaló como imprescindibles.
Siguiendo este propósito, con el inicio de las nuevas campañas de excavación realizamos
un muestreo sistemático de las diferentes unidades excavadas, con la finalidad de recuperar los
restos de semillas y frutos que nos permitieran definir los cultivos practicados (fig. 25). Proyecto
que ha quedado en parte limitado por haber -intervenido sólo en un área muy reducida.
Dpt. 248
Dpt. 249
Dpt. 250
Hordeum vulgare
Tri!. aestivum-durum
2
2
3
7
3
3
Panicum miliaceum
Setaria italica cf
Leguminosae
1
1
2
2
Vicia sp.
Amygdalus communis
Olea europaea
Vitis vinifera
Bifora testiculata
Cruciferae
4
2
1
31
1
9
26
La importancia del cultivo de los cereales ya quedó constatada por las frecuentes hoces
recuperadas, aunque el único cereal que estaba documentado hasta el momento era el trigo desnudo (TÉLLEZ y CIFERRI, 1954, pp. 30-31). El análisis carpológico nos ha señalado la presencia
de tres especies de cereal: la cebada vestida (Hordeum vulgare L.), el trigo desnudo (Triticum
aestivum-durum) y el mijo (Panicum miliaceum). La cebada vestida es el cereal que se documenta con más frecuencia en los diferentes yacimientos ibéricos de la franja mediterranea peninsular (PÉREZ y J3UXÓ, 1995, p. 62) lo que podría estar relacionado con su rusticidad. Junto a
ésta, el sigui"ente cereal en importancia es el trigo desnudo, que por contra es más exigente en
cuanto a la calidad de los suelos y los agota antes., lo cual podría ser un factor limitante. De
mijos sólo hemos recuperado dos restos, aunque también se han conservado lo que podría
corresponder a unos. fragmentos de tortas elaboradas a partir de granos de mijo parcialmente
molidos en los departamentos 248 y 249.
-266-
[page-n-267]
LA BASTIDA DE LES ALCUSES: TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
o
3mm
53
2
o
O
2mm
~-~-~
n ____
YL
2mm
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3
4
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6
5
Fig. 25.- Restos carpológicos de la Casa 11. 1 Vitis vinifera. 2. Amygdalus communis.
3. Bifora testicuÚlta. 4. Panicum miliaceum. S. Olea europaea. 6. Triticum aestinum-durum.
La recuperación de leguminosas en los asentamientos es normalmente menor que la que se
produce en el caso de los cereales, hecho que ha estado habitualmente relacionado con las modalidades de tratamiento para el almacenamiento y consumo (DENNELL,l974). En el trabajo de Pla
(1972, p. 337) se señala la presencia de yeros (Vicia ervilia), aunque no han estado determinados
por ningún especialista. Los últimos muestreos sólo han aportado restos de Vicia, sin que
podamos precisar la especie a la cual pertenecen, ni si son cultivadas o no. Pero a partir de los
-267-
[page-n-268]
54
E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDA
datos aportados por otros poblados ibéricos (PÉREZ JQRDÁ., 1995; BUXÓ et alii, 1995) se constata el cultivo de diferentes leguminosas como las habas, lentejas; guisantes, etc.
Pla señaló que se produciría con seguridad el cultivo de la viña, olivo, higuera, granado y
palmera datilera (PLA, 1972, p. 338). Nosotros sólo hemos documentado la presencia de los dos
primeros, aunque la higuera y el granado están determinados en otros poblados (8) (CASTRO y
HOPF, 1982). Sin embargo, no tenemos constancia de que se haya documentado la palmera datilera con anterioridad a la romanización. A estos habría que añadir el almendro (Amygdalus communis) del cual también se han ha1lado restos en el Castellet de Bernabé (9) y en El Amarejo
(BRONCANO, 1989, p. 58).
Estos datos nos muestran un sistema tradicional de agricultura mediterránea, en el que la
aparición del arado de hierro permitiría la explotación de amplias extensiones de tierra para cultivos de secano como cereales y frutales. Practicarían una agricultura extensiva, en la que no
podemos afirmar con certeza el recurso a la rotación de cultivos, pero donde cabe suponer el
uso del barbecho como medio para asegurar la recuperación de las tierras. Frente al secano, en
las zonas de ramblas y en los bordes de los ríos, donde las tierras son más apropiadas para cultivos de huerta, y es posible el recurso al regadío, se daría un sistema de agricultura intensiva
con las leguminosas y otros cultivos hortícolas, recurriendo en estos casos al abonado como
medio para mantener la productividad de las tierras. Para el trabajo de estas tierras se utilizarían
los legones, herramientas que no se usan para cavar, sino para la remoción de las tierras y la
construcción de los caballones de las huertas,
Los únicos elementos destinados a la transfonnación de los alimentos que se han recuperado en el yacimiento son los molinos rotatorios, aunque también se ha documentado alguno
barquiforme, que estarían destinados principalmente a la elaboración de la harina a partir de los
cereales y de las leguminosas.
La revisión de la documentación de las antiguas excavaciones (diarios y archivo fotográfico) así como el estudio de las estructuras domésticas de las manzanas restauradas no nos ha
permitido identificar en La Bastida la presencia de estructuras destinadas a la fabricación de vino
como las atestiguadas en el Alt de Benimaquia (Dénia) en el s. VII-VI a.C. (GÓMEZ BELLARD
et alii, 1993), ni tampoco almazaras y lagares como los del Camp de Túria, datados desde el s.
IV-III a.C. (BONET y GUÉRIN, 1989; PÉREZ JORDÁ., 1993).
4,
CONCLUSIONES Y RESULTADOS DE LA CAMPAÑA DE EXCAVACIÓN DE 1995
4.1. ESTUDIO ESPACIAL DE LA CASA 11
La Casa 11 corresponde a una de las viviendas situadas en la vertiente sur de la zona este,
donde ya no aparece la Calle Central, dado que la estrechez del espacio no lo hace posible. Por
ello encontramos manzanas de casas a ambos lados de una medianera que sigue la cresta de la
montaña y el acceso a: éstas se realiza desde los dos caminos de ronda (fig. 4).
La prospección superficial indica que en los lados este y oeste de la casa excavada habría
sendas viviendas cuyas características no podemos, por el momento, determinar, aunque es probable que sean similares a las de estos departamentos.
(8)
(9)
Pérez Jorda, G., en estudio.
Pérez Jorda, G., en estudio.
-268-
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LA BASTIDA DE LES ALCUSES: TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
55
O
2m
- - - - -
1
N
*
®
Depto. 249
@
Depto. 248
@
LEYENDA
@ Anfpra ® PMera
® Hogar @ Skypholde
@ Olla tosca @Tinaja
(f) Trébedes @ Tlnajllla @
@Anfora PE-1•
Vaso bltroncocónlco
© Lebes
@Hierro
@) OIIHa tosca
{§
@
Plato
Revestimiento
Fig. 26.- Planta de la Casa 11 con la dispersión de los materiales in situ. Año 1995.
-269-
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56
E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JQRDÁ
Ocupa un espacio rectangular compartimentado en tres habitaciones (fig. 26; lám. XIII) con
una superficie excavada de 60m2 • Los departamentos 248 y 249, con sendas puertas abiertas a
un espacio anterior que no ha sido excavado, presentan una planta rectangular. El 250 se halla
situado, transversalmente a los otros dos, en la parte posterior de la vivienda y se comunica con
el departamento 248 a través de un vano. Los muros exteriores, este y oeste, de la vivienda se
prolongan hacia el sur, por lo que suponemos que las puertas de los departamentos 248 y 249
cpmunicarían con una estancia delantera, más que con un espacio abierto o calle.
El estudio de [os ajuares recuperados y de los elementos urbanísticos de cada departamento
permite hacemos una idea de las actívidaddes que se practicaban en esta vivienda, con la pre"
caución que exige el hecho de que probablemente no esté excavada en su totalidad.
El departamento 250 no presenta ninguna estructura de carácter doméstico que permita
definir la funcionalidad del espacio, sin embargo el gran número de vasos in situ (lám. XIV, A)
y el elevado porcentaje de recipientes de almacenamiento (25%) (gráfs. 2 y 3), como son las
ánforas, las tinajas, los lebetes, el tonel o las grandes ollas, muestran claramente que se trata de
un almacén o despensa. Además, es la habitación que proporcionó más restos metálicos, destacando las trébedes del rincón noreste (lám. XIV, B) que parecen estar guardadas, fuera de uso,
ya que no se encontraron restos de estructuras de combustión en sus proximidades. Por otra parte
la misma ubicación de la estancia, en la parte posterior y más oscura de la vivienda apoyaría
esta interpretación.
La presencia de un hogar en el departamento 249 (fig. 26) nos indica que estamos en el
principal ambiente doméstico, o espacio colectivo, en donde se desarrollarían las actividades
relacionadas con la cocina, tejido, descanso o acontecimientos familiares (BONET y GUÉRIN,
1995, p. 93). A pesa,r del estado fragmentado y la dispersión de los vasos recuperados en esta
habitación, se observa un número importante de cerámicas de cocina, de piezas relacionadas con
la actividad textil, así como el mayor porcentaje de vajilla de mesa y de lujo (cerámicas de
importación) (gráf. 2, 2).
El departamento 248, de las mismas dimensiones que el 249, no tiene ninguna estructura
doméstica que ayt~de a definir su funcionalidad, exceptuando el banco corrido situado junto a
la puerta del 250 . Tampoco entre sus ajuares destaca ningún grupo de cerámicas ni otros
objetos que indiquen una actividad concreta (gráf. 2, 1). Unicamente la cerámica de cocina,
con un porcentaje del 54 %, y un número considerable de piezas relacionadas con el tejido
indican que nos hallamos ante un espacio con actividades complementarias de la habitación
contigua, el 249.
Así, la Casa 11 se compone de tres habitaciones y, posiblemente, de un vestíbulo anterior
sin excavar. De momento tiene los dos espacios básicos que definen la vivienda familiar ibérica,
es decir, el espació colectivo o del hogar (D. 249) y la despensa o almacén (D. 250), mientras
que faltan otras áreas, casi siempre presentes, como son los espacios destinados a la molienda
o zonas de trabajo con hornos domésticos.
4.2.
CRONOLOGÍA Y CONTEXTO CULTURAL DE LOS MATERIALES
La publicación de Lamboglia sobre las importaciones griegas de La Bastida así como los
estudios posteriores de Trías ( 1967 -68) y de Rouillard (1991) datan el yacimiento entre los siglos
-270-
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LA BASTIDA DE LES ALCUSES: TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
Dept. 248
IMPORT
5%
57
Dept. 249
IMPORT
8%
GRUPO 1
15%
GRUPO 1
18%
GRUPO 11
2%
GRUPO 111
5%
GRUPO IV
3%
30%
GRUPO 11
8%
GRUPO V a
3%
CER. COCINA
54%
20%
13%
GRUPO V b GRUPO V a GRUPO IV
12%
2%
2%
2
Dept. 250
IMPORT
3%
GRUPO 1
25%
CER. COCINA
30%
GRUPO 11
6%
GRUPO VI'!
3%
GRUPO V b
1%
7%
GRUPO V a
1%
3L-----------------------------------~
Gráfica 2.- P{}rcentaje de las cerámicas. l. Departamento 248. 2. Departamento 249. 3. Departamento 250.
V-IV a.C. con una única ocupación y sitúan la destrucción y abandono del poblado en el último
cuarto del siglo IV a.C.
Como hemos podido ver, Jos sondeos previos a los trabajos de restauración realizados en la
muralla y en las viviendas corroboran estas fechas con pequeñas precisiones, distinguiéndose
dos fases constructivas.
En el sector de las viviendas, la Fase l corresponde a restos de pavimentos y muros localizados por debajo de los departamentos que, desgraciadamente, no proporcionaron cerámicas de
importación por Jo que se fechan, por relación estratigráfica, anteriores a la Fase ll. En la
muralla, el nivel fundacional se ha podido datar en la primera mitad del siglo IV a.C. por un
fragmento de crátera de campana hallado en el estrato 4 del sondeo l.
-271-
[page-n-272]
58
E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDÁ.
La Fase II, que corresponde a la etapa de máximo auge y a la vez al momento final del
yacimiento, se fecha a lo largo del siglo IV a.C., tanto por las cerámicas griegas como por los
recientes hallazgos de ánforas púnicas. Las primeras, con las formas Lamb. 21, Lamb. 22, Lamb.
23, Lamb. 24, Lamb. 40, y Lamb. 42 B, aparecen bien datadas entre el 400 y el 325 a.C., destacando tan sólo el kylix-skyphos de figuras rojas y el kylix de pie bajo de clase delicada por
adentrarse en el s. V a.C. (420-380 a.C.). Una vez más han sido estas cerámicas áticas las que
han proporcionado la datación absoluta de este poblado, con la particularidad de que en esta ocasión los recientes hallazgos de ánforas de importación (PE-14 o T.8.1.1.1. y el tipo G) no han
hecho más que apoyar el dato cronológico obtenido de aquéllas, pues las primeras se sitúan entre
el 375-300 a.C. y las segundas a lo largo del s. IV a.C. Por tanto la ciudad debió de vivir entre
75 y 100 años como máximo, sin que se hayan documentado, por el momento, niveles fundacionales con materiales exclusivamente del siglo V a.C.
Las cerámicas ibéricas recuperadas en la Casa 11, como las del resto del yacimiento, se
fechan entre el 400 y el 325 a.C. El corto período de vida del poblado permite datar con gran
precisión su amplio repertorio de cerámica ibérica, siendo clave para el conocimiento del siglo
IV, como ocurre con los cercanos poblados del Puntal de Salinas (SOLER, 1992; HERNÁNDEZ y
SALA, 1996) o El Puig de Alcoi (RUBIO, 1985) así como con la mayoría de las tumbas del siglo
IV de El Cigarralejo (CUADRADO y QUESADA, 1986), de Cabezo Lucero (ARANEGUI et alii,
1993), la tumba 70 de Coimbra del Barranco Ancho (Jurnilla, Murcia) (INIESTA et alii, 1987) o
con las necrópolis del área albaceteña de El Tesorico (Hellín) (BRONCANO et alii, 1985), Los
Villares (Hoya de Gonzalo) o la Hoya de Santa Ana (Chinchilla) (BLÁNQUEZ, 1992, p. 259).
Aunque La Bastida fue coetánea a Covalta (VALL DE PLA, 1971; RAGA, 1994), a la necrópolis de La Serreta (CORTELL et alli, 1992), a la Illeta deis Banyets (ÁLVAREZ, 1995) o a La
Escuera (NORDSTROM, 1967, pp. 54-55), estos yacimientos perduran hasta mediados del siglo
III a.C. y, por tanto, presentan ya algunas formas y, sobre todo, decoraciones que se alejan de
los ejemplares de La Bastida.
En cuanto a otros yacimientos cuyo nivel de ocupación está fechado entre los siglos V/IV
a.C., como Los Molinicos (LILLO, 1993), los niveles V y VI del Puig de la Nau (OLIVER y GVSI,
1995, pp. 146-166), el nivel 4 de la Moleta del Remei (Alcanar, Tarragona) (GRACIA et alii,
1988), el nivel fundacional del Tossal de Sant Miquel y yacimientos cercanos (BONET, 1995, p.
404) o los niveles fundacionales de la muralla de Sagunto (ROUILLARD, 1979, p. 67), encontramos formas y e.lementos decorativos que no se dan en La Bastida y cuya tipología está bien
estudiada en el horno del Pla de Piquer, cerca de Sagunto (ARANEGUI y MARTÍ, 1995). Este
hecho plantea una doble problemática. Por un lado, si estos yacimientos son de la primera mitad
del siglo IV, existe una clara diferenciación cultural entre las áreas edetana e ilercavona (tierras
de Castellón y norte de Valencia) y el área contestana (sur de Valencia y Alicante), pues si comparamos los repertorios tipológicos y decorativos de ambas zonas, siendo teóricamente de la
misma cronología, son muy diferentes. Otra posibilidad es que los yacimientos arriba mencionados sean de la segunda mitad o finales del siglo V a.C., sin llegar a entrar en el siglo IV, con
lo cual no existiría dicha diferenciación geográfica sino que nos estaríamos moviendo en períodos distintos. En tal caso, los yacimientos del área septentrional serían más antiguos que La
Bastida, Puntal de Salinas, El Cigarralejo, etc., y el período que estaría mal representado en la
zona edetano-ilercavona sería precisamente la primera mitad del siglo IV a.C. Con todo ello lo
que queremos señalar es la necesidad de ir definiendo, con mayor presición, las producciones
-272-
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LA BASTIDA DE LES ALCUSES: TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
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ibéricas de la segunda mitad, o finales, del siglo V a.C., de las de la primera mitad del siglo IV
a.C. siendo para ello esencial los conjuntos bien datados con las importaciones.
De cualquier forma, lo que resulta evidente es que La Bastida de les Alcuses, tanto por sus
cerámicas ibéricas como por el conjunto de importaciones y hallazgos epigráficos, queda claramente enmarcada en el círculo comercial, ~ístico y, en definitiva, cult\]ral del área del sudeste
(Alicante, Murcia y Albacete).
ANEXO. RESUMEN DEL PROYECTO DE CONSOLIDACIÓN Y RESTAURACIÓN
CRITERIOS DE INTERVENCIÓN
Como ya señalamos en el apartado 1.2., las tres fases de intervención del proyecto de restauración y puesta en valor del yacimiento de La Bastida de les Alcuses se ha llevado a cabo
por el equipo formado por los arquitectos Julián Esteban y Ricardo Sicluna y los arqueólogos
Helena Bonet y Enrique Díes, dentro de un proyecto de coordinación entre la Consellería de
Cultura y Diputación de Valencia. Damos a conocer a continuación, de forma resumida, los criterios y aspectos técnicos más relevantes de dicho proyecto.
Al iniciar el proyecto se tuvieron en cuenta tres factores, fundamentalmente:
a) La necesidad urgente de consolidar las estructuras excavadas, dado que la degradación
era cada vez mayor.
b) La puesta en valor del yacimiento para su visita, lo que implicaba planificar una consolidación que fuese además restauración parcial, para que las estructuras pudieran ser
comprensibles.
e) La exigencia de que toda la intervención fuese reversible, ya que muchos de los datos
constructivos son incompletos y deben de ser confrrmados por excavaciones futuras.
Dado que las únicas estructuras conservadas eran los muros y algunos enlosados, la consolidación debía ir dirigida a la protección vertical de las estructuras, mediante el recrecimiento
de los zócalos con una o varias hiladas de piedra y un elemento aislante. La restitución de los
pavimentos excavados en su totalidad era necesaria dado que la mayor parte de los muros
estaban completamente desfalcados o apoyados sobre un estrato de tierra que de seguir erosionándose supondrían la ruina total de la estructura.
La necesidad de combinar protección con didáctica exigía una solución que, a la vez, diese información sobre los límites de las casas y su distribución interna, diferenciase los pavimentos de las
habitaciones del suelo de la calle, hiciese comprensible la técnica de construcción de las casas ibéricas y, finalmente, facilitase la visión del urbanismo del poblado, todo ello con el apoyo de carteles
explicativos. Además, era necesario desbrozar y habilitar una zona de paso para el recorrido de la
visita.
La escasez de información de partida, que se fue completando a lo largo de los trabajos,
exigía una gran prudencia en las soluciones a adoptar y, sobre todo, que tuviese en cuenta la
reversibilidad de la actuación, documentado el estado previo de la estructura y facilitando la
diferenciación entre la parte original y la restaurada en caso de que fuese necesario retirarla.
Por todo ello, la actuación se limitó tan sólo a los suelos y los zócalos, sin restauración
alguna del alzado de adobe, ni tipo alguno de cubierta. Con Jo realizado creemos se respeta el
-273-
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60
E . DÍES, H . BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDA
tierra del yacimiento -?-==--..-~~r-r--r:;...--'\- cota de coronamiento del zócalo del muro
cribada i compactada
~,___- úHima hilada de piedra
con agua
capa de cemento, cal y arena, (1 :2:8)
r.:!:tf~!E~'i3:EJ:-- con pendiente
,_ ......,_,~~.......,
cinta plástica de señalización
A
roca
B
Fig. 27.- A. Sección de la propuesta de restauración de los muros (según proyecto de J. Esteban, R. Sicluna y
J.M. Espinosa). B. Propuesta del relleno y acabado de los suelos de las viviendas.
resto arqueológico en sí, puesto que se ha restaurado sólo en la medida en que lo añadido podía
aportar una protección a lo conservado a la vez que lo hacía comprensible, siendo posible retirarlo si nuevos datos así lo aconsejaran.
INTERVENCIÓN EN LA ZONA DE VIVIENDAS
- Limpieza: Se retiró manualmente la abundante vegetación crecida a lo largo de toda la
zona a recorrer por la visita, así como la de las áreas adyacentes.
- Retirada de los alzados en piedra seca: Antes de iniciar los trabajos de consolidación y
restauración fue necesario retirar los modernos alzados levantados entre 1983 y 1985 para poder
documentar las estructuras originales. Dada la ausencia de referencias documentales sobre el
alcance y características de estos trabajos se tomó como criterio respetar sólo aquellos para-274-
[page-n-275]
LA BASTIDA DE LES ALCUSES: TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990-95)
61
mentos que mostrasen restos de trabazón de tierra entre los bloques. En caso de duda se consultó el plano realizado en 1931 por D. Mariano Jornet, que resultó excepcionalmente correcto.
Una vez los muros recuperaban su aspecto original fueron dibujados cQropletando la planimetría realizada en 1990 por Emili Cortell y Josep Ma Segura. Los alzados de la muralla oeste
y de los muros a consolidar fueron documentados por Ricardo González Villaescusa mediante
ortofotografía (fig. 5).
- Retirada de terreras: Durante los trabajos se retiraron una serie de terreras provenientes
de las excavaciones realizadas entre 1928 y 1931 , cuya tierra se empleó en parte para acondicionar el recorrido y como relleno parcial de los suelos.
-Consolidación y restitución de los muros: Se empleó la piedra de los alzados en piedra seca
antes descritos y la de los derrumbes hallada en las terreras, siguiendo esta secuencia (fig. 27, A):
a) Sobre los restos conservados se colocó una cinta plástica de señalización (a franjas rojas
y blancas). La primera hilada de piedra se colocaba en seco y, cuando no era posible, se
colocaba una capa de arena previa.
b) Sobre esta capa se elevaba un doble paramento de piedra cuyo interior estaba reforzado
mediante un mortero de cal y arena muy pobre (1:4) que no es apreciable desde el exterior.
e) Una hilada antes de alcanzar la altura definitiva se colocaba una capa de cemento blanco,
cal y arena (1 :2:8). A ésta se le daba una inclinación en talud para favorecer el drenaje.
d) Sobre esta nivelación se colocaba la última hilada de piedra trabada con tierra del yacimiento, cribada y compactada con agua, sin mezcla química alguna.
- Restitución de los suelos y escalones de acceso: Para la restitución de los suelos, cuya
cota original se estableció basándose en parte en los datos de los diarios de excavación y en
parte por las evidencias de los restos constructivos, se siguió la siguiente secuencia de trabajo
(fig. 27, B; lám. VII, B):
a) Relleno con tierra proveniente de las terreras, sin cribar, hasta alcanzar una cota de -25
cm por debajo del nivel a restituir.
b) Relleno con zahorra hasta una cota de -5 cm.
e) Nivelación final con arena morterenca, regada y compactada manualmente con pisón.
Respecto a los enlosados, en el departamento 191 la intervención se limitó a la reposición
de algunas losas desaparecidas de pequeño tamaño y a nivelar las que, por efecto del peso del
derrumbe y la acción de las raíces habían basculado ligeramente. En el departamento 244 se
levantaron una a una todas las losas saneándose la base de tierra, retirando las raíces y nivelándolas hasta devolverlas a su cota original. En ningún caso se empleó trabazón de mortero.
La trabazón entre las piedras de los escalones de acceso contiene una ligera proporción de
cemento blanco ya que tiene que soportar el paso de personas.
INTERVENCIÓN EN EL SECTOR OESTE DE LA MURALLA
Los trabajos en esta zona tuvieron tres objetivos: tapiacio de la Puerta Oeste, restitución del
zócalo y protección de la base.
El tapiado de la Puerta Oeste se debió a su uso continuado como acceso al interior del yacimiento por las visitas, lo que provocaba una lenta pero continuada destrucción del nivel arque-275-
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62
E. DÍES, H. BONET, N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDA
ológico puesto que no está todavía excavada. A esto hay que añadir, como hemos dicho, la constatación, durante los trabajos de limpieza, de que esta puerta fue efectivamente tapiada en la fase
final de poblado. El nuevo tapiado se realizó con piedra mediana colocada en seco fácilmente
retirable (lám. VI).
Tras la limpieza y retirada de bloques caídos o que habían perdido la trabazón se restituyó
el zócalo de la muralla del frente oeste y el de las torres 11 y 111 (lám. X, A), según los siguientes
criterios:
a) Zócalo: Se restituyó hasta la altura máxima conservada en el interior, a fin de impedir
la erosión del borde del coronamiento.
b) Torres 11 y 111: Se restituyó hasta la altura de la última hilada original conservada.
En ambos casos, los datos de excavación confirmaron que la altura real era mucho mayor
que la cota final de consolidación --entre 50 y 100 cm más alta, según los casos- por lo que
se decidió dar un acabado irregular.
El proceso de consolidación afectó sólo al paramento exterior, puesto que la muralla no ha
sido excavada por su lado interno, a excepción de los dos pequeños sondeos re.alizados en 1993,
donde sí se consolidó en toda su anchura. Por ello, la secuencia de consolidación fue la siguiente:
a) Colocación de una cinta plástica sobre la pared original.
b) Colocación de una fina capa de arena anaranjada -la tierra original de traba es gris
clara- sobre la piedra original.
e) Colocación de la primera hilada de piedra nueva sobre la original en hueso, sin traba.
d) Alzado del paramento exterior hasta la altura prevista con bloques de similar tamaño y
disposición a los del aparejo original. Estos bloques estaban trabados con una mezcla
de cal y arena muy pobre (1 :4).
e) Relleno de interior con piedra pequeña y casquijo.
f) Colocación de un pequeño talud al pie de la muralla y las torres con el fin de proteger
el cimiento. Este talud se realizó con tierra cribada del terreno y compactada manualmente (lám. VI, B).
g) El coronamiento y acabado de la muralla se hizo mediante un relleno de piedra mediana
suelta, mientras que en las torres 11 y Ill se colocó encima una capa de grava (lám. X, B).
El tramo de lienzo donde sólo se conservan los arranques de las desaparecidas torres IV, V
y VI, fue restaurado como el resto de la muralla, remarcándose tan sólo dichos arranques
mediante la colocación de bloques dispuestos hacia el exterior y mostrando la cara trabajada en
la disposición correspondiente a la de la pared original.
Finalmente, toda la estructura, tanto la parte original como la nueva, fue objeto de un rejuntado (lám. XI, A) entre los bloques mediante una mezcla de tono similar a la existente, compuesta por una parte de cal, tres de arena y una de tierra del terreno cribada, cuya consistencia
es similar a la descrita anteriormente.
-276-
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LA BASTIDA DE LES ALCUSES : TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN (1990"95)
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E. DÍES. H. BONET. N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDA
Lám. 1.- Vistas aéreas de La Bastida de les Alcuses donde se aprecia el recinto am uraUado,
la calle central y el sector donde se han restaurado los conjunto 1, 2 y 3. Año 1995.
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LA BASTIDA DE LES ALCUSES: TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓ N (1 990-95 )
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B
Lám. Il.- A: La Bastida desde el Pla de les A.lcuses. Año 1991. B: El PI a de les Alcuses
desde el yacimiento, al fondo el corredor de Montesa. Año 1991.
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E. DÍES. H. BONET. N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDA
A
B
Lám. 111.- A: Restos de carriladas en la ladera oeste, principal acceso al poblado. Año 1991.
B: Cisterna retallada en la roca aprovechando una grieta. Hoy parcialmente
colmatada de tierra y vegetación. Año 1991.
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LA BASTIDA DE LES ALCUSES: TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN ( 1990-95)
7l
A
B
Lám. IV.- A: Estado de la muralla oeste y de la torre UI antes de la restauración. Año 1990.
B: Lienzo de la muralla antes de la restauración con evidentes muestras de su deterioro. Año 1990.
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E. DÍES. H. BONET. N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDA
A
B
Lám. V.- A: Lienzo de muralla donde se aprecian los elementos verticales que marcan los
arranques o ángulos de una posible torre (Torre X), hoy desaparecida. Año 1991.
B: Detalle del arranque de la misma torre y restos de marcas de pala excavadora junto al jalón. Año 1991.
- 286-
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LA BASTIDA DE LES ALCUSES: TRABAJOS DE EXCAVACTÓ N Y RESTA URAClÓ N ( 1990-95 )
73
A
B
Lám. VI.- A: Limpieza del tramo central del frente oeste de la muralla donde aparece
la entrada principal. Año 1991. B: Lienzo oeste de la muralla, una vez restaurado, con la puerta
principal tapiada mediante piedras de menor tamaño para indicar claramente su provisionalidad. Año 1995.
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E. DÍES. H. BONET. N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDÁ
A
B
Lám. VII.- A: Superposición de estructuras de habitación del departamento 159, los muros inferiores
corresponden a la Fase l. Año 1991. B: Colocación de los suelos del Conjunto l. Año 1991.
-288-
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LA BASTIDA DE LES ALCUSES: TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN ( 1990-95)
75
A
B
Lám. VIII.- A: Conjunto 2 antes de la restauración. Año 1991. B: El Conjunto 2,
visto desde la calle central, tras la restauración. Año 1991.
-289-
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76
E. DÍES. H. BONET N. ÁLVAREZ y G. PÉREZ JORDA
A
B
Lám. IX.- A: Conjunto l tras la restauración. Año 1991. B: Conjunto 3 restaurado,
en primer término la Casa 7. Año 1993.
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LA BASTIDA DE LES ALCUSES: TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURAC IÓ N ( 1990-95)
77
A
B
Lám. X.- A: Vista de la cara sur de la Torre 11, una vez restaurada. Año 1995.
B: Acabado del coronamiento de la muralla y de las torres. Año 1995.
-291-
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A
B
Lám. XI.- A: Los obreros trabajando en el rejuntado de las piedras de la muralla y Torre 111. Año 1995.
B: Cartel explicativo de las técnicas constructivas de la Casa l. Año 1992.
-292-
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LA BASTIDA DE LES ALCUSES TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAURACIÓN ( 1990-95)
79
A
B
Lám. XII.- A: Sondeo realizado en el ángulo de la Torre Este y el lienzo de la muralla. Año 1995.
B: Zócalo de la cara norte de la Torre Este. Año 1995.
-293-
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A
Lám. XIII.- A y B: Vistas generales de la Casa 11. Año 1995.
-294-
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LA BASTIDA DE LE ALCUSES TRABAJOS DE EXCAVACIÓN Y RESTAU RACIÓN ([990-95)
81
A
B
Lám. XIV.- A: Materiales in situ del departamento 150. Año 1995. B: Detalle de las trébedes
del departamento 150. Año 1995.
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